Sociedad y medioambiente, las claves en el fin de las operaciones

  • 27 de septiembre, 2019
La tendencia actual de la buena práctica de la minería, a nivel global, busca garantizar a las comunidades un impacto menor una vez finalizadas las operaciones. Para ello, la minería ha dado un giro en su práctica y hoy se hace foco en el cierre de las faenas. Restablecimiento de la biodiversidad y reutilización del suelo en futuras actividades productivas, las claves de la etapa actual.
* Por Gustavo Argañaraz garganaraz@laopinionaustral.com.ar "El cierre es una etapa que indefectiblemente sucederá en la vida de una mina", es la única certeza a la que se enfrenta la industria desde el inicio de sus operaciones. Hasta épocas recientes, el fin de las operaciones (sin planificación, ni controles adecuados) generó consecuencias ambientales, sociales y económicas indeseables en aquellas poblaciones que habían aceptado el desarrollo de la minería. Así, las malas experiencias condujeron progresivamente a que los Estados y las empresas comprendan la necesidad de acentuar las regulaciones, y estándares de gestión más estrictos. Por ello, la tendencia actual es que las áreas afectadas por los proyectos extractivos sean compatibles con un ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo después de la minería. Entre los diferentes programas que se implementan en la actualidad para el fin de las faenas, el de mayor visibilidad en Argentina es el protocolo creado por The Mining Association of Canada: "Hacia una Minería Sostenible" (HMS). A nivel país es impulsado por la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM). La iniciativa promueve la práctica de los estándares más altos de la actividad minera a nivel mundial proclives al cuidado del medio ambiente y comunidades. En Santa Cruz, Manantial Espejo (Pan American Silver) y Cap Oeste, (Patagonia Gold) implementarán el programa. Por su parte, Cerro Vanguardia, sin formar parte de la Cámara, avanza hacia el fin de sus operaciones en suelo santacruceño. Sector público En tanto, más allá de las definiciones desarrolladas por el sector privado, provincias y Nación pusieron en vigencia la "Guía de Buenas Prácticas para el Cierre de Minas" en Argentina. De acuerdo a lo corroborado por Santa Cruz Produce (SCP) el documento "busca ofrecer a comunidades, empresas y gobiernos un mapa de los temas claves, las buenas prácticas y los recursos disponibles relacionados con la etapa de cierre de minas". Pues el objetivo, entre otros, es garantizar que las planificaciones tempranas del cierre de las faenas asegurarán el cumplimiento de las normativas y los compromisos voluntarios asumidos por las empresas, siempre respetando al medio ambiente, comunidades, con un acento puesto en lo social. Se trata de unas de las novedades que practica la minería en todo el planeta, pues concluidas las operaciones la biodiversidad debe recuperar su entorno normal y el suelo debe estar apto para futuros proyectos productivos que sirvan de sustento a las comunidades. Así es que el cierre de minas debe "evitar riesgo a personas y animales"; "cierre compatible con el uso post-minero previsto"; "evitar efectos adversos en la calidad ambiental por el drenaje ácido y lixiviación de metales, entre otras"; "asegurar que el ecosistema post-cierre sea estable o se desarrolle siguiendo una trayectoria deseada, compatible con el uso post-minero planificado para el sitio de la mina"; "controlar el riesgo a un nivel aceptable, en todas las áreas (seguridad, ambiental, financiero, de cumplimiento legal, social)"; "minimizar o eliminar la necesidad de cuidado y mantenimiento post-cierre de largo plazo", "atender a las preocupaciones de los grupos de interés, en particular a las de la población local" y "aprovechar las oportunidades de desarrollo que surjan en el marco del cierre de la mina para sentar un legado beneficioso y duradero para la población". ¿Cómo es el cierre? La bibliografía actual recomienda a las compañías llevar adelante sus operaciones desde un primer momento pensando en la finalización de sus labores, pues ello le permitirá planificar el cierre de mina a lo largo de todo el proceso industrial, pero mayormente será económicamente beneficioso para las operadoras, únicas responsables en garantizar que el medioambiente no será dañado con los pasivos. La planificación establece que el cierre, elaborado en un documento que debe ser