Catamarca. Los Apuntes del Secretario salen con los tapones de punta contra El Ancasti por su "obsesión fatal" con la minería

  • 31 de octubre, 2019
La minería sigue siendo la obsesión fatal de diario El Ancasti. No solamente alienta posiciones en contra de su desarrollo (hasta respalda los intereses de la Universidad de Tucumán, en detrimento de los de Catamarca), sino que ha llegado a límites de hacer lecturas forzadas para tratar de imponer condiciones que, claramente, se parecen a extorsiones orientadas a sacar ventajas económicas. Ayer, en un peculiar análisis de la elección andalgalense, proclamó que fue un triunfo de la antiminería. Lo hizo a partir del resultado obtenido en la categoría "intendente", donde el ingeniero Eduardo Córdob

La minería sigue siendo la obsesión fatal de diario El Ancasti. No solamente alienta posiciones en contra de su desarrollo (hasta respalda los intereses de la Universidad de Tucumán, en detrimento de los de Catamarca), sino que ha llegado a límites de hacer lecturas forzadas para tratar de imponer condiciones que, claramente, se parecen a extorsiones orientadas a sacar ventajas económicas.

Ayer, en un peculiar análisis de la elección andalgalense, proclamó que fue un triunfo de la antiminería. Lo hizo a partir del resultado obtenido en la categoría "intendente", donde el ingeniero Eduardo Córdoba superó por cifras muy estrechas (un poco más de 150 votos) al empresario Miguel Morales, confeso propulsor de la actividad como mecanismo de desarrollo. El electo, militante de una vieja familia radical de Andalgalá, se cuidó durante toda la campaña de hablar de los proyectos mineros y, con la seguridad del resultado, recién lo hizo. De esta manera, le dijo al periodista "ancasteño" que prácticamente no existen condiciones para avanzar con el proyecto Agua Rica y revalidó la ordenanza trucha (más temprano que tarde será declarada inconstitucional) que impide la explotación en la alta cuenca del Río Andalgalá. Esas declaraciones y la dramática victoria de Córdoba le bastan al diario para afirmar que ha triunfado la antiminería. Una falacia que cae por su propio peso.

Si se leyera como corresponde la contienda andalgalense, muy por el contrario, habría que decir que ganó ampliamente la minería. En la categoría presidente, Alberto Fernández (Frente de Todos) venció por una diferencia superior a los 1.000 votos. Los ciudadanos de la "Perla del Oeste" lo votaron a sabiendas que el electo Jefe de Estado ha ratificado que la minería será una de las actividades que impulsará desde el mismo momento que asuma. También en el territorio que gobernará Eduardo Córdoba los próximos cuatro años, por cifras aplastantes, triunfó Raúl Jalil ?más de 1.200 de diferencia-, un defensor acérrimo de promover la minería y que, desde hace rato, viene haciendo gestiones para despejar el camino y permitir, con garantías ambientales, el desarrollo de todos los emprendimientos. De hecho, por estas horas, acompañado de la gobernadora Lucía Corpacci y el secretario del área, Rodolfo Micone, participa del foro minero de Australia, donde tratará de interesar a los inversores.

Con la explicación precedente, llegamos a la conclusión que los ganadores holgados de Andalgalá fueron Alberto Fernández y Raúl Jalil. Inclusive, los peronistas arrasaron en la elección del senador departamental (con los votos de Aconquija la cosa fue por nocaut) y hasta le ganaron a los candidatos de Eduardo Córdoba en el rubro concejales. Por lo tanto, en forma evidente, hablar de éxito antiminero sintetiza una auténtica burrada. Para peor, impuesta desde una lógica que no se compadece con la realidad y complica seriamente al próximo gobierno de Córdoba que, por ejemplo, declaró que hay que consultar al pueblo. Esperemos lo haga y pronto, porque dentro de muy poco tiempo tendrá que dar explicaciones sobre la creciente desocupación de Andalgalá. El peronismo, al que nadie puede tildar de antiminero, reventó las urnas andalgalenses en todas las categorías, con la excepción de la intendencia, la que se definió en un marco de empate técnico.

Como ya lo expresamos, el radicalismo quedó sumido en una profunda depresión por los resultados electorales. Perdió poder legislativo, herramienta fundamental para controlar las acciones del gobierno, y resignó nada menos que cinco intendencias que estaban en su poder (Recreo, Paclín, Tapso, Valle Viejo y Pozo de Piedra en el norte belicho). Con esto, virtualmente desaparece la Liga de Intendentes Radicales, una creatura castillista del 2015 que terminó en fracaso rotundo. En el Valle Central de Catamarca, lo repetimos, no le queda ni un solo municipio. En el Oeste retuvo Belén, Andalgalá y Antofagasta, mientras que el Este hizo lo propio con Ancasti. En total 4 territorios sobre un total de 35, relación deficitaria que no se daba desde 1983 cuando conducía precisamente 4 intendencias, aunque se trataba de distritos electoralmente poderosos como la Capital, Valle Viejo, Pomán y Fiambalá.

El Esquiú.com