Un mar de sal: Viaje a las alturas del litio, el insumo crítico de los celulares

  • 6 de abril, 2020
En la Puna, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, la Argentina quiere ser potencia en la producción de este componente clave para las baterías de autos eléctricos y teléfonos, El drone se eleva sobre un campo de rectángulos blancos y turquesas. Tiene batería de litio para mover sus hélices y la agilidad de un colibrí para cambiar de dirección. Vuela más alto que lo alto, porque las piletas de ev

En la Puna, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, la Argentina quiere ser potencia en la producción de este componente clave para las baterías de autos eléctricos y teléfonos,

El drone se eleva sobre un campo de rectángulos blancos y turquesas. Tiene batería de litio para mover sus hélices y la agilidad de un colibrí para cambiar de dirección. Vuela más alto que lo alto, porque las piletas de evaporación de salmuera por radiación solar están a casi 4.000 metros de altura, en la Puna jujeña, entre Susques y el Paso de Jama.

Estamos en uno de los vértices del Triángulo del Litio, la zona de tres países, la Argentina, Chile y Bolivia, que concentra el 65 por ciento de las reservas mundiales del metal con el que se hacen las baterías de los celulares y los autos eléctricos.

Es una aventura llegar hasta el Salar de Olaroz, una meseta rodeada de volcanes y montañas con oro en su interior.

La ruta hacia Purmamarca serpentea entre cerros de colores, siete, doce, tres: varía la cantidad porque es la paleta de un pintor la que se puso allí a moldear los paisajes.

Luego aparece la Cuesta del Lipán, un desafío de 17 kilómetros en zig zag para los conductores de la Ruta Nacional 52. Se sube aferrado al volante y atento al embriague desde los 2.192 metros hasta los 4.170 metros sobre el nivel del mar, cerca de las nubes, desde la quebrada hasta la Puna.

Se ven vicuñas en plano inclinado, pastos duros, camiones que encaran hacia la Cordillera de los Andes y vehículos adaptados para pasajeros que pagan en dólares estas vistas panorámicas. Entre la riqueza mineral y la explotación turística de la zona hay una tensión.

    Hubo erupciones de volcanes que tenían litio. La lluvia hizo que todo eso se depositara en el seno del salar. Se fueron formando capas de salmuera, de arcilla, de halita, que fueron almacenando ese elemento.

    Francisco Torres, director de operaciones de Sales de Jujuy

En un momento, la Ruta 52 se convierte en una aguja gris en medio de un desierto blanco: llegamos a las Salinas Grandes, un lugar que refleja el sol como la nieve y que les permite sacar fotos artísticas a los que van de paseo. Es una belleza, pero alcanza con mirar bien para descubrir una postura política.

A pasos de la llama de sal que da la bienvenida, erguida como los lobos marinos de Mar del Plata, hay un cartel que dice en imprenta mayúscula: "NO AL LITIO" y explica: "Salinas Grandes es una de las 7 maravillas de Argentina. Las comunidades originarias decimos no al litio, sí al agua y a la vida en nuestros territorios"

La planta para el paso final es un gran laboratorio químico, donde se terminan de quitar las impurezas de la salmuera concentrada. "Una vez que obtenemos el precipitado del carbonato de litio, lo secamos y lo transformamos en polvo, que luego se pasa a envases que van desde los 25 kilos hasta la tonelada", describe Sebastián Valdéz, responsable del sector.

Después de eso, se lo carga en camiones y barcos que lo llevarán hasta las fábricas de autos de Japón, entre otros destinos.

Hasta hace ocho años, las comunidades que habitan estas regiones extremas del país tenían sus animales y sus cultivos. A diferencia de los habitantes de Salinas Grandes, aceptaron la exploración del litio a cambio de ser empleados en la planta, de apoyo económico y de ayuda a proyectos productivos que les permitan seguir viviendo cuando la empresa se vaya.

