Maurice de Thierry y las aguas radiactivas, por Ricardo Alonso

  • 30 de mayo, 2022
La historia suele sorprender con algunos personajes que dejaron una estela difusa en temas esenciales.

 

Es el caso de Maurice de Thierry sobre el que existe una escasísima información biográfica. Se sabe sí que estuvo en Salta estudiando las aguas termales de El Sauce en el departamento de General Güemes y luego las de Rosario de la Frontera. En ambos casos interesado en la radiactividad de esas aguas termales. No hemos podido averiguar ni la fecha de nacimiento ni de su muerte. Sí que era un médico francés porque él mismo lo declara en la firma de un cuadro sin fecha que se conserva en los pasillos del Hotel Termas de Rosario de la Frontera, titulado "Emanatorium", donde figura que actuaba como "Médico de la Legación y del Consulado de Francia en Buenos Aires", y además como "Médico jefe del Servicio Médico y Técnico del establecimiento". Esto debió ocurrir luego de 1915.

Hasta esa fecha estaba en Buenos Aires como funcionario del Estado en el cargo de "Jefe de la Sección de Aguas Minerales" de la Dirección General de Minas, Geología e Hidrología del Ministerio de Agricultura de la República Argentina.

Por los trabajos que dejó publicados pareciera que su especialidad fue la química de las aguas termales y su uso médico (crenoterapia), con énfasis en las radiactivas. Es interesante observar que estaba compenetrado con las investigaciones que se habían hecho en Francia en torno a la radiactividad, y en tal sentido cita en sus trabajos autores de renombre con los cuales al parecer estaba abiertamente familiarizado.

Entre ellos a los esposos Marie y Pierre Curie, a los que menciona recurrentemente. A propósito, Marie Curie tenía previsto venir a la Argentina luego de su viaje a Brasil en 1926, pero nunca llegó.

Los secretos de la radiactividad

El interés de Madame Curie eran precisamente las aguas radiactivas. ¿Estaría en esos planes visitar a M. de Thierry en Buenos Aires? No lo sabemos. En uno de sus textos M. de Thierry señala, además: "Acabamos de ver que los cinco gases raros se encuentran entre los elementos gaseosos de todas las fuentes minerales. Hace nueve años se estudiaron unos treinta de estos gases espontáneos que se escapan de las fuentes termales". Y agrega: "Los sabios que se ocuparon de este asunto son: Charles Moureu, Rayleigh, W. Ramsay, H. Kaiser, Ch. Bouchard, Henrich Moisan, Nasine, Andalini, Salvadori, Lepape, etc., y el autor de este informe". Con lo cual se considera parte de los estudios que se desarrollaban en Francia en torno a la radiactividad y sus manifestaciones.

Thierry dice haber sido alumno del profesor Armand Gautier, un bioquímico francés que hizo su doctorado en 1862 con una tesis sobre las aguas potables francesas y escribió un curso de química en tres volúmenes en 1887. Por sus escritos se descubre que estaba al tanto de los conceptos químicos de principios del siglo XX, entre ellos el uso de la espectroscopia para identificar elementos. Téngase presente que la radiactividad del uranio fue descubierta en 1896 por el físico francés Antoine Henri Becquerel.

En un párrafo del estudio que hace en Salta sobre las aguas termales de El Sauce comenta que trabajó con Becquerel en ese año de 1896 junto a Ch. Henry, Niewenglowski y Troost.

En 1898, Marie Curie agregó el torio a los elementos radiactivos y en 1903 se identificaron los rayos alfa, beta y gama a partir de los trabajos de Thomson, Crookes, Rutherford y Soddy, de todo lo cual M. de Thierry al parecer estaba actualizado.

Thierry hace muchas referencias al "nitón", nombre que se le dio originalmente al radón, gas noble producido por la desintegración del radio.

En 1904 Rutherford sugirió que la radiactividad proporciona una fuente de energía suficiente para explicar la existencia del Sol durante los muchos millones de años necesarios para la lenta evolución biológica propuesta por Charles Darwin.

Lord Kelvin había argumentado una Tierra mucho más joven basándose en la insuficiencia de fuentes de energía conocidas. Sin mencionar a Rutherford y sin entender bien la teoría, de Thierry sugiere que la descomposición del uranio generaría suficiente calor para mantener la temperatura del Sol por 200 a 300 millones de años. Igualmente era una Tierra bastante arcaica para esos tiempos en que todavía no se habían datado las rocas más antiguas y los meteoritos, que finalmente establecieron la edad del planeta en 4.567 millones de años.

