Salta, la FAO y la cuarta revolución industrial
- 3 de enero, 2020
La provincia inicia una etapa en la que la decisión política y la eliminación de mitos y tabúes será clave. Francisco Sotelo El año que comenzó marca un tiempo de transformaciones. En la provincia, el cambio de gobierno, la renovación parcial de la Legislatura y una
La provincia inicia una etapa en la que la decisión política y la eliminación de mitos y tabúes será clave.
Francisco Sotelo
El año que comenzó marca un tiempo de transformaciones. En la provincia, el cambio de gobierno, la renovación parcial de la Legislatura y una nueva camada de intendentes generan la expectativa de un cambio de visión del rol esencial de la política, que teóricamente -aunque por momentos parezca una utopía- debería contribuir al desarrollo humano. El liderazgo debe conducir a una etapa superior, lo que supone plantear cuestiones disruptivas y muchas veces chocantes. "Para hacer una tortilla hay que romper muchos huevos", una frase histórica de Juan Domingo Perón, que deja una advertencia valiosa. No se puede vivir en un mundo en cambio con mentalidad estática, en base a categorías del pasado impregnadas de tabúes y pensamiento mágico.
Después de 12 años de inmovilidad inercial, es importante tomar decisiones en base a una visión panorámica lo que pasa en el mundo en materia tecnológica, ambiental y educativa.
La década que comienza estará atravesada por la cuarta revolución industrial y la tecnología 5G, por la que están enfrentadas las dos grandes potencias: China y EEUU. No se sabe hasta dónde llegara la lucha condiciona la vida del planeta.
Mientras que en la ciudad de Salta no se pueden instalar antenas para celulares, vedadas por temores sin la menor fundamentación científica, en el mundo avanza la internet de las cosas, los robots móviles sin cables, los vehículos sin conductor, la realidad virtual, una nueva tecnología en el diagnóstico, la terapéutica y la emergencia médica, y una vertiginosa transformación de los sistemas de cámaras de seguridad.
En ese sentido, resulta muy alentador el esfuerzo de las dos universidades, la UNSa y la Ucasal, las empresas y las cámaras por contribuir a la generación de políticas de Estado que combinen esfuerzos para la construcción de una nueva cultura productiva.
El campo, la minería y el turismo siguen siendo las actividades con mayores perspectivas para Salta. Bien manejadas, son las que pueden sobrellevar mejor los caprichos de la economía, la inflación y el dólar. El obstáculo que más las afecta lo imponen los prejuicios.
Salta tiene un potencial minero extraordinario, que encuentra un mercado creciente en las nuevas tecnologías, pero que requiere decisión política para afrontar la resistencia de un activismo surgido de intereses comerciales y políticos mundiales, como forma de competencia desleal. Los salteños no deberíamos pasar por alto la resistencia interna que sufrió en la Argentina el desarrollo nuclear, un nicho de ciencia y tecnología que ubicó al país en lugares de avanzada, pero que fue bloqueado en base a falsedades. De hecho, la Francia, líder del ambientalismo posmoderno, cuenta con 70 usinas nucleares; Argentina, que tiene uranio y, sobre todo, a la CNEA, apenas cuenta con dos en funcionamiento. Lo mismo puede ocurrir ahora con el litio y con cualquier explotación minera.
Reordenamiento, la deuda
El desarrollo rural es pieza clave para mejorar la calidad de vida de cinco millones de hectáreas de chaco salteño donde las únicas posibilidades que se ofrecen a la gente es emigrar o depender de la limosna municipal.
Si la ley nacional de bosques de 2007, y luego una medida cautelar de la Suprema Corte de la Nación, fueron una interferencia negativa para el campo salteño, la realidad es que el ordenamiento territorial sancionado en la provincia fue mucho peor. Fue diseñado con el propósito de convertir esa superficie en un parque nacional de hecho, sin guardaparques, inversión ni normativas adecuadas. El resultado es el que era previsible en 2008: mayor degradación del suelo, pobreza generalizada y marginalidad externa de la región.
La medida más urgente es cambiarlo aplicando los criterios que establecen los organismos internacionales.
América Latina produce 23% de la carne bovina del mundo. "La ganadería genera multimillonarios dividendos a América Latina, pero también un amplio y variado impacto ambiental que hace urgente su transformación en una actividad sostenible que sea ecológicamente amigable, socialmente aceptada y económicamente rentable". Para la FAO "es un sector estratégico para la seguridad alimentaria de la región y del mundo". A despecho del malestar que esta realidad provoca a los productores rurales europeos, que no pueden competir con nuestras producciones -y de los veganos, con su exótica mística antiganadera-, el organismo alimentario mundial sostiene que "el consumo de carne a nivel mundial se duplicará en los próximos 20 años".
El reordenamiento debería hacerse con criterios racionales
La FAO propone una estrategia de preservación con contención social.
"El avance de la frontera agrícola-ganadera a zonas de mayor vulnerabilidad ambiental requiere una planificación del crecimiento y la intensificación que capitalice las sinergias positivas que la integración de la agricultura con la pecuaria y, eventualmente, con la forestación pueden otorgar a la sostenibilidad y competitividad de los sistemas de producción". La FAO promueve prácticas como la siembra directa de cultivos en pasturas degradadas y la implementación de sistemas integrados agrícola-ganadero-forestales, como alternativas viables para recuperar áreas degradadas, desarrollar una ganadería sustentable y promover la intensificación sostenible de la producción. "La ganadería puede desarrollar un papel importante tanto en la adaptación al cambio climático como en mitigar sus efectos en el bienestar de la humanidad". Esa estrategia contempla la realidad de una infinidad (habría que cuantificarlos en Salta) de pequeños productores familiares que, con la provisión de genética y seguridad sanitaria, pueden sumar esfuerzos para proveer de terneros a los grandes productores.
La FAO propone una estrategia de preservación y recuperación del bosque nativo, con contención social que supone un cambio de mentalidad en serio, y que nada tienen que ver con las pantomimas que presentan como depredador al que trabaja y genera trabajo.
La decisión corresponde al Gobierno provincial que es el administrador de los recursos naturales; es decir, no puede estar supeditada a los municipios (aunque los intendentes son pieza clave al respecto). Además de modificar el ordenamiento actual, hace falta sentar las bases para el desarrollo agroindustrial de la región chaqueña: mataderos, frigoríficos, producción, industrialización y comercialización de frutas, hortalizas, madera, aves y miel, por ejemplo.
Es decir, en pocas palabras, el mundo contemporáneo, la FAO y las necesidades de Salta requieren eso, decisión.
Y hay buenas señales. Entre otras, ofrecidas por algunas declaraciones de los nuevos funcionarios, la que dio el intendente wichi de Santa Victoria Este, Rojelio Nerón, cuando se mostró desde el primer momento dispuesto a colaborar en el desarrollo de la región.
El Tribuno