actualizado permanentemente, debe comenzar con una recopilación y evaluación de datos ambientales y sociales preexistentes a la minería. En segundo lugar, se caracterizará los materiales residuales que se generarán, analizando su disposición final. Es importante que la caracterización comience en las fases exploratorias (al inicio de la actividad) y se extienda durante la fase operativa. El proceso de planificación concluye con la definición de los objetivos generales y otros de carácter particulares. A continuación, se hace hincapié en: "Manejo del Agua", "Gestión de la Biodiversidad, "Rehabilitación y Restauración, y "Gestión Social del Cierre". Se trata sólo de algunos de los aspectos que contiene la "Guía de Buenas Prácticas para el Cierre de Minas", comprendiéndose que se trata de uno de los encadenamientos productivos de alta complejidad de la minería. Manejo del Agua El agua es uno de los principales factores que se podría ver afectado por la actividad, representando un riesgo sobre el recurso hídrico. Las operaciones pueden alterar las características hidrológicas y topográficas de las áreas mineras y afectar la corriente superficial, la humedad del suelo, y el cauce del agua subterránea. En caso que los impactos en los recursos hídricos no se manejen de manera aceptable durante toda la vida útil de la mina y después del cierre y post-cierre, tanto a escala local como regional, la industria minera tendrá cada vez más dificultades para obtener el apoyo de la comunidad y el gobierno para el desarrollo de proyectos existentes y futuros. De esta manera, la gestión para prevenir o minimizar la afectación del agua es fundamental para que las operaciones mineras sean sostenibles, caso contrario enfrentarán duros conflictos con las comunidades. No obstante, la Guía de Buenas Prácticas para el Cierre de Minas, evita hacer un tratamiento profundo sobre el manejo del recurso hídrico, sin embargo, establece que la actividad debe realizar una "evaluación inicial de referencia de los recursos hídricos de la operación (línea de base)"; "estudiar impactos de la captación y desvío de aguas sobre los recursos hídricos y usuarios a nivel local"; "la regulación gubernamental y los requisitos de aprobación"; "diseño de los sistemas de abastecimiento, almacenamiento y tratamiento de agua"; "los volúmenes de agua requeridos para la supresión de polvo y el caudal procedente del desagote de la mina"; "la eventual necesidad de planes de manejo específicos para áreas particulares de la operación", entre otros. El abastecimiento de agua proviene de acuíferos arroyos, ríos o lagos, o por medio de proveedores de servicios comerciales. La provisión de agua es clave para las operaciones, pues sin este elemento la industria no podría practicarse, ya que es clave para el procesamiento del mineral. Asimismo, el uso del agua en la industria minera puede dar lugar a una serie de riesgos ambientales, sociales y económicos, por lo que resulta necesario cuantificar el agua utilizada y así lograr un equilibrio sostenible entre el suministro, consumo, descarga, calidad y riesgos ambientales y operativos. Del mismo modo, durante el desarrollo de un proyecto minero pueden ocurrir alteraciones paisajísticas y topográficas que modifiquen las funciones hidrológicas durante y después del cierre. Por este motivo, es necesaria la planificación del diseño y gestión del desvío de cursos de agua durante la vida del proyecto. Gestión de la biodiversidad Según el Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas la biodiversidad se define como: "la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos los ecosistemas terrestres y marinos y otros ecosistemas acuáticos". A lo largo de su vida útil, un proyecto minero puede afectar la biodiversidad mediante la "eliminación del hábitat nativo"; "degradación del hábitat terrestre"; "degradación y contaminación del hábitat acuático"; "extracción y contaminación del agua dulce"; entre otros. El documento del Cierre de Minas, recientemente publicado en Argentina, establece que "se debe reconocer la biodiversidad como regulador de los ecosistemas fundamentales, sea la provisión de agua potable, regulación de inundaciones, el ciclo de descomposición de la materia orgánica y otros procesos derivados del funcionamiento adecuado de ecosistemas naturales. Debido a ese carácter integrador en la funcionalidad de los ecosistemas, se destaca la importancia