Catamarca: Los Apuntes del Secretario cuestionan al radicalismo por rechazar la invitación al diálogo que propuso Jalil

  • 6 de abril, 2022
Mientras comienzan a acallarse las voces que rodearon a la primera convención del año de los radicales, surgen variadas lecturas políticas.

 

Una de ellas tiene que ver con rechazar el diálogo con el gobierno, para lo cual se parte de sofismas que, fácticamente, no pueden justificarse. Dialogar siempre es bueno, mucho más si te invitan a hacerlo desde las cumbres del poder. Al gobernador Jalil le dijeron “no queremos conversar con vos” y éste, dejando de lado el pretendido desaire, aseguró que los volverá a invitar. Si esto fuera boxeo, los jurados anotarían un round ganado por el primer mandatario. Los convencionales que sesionaron el sábado no entendieron que el arte de la política se construye desde la inteligencia, la creación y el intercambio de ideas. Por el contrario, al parecer, ratificaron que se sienten más cómodos en la confrontación permanente, precisamente lo que no quiere la gente que, en forma mayoritaria y sin distinción de colores, apuesta por los entendimientos. Quizá lo hacen por una jugada que hace 32 años, cuando ocurrió un crimen que le atribuyeron al poder de turno, les salió redonda y les sirvió en bandeja 20 años de administración de la provincia. Ese escenario hoy no existe. Aun con pobreza, algunas calamidades y hasta pasajeros descontentos, en Catamarca reina la paz y funcionan las instituciones de la democracia.

“La posición de Facundo Manes”

A propósito de los sofismas. El sábado se habló de imposiciones y se puso como ejemplo la ruptura del viejo Consejo de la Magistratura, al que el gobierno reemplazó por un comité evaluador de los futuros magistrados y, en aras de despolitizarlo, puso al frente a un decano universitario que tiene más identificación con la oposición que con el oficialismo. También hubo críticas para el aumento de los miembros de la Corte de Justicia que pasaron a ser 7 en lugar de 5. En ambos casos, esos hechos sucedieron porque la UCR dejó el recinto a disposición de los peronistas. Estando presentes en el edificio de Ayacucho y República, la mayoría de sus integrantes no ingresaron a la sesión. Con solo hacerlo frenaban todo lo que hoy lamentan porque el gobierno no tenía número para alcanzar los dos tercios reglamentarios. Por ello resulta inaudito que sigan hablando de avasallamiento. Deberían tomar el ejemplo del correligionario Facundo Manes que, cuando todos sus compañeros dejaron las bancas por una frase del presidente Fernández el pasado 1 de marzo, fue el único que permaneció en su asiento y no le tembló la voz para declarar “me preguntan por qué me quedé. Ya probamos con no escucharnos y así estamos. No coincido con muchas cosas del discurso (de Alberto Fernández), pero si no lo escucho no puedo opinar. Más empatía y menos grieta es igual a más desarrollo inclusivo. La Argentina del futuro será de los que nos quedamos”. ¡Inapelable!

Una confusión de roles

“La sociedad nos dio un rol y en consecuencia actuaremos” se dijo en la convención y hubo críticas al barrer. Para ellos todo está mal. No funcionan la salud, la educación, la seguridad, el empleo público, la administración financiera, la política minera y hasta hubo –aunque fuere indirectamente- reparos para una eventual reforma de la Constitución. Autocrítica cero, claro está. Dijeron que Jalil, en lo más rescatable de los discursos, anunció una reforma del Estado que se transformó en aumento del número de ministerios, otorgamientos a mansalva de cargos políticos y de los puntos índices que usufructúan los militantes. Para eso, claramente, fue el mandato de la sociedad, no para criticar todo, tratar de utilizar a la Justicia como plataforma política y rechazar el diálogo. El mandato fue para terminar con las reelecciones y no cumplen con apuntarle al intendente Ferreyra. Cumplirán el día que encabecen la lucha por la reforma de la Constitución, la que contiene los vicios que bien aprovechan los políticos.

¿Y la reforma de la Carta Orgánica?

