La degradación de los ecosistemas expone a la humanidad a las pandemias, Por Agustina Noé Gutiérrez

  • 14 de mayo, 2020
En la actualidad, el mundo ha caído en manos de una pandemia provocada por el COVID-19 y, si bien, la situación de crisis actual no tiene precedente alguno, el coronavirus no es más que un nuevo sucesor de enfermedades que vienen surgiendo en los últimos años, tales como el ébola, la gripe aviar y la gripe porcina. Todas con algo en común: son zoonóticas, es decir, enfermedades infecciosas propias de los animales transmitidos a los seres humanos. Según las investigaciones oficiales, la propagación del coronavirus se habría originado en un mercado deWuhan que se encuentra en Hubei (China), donde se comercializan animales silvestres y domésticos de todo tipo (m

En la actualidad, el mundo ha caído en manos de una pandemia provocada por el COVID-19 y, si bien, la situación de crisis actual no tiene precedente alguno, el coronavirus no es más que un nuevo sucesor de enfermedades que vienen surgiendo en los últimos años, tales como el ébola, la gripe aviar y la gripe porcina. Todas con algo en común: son zoonóticas, es decir, enfermedades infecciosas propias de los animales transmitidos a los seres humanos.

Según las investigaciones oficiales, la propagación del coronavirus se habría originado en un mercado deWuhan que se encuentra en Hubei (China), donde se comercializan animales silvestres y domésticos de todo tipo (mamíferos, aves yreptiles). El comercio no regulado o ilegal de animales y el contacto directo con estos debido a la caza, el despiece en partes o el procesamiento de la carne, expone a los humanos al contacto con patógenos hospedados por estas especies infectadas.

Es evidente que, existe una relación directa entre las actividades humanas y la problemática actual. La emergencia de nuevas enfermedades zoonóticas está directamente relacionada con los impactos ambientales del uso del suelo, la deforestación,la crisis climática y, por ende, la modificación de hábitats naturales.

La destrucción y degradación de ecosistemas exponen a la humanidad anuevas formas de contacto con especies silvestres y posibles patógenos (virus, bacterias, hongos) que siempre evolucionan para explotar nuevos huéspedes. En otras palabras, los cambios ambientales producidos por las actividades humanas modifican la vida silvestre, reducen la biodiversidad y favorecen a las enfermedades zoonóticas y, en oposición, la integridad de estos ecosistemas sustenta la salud, permitiendo regular estas enfermedades al promover la diversidad de especies dificultando la propagación delos patógenos.

Recientemente, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en ingles), lanzó el informe "Pérdida de la naturaleza y el surgimiento de pandemias" donde ilustra los vínculos entre los impactos de los seres humanos sobre los ecosistemas, la biodiversidad y la propagación de ciertas enfermedades. En este, cita algunos casos de enfermedades zoonóticas emergentes en un pasado reciente: "las incursiones cada vez más frecuentes en los bosques del África Occidental han acercado más a la población humana a murciélagos portadores del ébola. También en África, el adentramiento de comunidades humanas en los que alguna vez fueron bosques intactos ha incrementado el contacto directo e indirecto con reservorios de enfermedades, causando un aumento en los casos de enfermedades como la fiebre amarilla (transmitida por zancudos que la obtienen de simios infectados) y la leishmaniasis. Incluso el VIH se adaptó a la vida entre los seres humanos apartir de una variante hallada entre simios en los bosques de África Central antes de extenderse a través del contagio entre seres humanos. La pandemia del VIH/SIDA ha causado más de treinta y cinco millones de muertes hasta la fecha.La tala llevada a cabo en bosques tropicales crea ambientes que conducen al desarrollo de enfermedades portadas por zancudos, incluyendo la malaria y el dengue. En el Borneo Malayo, por ejemplo, la deforestación se ha visto vinculada al incremento en el número de casos de un nuevo tipo de malaria".

En 2008 la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) tomaron formalmente el concepto "One Health" (Una Salud), que promueve un enfoque multidisciplinario de la relación de la salud humana con la salud ambiental y la de otros animales.

Al reconocer que la salud y el bienestar de la humanidad están estrechamente vinculados al bienestar del ambiente podremos desarrollar nuevas estrategias para prevenir y/o protegernos de futuras enfermedades emergentes.

De este tema en particular, se refirió la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, quien nos propone ver esta pandemia como una oportunidad para construir una "economía diferente, una en la que las finanzas y las acciones impulsen empleos sostenibles, el crecimiento verde y una forma distinta de vida".

Es importante poner en agenda post-pandemia el tráfico ilegal de vida silvestre, restaurar y proteger nuestros ecosistemas, detener la deforestación, invertir en la gestión ambiental e impulsar mercados para los empleos y productos sostenibles.

"... Es importante poner en agenda post-pandemia el tráfico ilegal de vida silvestre, restaurar y proteger nuestros ecosistemas, detener la deforestación, invertir en la gestión ambiental e impulsar mercados para los empleos y productos sostenibles..."

Si bien, este aislamiento social y, por ende, cese de nuestras actividades cotidianas, han mostrado impactos positivos, como la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, son sólo temporales. Según el Instituto Scripps de Oceanografía, el uso de combustibles fósiles tendría que disminuir aproximadamente un 10% en todo el mundo y mantenerse así durante un año, para que la reducción pudiera reflejarse claramente en los niveles de dióxido de carbono y sea significativa.Es decir que, inevitablemente, los cambios positivos deben comenzar por modificar hábitos de producción y consumo para hacerlos más sostenibles y eco-frendly y, al mantenerlos en el tiempo, se podrán ver impactos positivos significativos.

Debemos tener en cuenta esto cuando los mercados vuelvan a activarse con normalidad. Una economía verde o ecológica, promoverá un mejor bienestar humano al igual que un uso racional y sostenible de los recursos que nos brinda el ambiente.

Por Agustina Noé Gutiérrez

Lic. en Ciencias Ambientales