Paisajes curiosos en el norte argentino, por Ricardo Alonso

  • 3 de noviembre, 2021
El experimentado geólogo nos cuenta sobre la extraordinaria variedad de paisajes del norte de nuestro país

 

La naturaleza geológica del norte argentino, con sus rocas multicolores rotas o dobladas por la tectónica andina y una diversidad de climas, desde tropical a hiperárido, generan una extraordinaria variedad de paisajes.

Las formas del paisaje son el resultado de la interacción de las dinámicas endógenas y exógenas del planeta, que a su vez son una consecuencia de las energías interna y solar. El relieve es burilado esencialmente por los agentes erosivos del agua y el viento, a lo que se suma en algunos casos el hielo. El paisaje es la suma de las firmas ambientales superpuestas a lo largo de su evolución. De allí que deba ser interpretado como un palimpsesto geológico. En analogía con aquellos viejos papiros o pergaminos escritos y borrados muchas veces, y que guardan antiguas escrituras escondidas una debajo de la otra. Por ello el uso del término griego palimpsesto que etimológicamente significa "grabado nuevamente".

Tal como se graba un paisaje bajo el buril de los agentes meteóricos que se modifican en el tiempo. Entre los paisajes exóticos o curiosos que se han descripto en la región andina salto-jujeña-catamarqueña se cuentan: "valles de la luna", "paisajes marcianos", "paisajes de Dalí", "paisajes góticos" y "paisajes de Gaudí". Muchos lugares han recibido el nombre de valle de la luna, entre ellos las capas rojas con dinosaurios triásicos del Parque Nacional Ischigualasto (San Juan). Sin embargo, en los Andes Centrales dichos paisajes se encuentran relacionados con la erosión de capas de sal de roca. Es el caso del emblemático Valle de la Luna en San Pedro de Atacama, dentro de la Cordillera de la Sal. O bien algunos paisajes laberínticos formados en la Puna, en el interior de formaciones de sal gema antigua, caso de Tolar Grande, Pastos Grandes, Hombre Muerto y Antofalla. Esas capas de rocas evaporíticas que afloran en las serranías próximas a los actuales salares, se depositaron en el pasado geológico, entre 5 y 7 millones de años atrás. Las serranías son producto del acortamiento de la tectónica andina y de los efectos erosivos que acontecieron desde que quedaron expuestas a los agentes meteóricos. O sea viejos salares fuertemente arrugados por el acortamiento y la compresión andina. Caminar de noche por el interior de esos valles de sal fósil, laberínticos, con el sonido lúgubre del viento y la iluminación natural de la Vía Láctea como techo y firmamento, es una experiencia única e inolvidable. La Puna tiene también un gran muestrario de capas rojas o "red beds", estratos que se formaron durante el período Terciario en un ambiente oxidante. Allí el hierro férrico actuó como un cromóforo tiñendo de un color rojo sangre o hematítico los granos y partículas minerales. El clima árido, la ausencia de vegetación y los colores rojos intensos dan lugar a la generación de esos paisajes, que por analogía se designan como "paisajes marcianos", en alusión a lo que muestran las imágenes del planeta Marte. Ejemplos espectaculares de estos paisajes se encuentran en la ruta que une el salar de Pocitos con Tolar Grande (Siete Curvas, salar del Diablo, Cuesta de Navarro, etcétera); en el borde oriental del salar de Arizaro; entre los salares de Pozuelos y Pastos Grandes; en Farallón Catal, un islote interior del salar del Hombre Muerto; en la región de Antofalla, entre otros. Un paisaje exótico y curioso se despliega en la ruta del Paso de Jama, entre Jujuy y Chile. El camino atraviesa unas lavas de vidrio volcánico conocidas como ignimbritas y que provienen de las grandes erupciones volcánicas que formaron la caldera de La Pacana. Se destacan unas coloraciones grises, rosadas y blanquecinas, además de la escasa a nula vegetación. Pero lo llamativo son las formas de erosión trabajadas mayormente por el viento. Esas geoformas erosivas eólicas adquieren la apariencia de objetos o seres que recuerdan un cuadro surrealista. De allí que hayan sido bautizadas como el paisaje o desierto de Dalí, en referencia al pintor español Salvador Dalí. Esas geoformas eólicas en ambientes volcánicos se repiten a lo largo del eje andino y abarcan también a Chile, Bolivia y Perú. Asimismo, se encuentran representadas en las magníficas calderas volcánicas Galán y Cerro Blanco, en la Puna catamarqueña. El geógrafo alemán Franz Kuhn anduvo por la Quebrada de Humahuaca en la década de 1920. Allí observó una serie de rasgos del paisaje que le llamaron la atención por la forma de órganos musicales o por su apariencia de catedrales góticas como las que existían en su tierra. Les llamó "Paisajes Góticos", término que rescatamos de uno de sus viejos artículos. Cuando se recorre el norte argentino, preferentemente los valles y fosas tectónicas de la Cordillera Oriental, se encuentran formaciones de conglomerados de los períodos Terciario y Cuaternario, que se erosionan con esas formas llamativas. Los estratos de conglomerados terciarios que yacen casi verticales son los que mejor representan el paisaje gótico como se aprecia en el Paso de las Flechas, cerca de Angastaco, o en la Quebrada del Toro entre estación Maury y Alfarcito. Las geoformas, llamadas analógicamente "tubos de órgano", por ese instrumento musical de las catedrales, se dan mayormente en conglomerados del período Cuaternario. Ejemplos espectaculares ocurren entre Coiruro y Tumbaya, en la Quebrada de Humahuaca. También se los aprecia, aunque incipientes todavía, en ambas márgenes del río Mojotoro, entre El Angosto y Betania. En la región de Seclantás se encuentran unas rocas coloradas del Eoceno que se lavan dejando unas formas curiosas que recuerdan la arquitectura de Gaudí. Esas geoformas aparecen en la Quebrada de Montenieva y en las cuevas de Acsibi. Se dan allí fenómenos de lavado de las rocas del tipo que genera el karst mediterráneo en calizas, pero que en este caso reciben el nombre de karst falso o seudo-karst.