Pensar en una convención que únicamente sesione para hacer catarsis y solo “pegarle” al gobierno no es misión excluyente del máximo órgano deliberativo de la UCR. Eso lo hace todas las semanas el bloque de diputados partidario o los concejales de los diferentes distritos. Antes que eso está la organización interna y predicar con el ejemplo. Cómo se puede hablar de un enemigo virtual si adentro de la propia casa se cometen enormes atropellos institucionales. Por ejemplo, no dejar hablar a quien se anime a realizar la mínima autocrítica, algo que puede hacer cualquier afiliado sin necesidad que tenga el rótulo de convencional. Cómo se pueden perder horas de repetida perorata cuando la carta orgánica sigue taponando la apertura democrática que se reclama desde hace más de dos décadas.

La legitimidad de los convencionales

En referencia a los cálculos aritméticos que surgen de toda Convención, se afirmó que de los 77 que aseguraron el quórum, 39 de ellos pertenecían al espacio celeste que siempre condujo Oscar Castillo. Si en verdad se trata de fieles seguidores, cosa que ponemos en duda, ratificamos que el veterano dirigente mantiene poder y tratará de aplicarlo desde la Convención, utilizando y dejando de lado a figuras promisorias como Francisco Monti, quien legalmente es la cabeza del comité provincial (reemplazó de hecho a la extinta Marita Colombo), aunque hasta ahora no haya observado ejecutividad. Este comentario viene a cuento de que los convencionales que hoy tienen “voz y voto” no fueron elegidos directamente por la masa de afiliados. Surgieron de la única lista que se aprobó para las elecciones internas del 7 de febrero de 2021. La otra fue borrada de un plumazo por las exigencias inalcanzables de la carta orgánica. Ergo: podrán ser convencionales con todas las de la ley, pero nunca tendrán legitimidad en tanto no ganen una interna sin estratégicas tramperas.

Bachiani y RT Inversiones

La detención en la República Dominicana de Leonardo Cositorto, el CEO de la llamada Generación Zoe que estafó a miles de ciudadanos en una buena parte del país, fue una de las noticias más leídas por legiones de catamarqueños que ingresaron al juego piramidal para sacar ventajas económicas fáciles y rápidas. Todos ellos mantienen la esperanza de recuperar los dineros que pusieron bajo la administración de Adhemar Bachiani o RT Inversiones mientras, por lo bajo, mascullan sus dudas y temores. No deberían existir éstas últimas si desde ambas empresas prometieron que habrá devolución, lo cual parece lógico si se tiene en cuenta que millones y millones de pesos o dólares no pueden desaparecer de un día para el otro. La política y la Justicia –especialmente la federal- no son ajenas a estos casos, por lo que no extrañaría que la situación tenga peligrosos desvíos y se mantenga en el tiempo. Con la extradición de Cositorto (alineado políticamente con altas figuras de la política como Rodríguez Larreta o María Eugenia Vidal), que se cumpliría en los próximos días, por analogía, pueden comenzar a aclarar algo estos temas que tienen preocupados a más de uno.

Recuerdo: Los paros en tiempos de Menem

“Pueden hacer uno y mil paros, igual no vamos a cambiar el rumbo”, expresaba el expresidente Menem hace treinta años atrás,  aunque aclaraba que su gobierno “no va a declarar ilegal” una eventual medida de fuerza que pudiera adoptar la CGT-Azopardo que lideraba Saúl Ubaldini- Eran tiempos difíciles para el menemismo, que ya llevaba ocho meses en el gobierno y no encontraba la fórmula para frenar la inflación. No era la de estas épocas, que puede rondar en un 50% anual. En aquel entonces, variaba del 60 al 100% mensual, aunque debemos aclarar que traía el arrastre de la hiperinflación alfonsinista. De todas maneras, se trataba de los prolegómenos de la implantación de la tristemente célebre Ley de Convertibilidad, aquella del 1 a 1, que iba a llevar al país hacia un verdadero abismo. Saúl Ubaldini y otros gremialistas críticos del gobierno nacional -podemos nombrar entre ellos a Víctor De Gennaro y Hugo Moyano- fueron derrotados en la interna gremial y, durante varios años, mostraron impotencia para sofrenar la avanzada antiliberal que llevó adelante el expresidente Menem.

El Esquiú