La planta se montó entre 2012 y 2013, pero la producción de litio arrancó en 2015, en pleno auge de esta industria. Dice un informe oficial: "La Argentina es uno de los países que más podría beneficiarse con el creciente interés por este recurso. El Triángulo del Litio es una región que posee unos salares con niveles de concentración que hacen que su explotación sea sumamente rentable en relación a otros depósitos".

"Según datos de 2018 del Servicio Geológico de los Estados Unidos, el 67 por ciento de las reservas probadas de litio, y cerca de la mitad de la oferta global, se concentra en esta región", contextualiza el documento Litio en la Argentina. Oportunidades y desafíos para el desarrollo de la cadena de valor, de los investigadores Andrés López, Martín Obaya, Paulo Pascuini y Adrián Ramos.

El trabajo resalta que la Argentina cuenta con un séptimo de las reservas de litio, lo que la ubica en la cuarta posición global, y aporta cerca de un sexto de la producción total. Así se ubica en la tercera posición en el ránking mundial.

El primer emprendimiento en fase productiva está en Catamarca desde 1998 y el segundo es éste de Jujuy. En Salta se ponen en marcha proyectos de exploración, aunque en febrero pasado la multinacional francesa Eramet congeló allí una inversión de 600 millones de dólares debido a la incertidumbre económica y cambiaria en la Argentina.

Aun así, el documento cita la opinión de expertos que postulan que "la Argentina tiene potencial para convertirse en el principal productor mundial de carbonato de litio".

    Voy a proponer montar un complejo turístico para que la gente pueda meterse en estas aguas frías, que tienen un grado de salinidad que te ayudaría a hacer la plancha con más estabilidad que en el Mar Muerto.

    Teresa Rentero, geóloga.

La Madre Tierra

Después del almuerzo, en el sector de ofrendas a la Pachamama, cuatro mujeres se ajustan el casco y se preparan para encarar lo que queda del día. Desafían el viejo prejuicio de la industria minera que les atribuye dar mala suerte y presagiar derrumbes. No es tiempo para machistas: ellas pelean por sus derechos y ocupan puestos clave en el proceso de producción de este insumo crítico para las baterías.

Noelia Barrios viene de Puesto Sey, una localidad en silencio sísmico del departamento de Susques, casi en el límite con Salta. Progresó en el escalafón siguiendo el camino de la sal: "Entré hace siete años como operadora de piletas y hacía las mediciones de muestreo y trasvase, que es cuando se pasa un líquido de un recipiente a otro. Al año, me capacité para operar en la planta de cal y luego llegué a ser operadora de campo, encargada de tomar la temperatura de las muestras extraídas. Ahora opero desde la sala de control, que es donde se maneja la planta completa".

Trabaja días corridos, para acumular francos y luego descansar en su comunidad, que queda a tres horas de ripio y cuenta con 100 habitantes, una escuela primaria y una comisaría.

Adriana Nieva es la supervisora de laboratorio. Controla que las muestras de salmuera estén bien rotuladas y lleva el stock de los materiales: las pipetas, las probetas, el equipo de absorción atómica y los agitadores e imanes que se utilizan para el análisis de las partículas magnéticas.

"Recibimos muestras desde que se inicia el proceso en el pozo hasta el producto final, así que ninguna etiqueta puede fallar", asevera Adriana, sostén de su hogar. Ella tiene una hija de 20 años que estudia en Santiago del Estero, trabaja ocho días seguidos y descansa seis, en la casa de sus padres, en Salta capital.

Teresa Rentero es geóloga, española, maneja la camioneta que nos lleva a un pozo de perforación, pero cuando aparece una postal en espejo, nubes arriba y nubes abajo, reflejadas en las piletas de sal, ensaya una idea fuera de programa: "¡Es tan bello este lugar que algún día voy a proponer montar un complejo turístico para que la gente pueda meterse en estas aguas frías, que tienen un grado de salinidad que te ayudaría a hacer la plancha con más estabilidad que en el Mar Muerto, hombre, porque aquí sí que flotas!".

    En el salar no tenemos agua para consumo humano. La que utilizamos para el enfriamiento de máquinas o la limpieza de filtros tiene arsénico y mucho boro, porque estamos rodeados de volcanes.