El 15 de octubre de 2021 Andrés Alejandro Soliz defendió su tesis de geología en la Universidad Nacional de Salta bajo la dirección de la Dra. Vanina López de Azarevich y el suscripto, la que versó sobre ese singular paisaje del Valle Calchaquí y su definición en el marco del patrimonio natural.

Las formas maravillosas

La tesis titulada “Geología del sector este de Seclantás y propuestas para la designación de patrimonios geológicos según los parámetros Unesco”, abordó la génesis del paisaje en esa región calchaquí y la descripción de geoformas de erosión señaladas como “badlands” (tierras malas), “gullies” (cárcavas), “pinacles” (pináculos), “pipes” (tubos) y “hoodoos (pilares de tierra)”. Existe toda una terminología analógica e imaginativa para dar nombres a esas geoformas, tales como hongos, puentes, dedos, diablos, salamancas, obeliscos, damas con sombreros, penitentes, frailes, flechas, castillos en ruinas y así sucesivamente. Dichos rasgos erosivos van a depender de las litologías presentes y de los agentes meteóricos dominantes. Litología hace referencia a los terrenos, que pueden ser más o menos porosos, más o menos permeables, con intercalaciones de rocas duras y blandas, etcétera. Los agentes meteóricos pueden ser el agua y el viento, entre los dominantes en el norte argentino, aunque también el hielo puede jugar un papel clave en algunas regiones. La presencia de bloques rocosos sueltos o capas duras cementadas por carbonato o sílice protegen de la erosión a los materiales que infrayacen a dichos obstáculos naturales y dan esas formas tan curiosas como los “hoodoos”, damas con sombreros, dedos de dios o del diablo, hongos o como se quieran llamar, incluso con nombres eróticos variados. De vuelta, la naturaleza hace su trabajo de burilado del relieve y el ingenio popular les asigna nombres pasajeros o que quedan permanentes en las toponimias regionales (Puente del Diablo, Paso de las Flechas, Los Castillos, El Anfiteatro y muchos otros). Los aspectos geográficos, geológicos y geomorfológicos del paisaje en su espectacular naturaleza y belleza atraen por igual a científicos, fotógrafos, artistas y turistas. Muchas geoformas se transforman en geositios y pueden ser declaradas geoparques. Aunque parezca redundante, hoy se habla cada vez más de geoturismo, geoeducación y geoética para involucrar a esas actividades científicas y recreativas que han ganado un lugar nuevo en congresos científicos y en organismos internacionales.

El Tribuno