de la gestión de la biodiversidad a través de herramientas como los estudios de línea de base y la Evaluación del Impacto Ambiental y Social (EIAS)". En este escenario de extremo cuidado al medioambiente "la planificación del cierre de mina surge la oportunidad de restauración de la biodiversidad afectada durante las fases de exploración y explotación. Su objetivo fundamental debería ser la sustentabilidad a largo plazo de las medidas de conservación, mitigación y rehabilitación. De acuerdo con lo propuesto por el ICMM (International Council on Mining and Metals) se considera como buena práctica en materia de mitigación (rehabilitación del suelo) un marco de planificación conceptual clave, internacionalmente reconocido, que contribuye a limitar los efectos adversos que ejercen los proyectos sobre la biodiversidad. Rehabilitación y restauración La rehabilitación del suelo "debe ser encarada como un componente integral para el desarrollo sostenible de la actividad minera y un indicador clave del buen desempeño ambiental sobre la gestión de proyectos", señala la guía elaborada por provincias y nación. Si bien es cierto, la empresa es la responsable de elaborar el cierre de sus faenas y de financiar los costos que demandan esas actuaciones, las minas que "no son adecuadamente rehabilitadas presentan el riesgo de generar conflictos a los gobiernos, comunidades y empresas". En tanto, la práctica industrial de la actualidad avanzó hacia otro estadio por fuera de la rehabilitación del suelo afectado. Hoy por hoy, la buena práctica ambiental se asienta en la restauración ecológica. Según la Sociedad para la Restauración Ecológica (SER), "la restauración ecológica es el proceso de asistir a la recuperación de un ecosistema que ha sido degradado, dañado o destruido". "Mientras la rehabilitación propone devolver la productividad al ecosistema alterado creando nuevos sistemas distintos a su condición inicial, la restauración ecológica busca ayudar un ecosistema a recuperar su estructura y función teniendo como referencia el ecosistema previo", pues la idea "es favorecer la biodiversidad". De acuerdo al documento "Mine Rehabilitation", la rehabilitación de minas debería garantizar el cumplimiento de tres objetivos: "la estabilidad y sostenibilidad a largo plazo de los suelos y la hidrología del sitio", "la reparación del ecosistema de proporcionar hábitats para la flora y la fauna" y garantizar la "la prevención de la contaminación del ambiente circundante". Gestión social del cierre La guía de buenas prácticas para el cierre de minas sostiene que la planificación de la gestión social en la etapa de cierre es un aspecto clave. Dado por descontado que habrá un compromiso transparente en disminuir los pasivos ambientales, se hace foco en la transición socioeconómica del cierre. Pues al concluir la explotación, la generación de los recursos económicos desde la minería desaparecerá por lo que es clave contribuir al desarrollo sustentable de la población local en el escenario post-cierre. En nuestra provincia, hubo experiencias pensando en la contribución a la sostenibilidad de las comunidades fuera de la minería, una de ellas es la iniciativa de Minera Santa Cruz con el taller "Familia profesional textil e indumentaria". Se capacita a personas para la confección de indumentaria que luego es comprada por la operadora. Regresando al cierre, se debe recordar que "los cambios en el entorno social causados por el cierre de una operación minera pueden ser de intensidad variable dependiendo de la escala de la operación y de su lapso de duración, así como también de las características demográficas, socioeconómicas y productivas, culturales e institucionales de dicho entorno". Cierre Como se marcaba anteriormente, la Secretaría de Políticas Mineras de la Nación, el Consejo Federal Minero (COFEMIN) y CAEM continúan debatiendo lo que será en un futuro próximo la primera Ley de Cierre de Minas de Argentina, actividad que se practica desde los días de la colonización. El debate entre los actores se centra en la implementación de los seguros ambientales, pues el financiamiento de las tareas que demanda el cierre debe ser equilibrado, sin poner freno a la actividad por volverla inviable económicamente y garantizando el cuidado del medio ambiente. Hasta aquí, el arduo trabajo de las partes ha dado origen a la "Guía de Buenas Prácticas para el Cierre de Minas". La Opinión Austral