    Camila Tettamanti, geóloga.

Camila Tettamanti es investigadora del Conicet y habla sobre el agua, el tema que sensibiliza a las organizaciones ambientalistas y a comunidades como las de Mendoza, que a fines del año pasado lograron frenar una ley que permitía el uso de sustancias químicas contaminantes, como el cianuro y el ácido sulfúrico, para la explotación minera.

"Acá no se ha producido un cambio climático. Es un clima desértico y se ha mantenido el promedio de lluvias. En el salar no tenemos agua para consumo humano. En ningún lugar encontramos agua que sea potable. La que utilizamos para el enfriamiento de máquinas o la limpieza de filtros tiene arsénico y mucho boro, porque estamos rodeados de volcanes. La normativa nacional impide su consumo. No sirve para el ganado ni para los cultivos, ni siquiera para lavarse los dientes", grafica Camila, que también es geóloga y vive en un campamento que se abastece de agua impura. Hay carteles en los baños que advierten: "No tomar agua". Y bidones donde sí se puede.

Los estudios hidrogeológicos de los salares, en general, no son públicos. Y los investigadores se topan a veces con falta de información sobre los acuíferos que hay en esas zonas, si están conectados con acuíferos de agua dulce, "si la salmuera se recarga a través de ríos subterráneos o si el recurso está encapsulado en cimientos con largos tiempos de recarga que lo convierten en un fósil", dice el informe Litio en la Argentina, que se publicó el año pasado con apoyo del BID.

Al llegar a uno de los pozos, Teresa estaciona sobre una crosta blanca, mientras máquinas con cabezal de inyección de lodo buscan las profundidades. Un tricono va rotando y cortando la tierra. Es pequeño, pero luego será reemplazado por uno mayor, para abrir paso a la cañería de acero. Se bajará una bomba, mientras Camila, Teresa y otros cinco geólogos controlarán el avance de cada etapa.

"Hacemos las descripciones litológicas del sedimento o de las rocas que van saliendo del pozo, es decir la identificación detallada de las características geológicas, físicas y mineralógicas de lo que se extrae. Y antes de los ensanches hacemos un estudio geofísico, que consiste en bajar sondas que le generan a la roca distintas alteraciones. Vemos cuánto resiste a la corriente eléctrica y, con rayos gama, comprobamos si tiene alta concentración de elementos radioactivos", describe Tettamanti.

Saber dónde están las arcillas, que no son permeables, y dónde no, les sirve para determinar dónde instalar la bomba, dónde los filtros y donde los frentes ciegos.

La información del suelo es volcada a una base de datos que se usa para armar un modelo conceptual y numérico de la cuenca y para planificar las próximas campañas de perforación.

El regreso a la base es por una recta de tierra firme. Hay trincheras a los costados que se tornan esmeraldas y evitan que la sal se coma el camino. De repente, se nubla: es inusual en la Puna. El cielo se pone gris oscuro y los rayos que caen, de a decenas, parecen dibujados.

No es oro

Porque es un metal que está en auge y se proyecta como producto "estrella" de la canasta exportadora, al litio se lo llama "oro blanco", pero los expertos aclaran que la denominación es incorrecta: "El optimismo es a todas luces desmedido, aun considerando las proyecciones más optimistas. Actualmente, con precios que han alcanzado su máximo histórico, las exportaciones de carbonato y cloruro de litio no llegan a representar el 0,4 por ciento de las exportaciones locales" y para alcanzar apenas el 1 por ciento debería más que duplicarse la producción, algo que no sucedería hasta 2024, argumenta el informe oficial.

Los salares andinos son ecosistemas naturales dinámicos y frágiles. Su explotación proyecta unos veinte años de bonanza para sus productores, pero se estima que en ese tiempo aparecerán nuevas tecnologías que superarán y dejarán atrás al litio.

Es el litio que le da fuerza al drone de Viva, que ahora aterriza. Y levanta polvaredas de sal.

Revista Viva (Clarín)