Esta industria puede dar lo que el país precisa, por Hernán Vera

  • 3 de noviembre, 2020
Ante todo quiero manifestar que es una gran alegría y una gran satisfacción tener la oportunidad de escribir en esta revista de mi gran amigo Claudio Gutiérrez, en su edición N° 250, un logro gigantesco, sobre todo en la Argentina de hoy. Un poco de Historia Cuando me pidió escribir en este número, pensé en refrescar aquellos primeros años de la minería en Argentina, cuando nos conocimos con Claudio,

Ante todo quiero manifestar que es una gran alegría y una gran satisfacción tener la oportunidad de escribir en esta revista de mi gran amigo Claudio Gutiérrez, en su edición N° 250, un logro gigantesco, sobre todo en la Argentina de hoy.

Un poco de Historia

Cuando me pidió escribir en este número, pensé en refrescar aquellos primeros años de la minería en Argentina, cuando nos conocimos con Claudio, aquellas visitas que hacía a San Julián, a Cerro Vanguardia. Desde muy temprano estuvo presente con nosotros, cuando estábamos en la factibilidad, decidiendo la construcción, y empezando con las primeras contrataciones.

Aquellos años, para los que habíamos tenido experiencia previa en minería, veníamos de una minería autóctona, doméstica, sin mucho roce internacional. La nueva minería que apareció en los 90 era toda una novedad, desde el punto de vista tecnológico, de la gestión, de la productividad, en fin era muy entusiasmante para todos, y todos pusimos una gran energía, para poner al país entre las potencia mineras globales.

Había una percepción generalizada de que algo realmente grande estaba viniendo. Se había despertado el gigante de la minería, y todos sabíamos el potencial tremendo que tenía la minería en Argentina. Y no sólo era una percepción local, también era internacional. Uno leía revistas internacionales, conferencias internacionales, y se repetía "Argentina The World New Mining Frontier", Argentina La Nueva Frontera Mundial de Minería. Bueno, en aquella época nos conocimos con Claudio, ahí empezamos a trabajar, cuando la "Nueva Minería" comenzó. Compartíamos la misma visión y esperanza.

También recuerdo las primeras trastabilladas que nos pegamos, porque sobre fines de los 90 se derrumbó el precio del oro, la onza estaba U$S 800, y su valor cayó a U$S 250. Fue un desastre, pero el envión era tan fuerte que hizo superar el contratiempo. Cuando estábamos más o menos levantando cabeza, vino el famoso affaire Bre-X en donde hubo un fraude en las bolsas de Canadá, que sacudió a las empresas de exploración, en particular aquellas que tenían proyectos en regiones sin tradición minera. Todo eso nos hizo ver, medio de prepo, que la minería no es un negocio local sino que vimos la importancia delos mercados globales y la relevancia que tiene la imagen de un país en el grado de la inversión extranjera.

Después nos sorprendió súbitamente el componente argentino en el desarrollo minero. El corralito, la devaluación, la crisis del 2001, y ahí nos dimos cuenta de la otra realidad. Que la situación local, la macro economía, impactaba muy fuerte sobre los negocios mineros, por más que trabajemos con commodities de incumbencia global.

La inestabilidad política, económica o jurídica, ralentiza la inversión porque la vuelve más cauta.

Finalmente apareció otro elemento, también novedoso en el país, el fenómeno Esquel. Fenómeno que también nos alertó, o nos sensibilizó a toda la industria acerca de la importancia crucial en las relaciones comunitarias en América Latina.

Por todo lo que significaba para la sustentabilidad del negocio minero. Pues la mayoría de las empresas inversoras en aquellos años eran internacionales, con el ejercicio de desarrollar proyectos en países del norte, y con el fenómeno Esquel se dieron cuenta de que acá en América Latina había un componente muy importante que era la responsabilidad social empresaria con un modo y práctica particular y especifica de esta parte del mundo. Se tuvo que considerar modos distintos de comunicación, y porqué no también decirlo, dela ideologización política de la minería.

Finalmente vino la primera década del 2000, con el boom de las materias primas. Eso entusiasmó a todos, nos llevó a todos de vuelta al mismo nivel de potencia y energía que teníamos en los ´90, y también tuvimos alguna desilusión porque al ser una actividad tan prospera, la minería fue objeto del tironeo entrelos distintos sectores, de los distintos stakeholders, y los argentinos no fuimos capaces de sentarnos y discutir en una mesa la minería para el bien común, sino cada uno tiró para su lado. Así vimos como muchos proyectos prometedores, fracasaron.

