Catamarca: Minería; dialogar sobre todo, pero sin fanatismo

  • 5 de marzo, 2020
Carta de una trabajadora minera publicada en El Ancasti Como bien dicen, la "empatía" resulta clave para abordar cuestiones sociales. Es clave comprender lo que piensa el otro, dialogar y convivir pacíficamente. El destino

Carta de una trabajadora minera publicada en El Ancasti

Como bien dicen, la "empatía" resulta clave para abordar cuestiones sociales. Es clave comprender lo que piensa el otro, dialogar y convivir pacíficamente.

El destino minero de nuestro departamento o la llamada "licencia social" se ha convertido en la grieta que día a día parece imposible de resolver para lograr la cohesión social necesaria en cualquier comunidad que busque su paz y su progreso.

Ni antes, ni ahora, ni nunca, plebiscitar una actividad productiva legal y legítima será la solución para resolver pasivamente las diferencias y desacuerdos. Esto no es una contienda para vencedores ni vencidos. Eso solo profundizará el odio y el resentimiento social en el que el bien común siempre pierde.

Al margen de los argumentos legales y de los pronunciamientos concretos de quienes tienen competencia en la materia, y que se han expedido años atrás sobre el tema, un plebiscito en nada cambiaría la realidad social imperante.

¿Un sí o un no en qué cambia la percepción social del que quiere trabajar y ser parte del desarrollo minero, o del que no quiere minería por "miedo" a la destrucción y contaminación ambiental? En nada. Ya sea por una u otra opción, las distancias siempre serán más grandes, las "luchas o causas" cada vez más sordas, y los caminos paralelos sin fin.

Un acto de maduración social es poner sobre la mesa de la discusión toda. Los anhelos y los miedos. Y exigir definición de propuestas técnicas, sociales, ambientales y económicas sensatas, responsables, posibles, sustentables en las que los anhelos sean alcanzables y los miedos sean resueltos.

Eso implica empatía de todos los actores sociales que puedan y quieran hablar, escuchar y consensuar una propuesta de desarrollo y crecimiento sostenible. Tenemos herramientas legales y tecnológicas para exigir garantías. Pero nos falta confianza, experiencia y, por qué no, formación específica para legislar y ejecutar políticas nuevas que contengan a todos los que están de un lado y del otro.

Esto no es inmediatez, no es para ya ni para mañana.

Esto es lo más difícil de asumir y comprender, más con la pesada mochila que se carga por la nefasta experiencia "social" y el nulo "desarrollo productivo" de todas las malas gestiones públicas, de los recursos públicos, provenientes del proyecto minero anterior y de todas las malas acciones individuales y colectivas que con ambición, violencia, ideología y parcialidad profundizaron la prosternación de nuestra sociedad andalgalense.

Reitero lo que publiqué hace meses en mi red social:

Nadie quiere minería para perjudicar ni menos matar a una sociedad, eso es fanatismo puro, una locura. Las autoridades deben garantizar a los ciudadanos la protección ambiental, el desarrollo humano y social, el progreso económico.

La minería responsable es totalmente compatible con cualquier actividad productiva, y el miedo inculcado en la comunidad por el agua es falaz. Se puede demostrar que un proyecto minero no afectará ni en cantidad ni calidad el agua de Andalgalá. Los que están a favor y en contra están invitados a recibir información. Comencemos a dialogar. Hay que dejar los fanatismos y la violencia de lado y avanzar como sociedad. Respetemos las posturas diferentes, sin violencia social ni personal. La protección y el cuidado de una sociedad y de cada uno de sus miembros está muy por encima de un sí o de un no.

Y a quien me quiera agredir por mi pensamiento, porque trabajo en minería o por lo que sea, le pido se abstenga y respete mi opinión porque estoy convencida de lo que digo y lo expreso sin violencia y con libertad. De la misma manera que innumerables veces he tenido que escuchar agresiones y no confrontar, como también llegar a mi trabajo, que es totalmente legal, digno y legitimo, y tener que encontrar el lugar totalmente violentado, agredido, con leyendas ofensivas e inaceptables, como si fuese que uno no vive en este lugar y lo seguirá haciendo... todos somos vecinos de Andalgalá y queremos lo mejor para nuestra comunidad.

Hubo y hay generaciones que perdieron oportunidades por malas gestiones.

Comencemos a exigir y a hacer lo que corresponde, pero responsablemente.

Ana Carla Haddad

DNI 25.660.665

Trabajadora minera andalgalense

El Ancasti