Aquel centenario

La Argentina del fastuoso primer centenario de 1910 fue enormemente atractiva para muchos europeos que llegaron a instalarse para trasladar sus saberes en diversos campos de la cultura, las artes y las ciencias.

Una figura mayor de esos años fue Enrique Hermitte (1871-1955), que había estudiado en Francia en la Escuela Superior de Minas de París, donde obtuvo su título de ingeniero de minas. Hermitte ingresó en 1892, a los 21 años de edad, como empleado del Departamento de Geología y Minería, y en 1904 quedó a cargo de la División de Minas, Geología e Hidrología.

Es probable que Hermitte haya conocido a M. de Thierry en París y lo haya invitado a venir a nuestro país para hacerse cargo de la sección de Aguas Minerales. En 1912 ya lo tenemos ocupando ese cargo y además publicando un primer trabajo, junto al ingeniero agrónomo Pablo Lavenir, sobre las aguas surgentes de "Argerich" (F.C.S.), en la provincia de Buenos Aires. También es de 1912 otro estudio que hizo sobre las aguas termo-minerales de la provincia de San Juan.

En agosto de 1911 llegó a Salta para estudiar las fuentes termales de El Sauce y las de “Aguas Calientes”, en las regiones de El Bordo y General Güemes. Vino acompañado por el ingeniero de minas Eduardo de Miribel. Estaba interesado en la radiactividad de las aguas, pero además produjo un estudio físico-químico muy completo que publicó en Buenos Aires en 1913. Curiosamente uno de los elementos que intentó analizar fue el litio, del cual dice que no fue detectado en las muestras de Salta, pero sí en cambio como vestigios en las de Argerich, en Buenos Aires. En Francia para entonces se habían encontrado muchas fuentes con litio y sus estudios médicos estaban referidos a la posibilidad de usarlas contra los cálculos renales. Hoy los campos geotérmicos ricos en litio están siendo reconsiderados e investigados para su explotación en el marco de las nuevas tecnologías de uso en baterías y electromovilidad.

El trabajo más completo de M. de Thierry es el que publicó en 1915 y tituló “Ensayo de clasificación de las aguas minerales de la República Argentina”. Son 150 páginas donde resume el conocimiento que se tenía hasta entonces de los estudios sobre fuentes termales en el país. Llamó la atención sobre la composición química de las aguas, su temperatura, radiactividad y aplicaciones médicas o crenoterápicas. En 1916, un nuevo investigador de las aguas termo-minerales, el Dr. Hércules Corti, entre otras termas estudió las de Rosario de la Frontera. Corti publicó en 1916 un trabajo sobre las aguas de Argerich y de Gualeguay, con fuertes críticas a los trabajos de M. de Thierry.

Las termas de Rosario

Suponemos que para entonces, de Thierry ya no trabajaba en el Ministerio de Agricultura de la Nación ni era más el jefe de la Sección de Aguas Minerales. Al parecer, era médico del consulado francés en Buenos Aires, a cargo de la construcción de un “Emanatorium” en Rosario de la Frontera. Para entonces ya había muerto el Dr. Antonio Palau (1837-1906) y la empresa Seguí-Tornquist administraba el complejo termal. M. de Thierry dirigió lo que él mismo describe como una “pieza cerrada en la cual se desprende continuamente gases invisibles radiactivos se llama Emanatorium”. Y señala que “esos gases captados, privados del vapor de agua que contienen y dirigidos en una sala bien cerrada pueden producir sobre las personas sometidas a su influencia una acción terapéutica potente”.

Luego abunda en lo que son las “aguas vivas” y las “aguas muertas”, los cuidados y peligros de su uso, la utilización de los barros termales radiactivos, las aguas para baños y bebidas, etcétera.

Especulamos que M. de Thierry debió nacer en Francia, posiblemente París, en la década de 1860. Que trabajó en la década de 1890 con los descubridores de la radiactividad, entre ellos Henri Becquerel, tema en el que se especializó. Que llegó a la Argentina alrededor de 1910, ocupó un cargo de director nacional por unos cinco años y renunció. Que vino a Salta en 1911 para estudiar las fuentes termales de El Sauce. Que en la década de 1920 estuvo relacionado con el establecimiento médico de las Termas de Rosario de la Frontera donde creó su “Emanatorium”. Todo lo demás es misterio en cuanto a la biografía de un personaje por demás interesante para la historia de nuestra provincia. Muchos de los conceptos que se usaron en este artículo provienen de un estudio inédito sobre Maurice de Thierry desarrollado en conjunto con el químico argentino-australiano Dr. Carlos M. R. Sorentino.

El Tribuno