A modo de Conclusión

Como conclusión, a los 25 años del inicio boom minero, creo que todos, o la gran mayoría, estamos contentos, estamos satisfechos, si nos comparamos con el escenario de a principios de los ´90. Pero también como que nos hemos quedado con gusto a poco. Todos creíamos que se podría haber llegado más lejos.

Si ponemos algún ejemplo, creo que el árbol de la minería podría haber sido mucho más grande que el que tenemos hoy. Quizá, porque como decía antes, cada uno de los stakeholders, de los grupos de interés, cortó la rama que le molestaba, y al final, en donde podríamos haber tenido un frondoso eucalipto, tenemos un árbol que es un poco más grande que un bonsái.

Claudio Gutiérrez, periodista:

¿Qué puedo decir del amigo Claudio? lo conocí en aquellos años de Cerro Vanguardia, cuando la minería era todavía un embrión.

Él estaba muy entusiasmado por su condición de patagónico, y por saber que entre las dos primeras operaciones de clase mundial en Argentina, una era en su Patagonia querida.

Lo atraía y lo entusiasmaba mucho. Cuando llegaba al sur con nuestro amigo en común, José Luis Andrich, hacía entrevistas, en muchos aspectos técnicos, y después fueron torciendo su interés hacia la parte social y comunitaria.

Quizá por intuición. Se sentaban con Don Walter Schmale, quien entre paréntesis fue un precursor, un pilar fundamental de la minería que hoy disfrutamos en Argentina. Y Don Walter le tiraba pautas, un poco lo educaba en minería, y en periodismo industrial.

Y desde entonces, Claudio me acompañó haciendo reportes periodísticos frecuentes en mis actividades profesionales en Esquel, en Barrick o en Yamana, con distintos matices pero siempre desde una actitud de defensa de la actividad, de la industria.

Claudio tiene su carácter, pues es una persona aguerrida y frontal, pero él suma en la general dada su visión específica sobre la minería. Posee una mirada social, nacional, y si se quiere una mirada un tanto progresista de la minería. La cual es innovadora, porque enriquece tener miradas distintas sobre nuestra actividad.

Con esa posición innovadora, desde Prensa GeoMinera nos interpela a todos en la industria, en particular, a todos los empresarios mineros. Puede gustar o no, pero sí puedo decir que es una persona de una sola pieza y por eso lo admiro y lo aprecio tanto.

El Futuro Minero

Para concluir esta nota, quería compartir la visión que tengo sobre el futuro de la industria. El futuro depende de nosotros, de los argentinos. No solamente de los actores de la industria, sino de todos los argentinos, de los 45 millones.

Porque la industria minera, como una más de las ramas de la economía, está reclamando un país con solidez institucional, un país en donde las reglas de juego estén claras, pero no sólo para la inversión, sino para todo, para las reglas de tránsito, para los trámites, los impuestos o los contratos; en fin, para todo el sistema regulatorio y normativo. Las reglas troncales de la sociedad se deben mantener independientes de los vaivenes políticos o económicos. En ese sentido creo que la minería, como un actor más, está pidiendo solidez colectiva, que las instituciones funcionen bien, que sean previsibles, transparentes, y que den confianza.

Me parece importante también el ser transparente, comunicar el proceso de exigencia y calidad que tiene la industria minera para cada uno de sus procesos. Me parece que la gran mayoría de la gente, doña Rosa o don Ramón, desconocen todos los pasos imprescindibles y necesarios que posee la actividad para la aprobación de cada proyecto.

Ese conocimiento haría que el público común se saque los miedos de que algún proyecto se apruebe sin haber sido consultado. Una vez que el ciudadano sepa que existe toda una regulación para la minería, me parece que habrá un poco menos de espacio para los alarmistas que transmiten miedo.

Y por último, considero que es muy importante la despolitización de la industria; lograr separar la actividad económica de la actividad política. Lo mismo que el deporte, la cultura, la religión, la minería no tiene color político y no le pertenece a ningún sector o pensamiento ideológico. La minería no es de derecha ni de izquierda.

Esta industria posee todo para desarrollarse, progresar, y dar al país todo lo que el país demanda y precisa.

Finalmente, quiero saludar una vez más a mi entrañable amigo Claudio Gutiérrez, incansable luchador de la vida y de la profesión, que ojalá tenga muchos años más de éxito, y que siga manteniendo su perfil honesto, transparente y franco.

Hernán Vera

(*) Ing. en Mina. Es el profesional argentino que lideró la puesta en marcha de los yacimientos Cerro Vanguardia; Veladero y Gualcamayo.

Prensa GeoMinera