Agua y minería: ¿Enemigos o potenciales aliados? -
- 6 de marzo, 2020
Por José Ítalo Galli - Ingeniero electromecánico (UNCuyo) Inútil es recalcar la importancia que tiene el agua en Mendoza. Nuestros cinco ríos alcanzan para regar nada más que el tres o cuatro por ciento de la superficie provincial. Con tan pequeño porcentaje y gracias al esfuer
Por José Ítalo Galli - Ingeniero electromecánico (UNCuyo)
Inútil es recalcar la importancia que tiene el agua en Mendoza. Nuestros cinco ríos alcanzan para regar nada más que el tres o cuatro por ciento de la superficie provincial. Con tan pequeño porcentaje y gracias al esfuerzo tesonero de nuestra gente, Mendoza se ha convertido en uno de los grandes referentes del vino en el mundo, con un oasis vegetal admirable
En momentos de crisis hídrica como el actual la importancia del agua se acrecienta aún más.
Tenemos centenarias y sabias disposiciones legales para preservar tan valioso y escaso bien, pero la penosa realidad es que existen algunos factores que juegan en contra. A saber:
1. Del agua de superficie utilizamos un 80% para uso agrícola. De ese porcentaje perdemos irremediablemente la mitad por canales de riego no impermeabilizados.
2. La mayor superficie cultivada se riega por el sistema de manto: dejamos que el agua escurra libremente por nuestras acequias y surcos, cuando el riego por goteo suministra a cada planta el agua estrictamente necesaria.
3. Aparte del desaprensivo desperdicio ocurre otro fenómeno tan grave como el anterior, ya que el agua que escurre arrastra los fertilizantes, pesticidas y productos químicos. El resultado final de este arrastre es que se contaminan las primeras napas de agua subterránea, haciéndolas inútiles para uso agrícola o humano. En consecuencia, debemos extraer agua subterránea de capas más profundas. Dicha extracción es mucho más costosa.
4. La red de agua potable de nuestra capital está obsoleta. Basta ver en las calles la cantidad de baches provocados por filtraciones (¡de agua potable!) debido a las roturas, cuando no son averías más severas como la actual de San Martín y Brasil.
Todo lo mencionado anteriormente requiere soluciones integrales:
? Reducir pérdidas en canales de riego.
? Pasar de riego por manto a sistemas más eficientes.
? Preservar la pureza invaluable de las napas de agua subterránea.
? Remplazar las viejas cañerías de agua potable y sistemas cloacales.
Estas medidas requieren de enormes inversiones. El fisco provincial no tiene los medios, los contribuyentes están exhaustos y no tenemos posibilidad alguna de créditos externos en la medida y condiciones necesarias.
Por otro lado, Mendoza posee un potencial minero inexplotado excepcional, ni siquiera parcialmente explorado en su totalidad. El último plan de exploración minera integral fue el Plan Cordillerano de hace medio siglo.
Si se destinara la totalidad de las rentas provinciales provenientes de la minería a la solución de los problemas que aquejan al agua, mencionados más arriba, con seguridad tendríamos los recursos para solucionarlos.
La reciente modificación de la ley 7.722, fue aprobada por ambas Cámaras, promulgada por el Ejecutivo y abrogada a continuación por el fuerte rechazo social suscitado.
Tan anómala situación tiene su explicación en la desconfianza que provocan los mecanismos estatales de control al riesgo de contaminación o mal uso del agua.
Por ello, las instituciones defensoras del uso sensato del agua deberían integrar los organismos de control, juntamente con las instituciones internacionales especializadas en controlar el estricto cumplimiento de las normas de seguridad aplicables a cada caso.
Si en otros países (caso cercano: Chile) es posible la convivencia armónica de agro y minería, compartiendo muchas veces un mismo ámbito geográfico, no hay razones para suponer a priori que no somos capaces de lograr lo mismo.
Convertir un desierto en un vergel seguramente fue más difícil y nuestros mayores lo lograron.
Se podrá objetar que se destine la totalidad de los ingresos provinciales obtenidos a los usos propuestos. En realidad, el Estado provincial sería más que satisfactoriamente beneficiado tanto por el incremento de los ingresos provenientes de una mayor actividad económica, como por generación de puestos de trabajo directo e indirecto de una gran cantidad de empresas proveedoras de servicios relacionadas con la minería, según se observa en San Juan.
La impermeabilización de los canales de riego y el remplazo de la red de agua potable y la cloacal en Mendoza requieren inversión estatal directa.
La adecuación del riego a sistemas más eficientes necesita de apoyo crediticio oficial considerado como una inversión y no como una operación financiera para lucrar, ya que la mayoría de los pequeños y medianos productores no tiene la capacidad financiera para encarar por sí solos la necesaria adecuación.
Se lograría de esta forma un doble objetivo: por un lado, ampliar significativamente la matriz productiva de Mendoza, y por otro, (y tanto o más importante) lograr una mejor utilización del inapreciable recurso hídrico, hoy deficientemente utilizado.
Entonces veríamos que, con un desarrollo armónico, sensato y controlable, minería y agua pura no son enemigos naturales, sino que la sinergia resultante puede beneficiar a todos
Los Andes