Día Internacional de la Mujer: Reconocimiento y valoración a esa verdadera "mujer minera"
- 8 de marzo, 2023
Siempre es muy bueno conmemorar. Por eso, desde nuestra redacción, queremos dirigir algunas palabras para la mujer minera.

Mucho se habla de quien acepta el desafío de convertirse a en trabajadora de una de las industrias más duras y machistas del mundo. El desafío de ser una minera.
Como todos sabemos, las mujeres llevan adelante una extensa lucha a lo largo de la historia en busca de conseguir igualdad y derechos para ser respetadas y tratadas como se merecen ante la ley, igual que como ocurre con sus pares masculinos hace cientos de años. Por eso, en el Día Internacional de la Mujer se busca conmemorar la lucha por su participación dentro de la sociedad, su desarrollo íntegro como personas y principalmente, su emancipación o liberación en diferentes puntos y aspectos de la vida misma. Si bien se “celebra” todos los 8 de marzo, fecha institucionalizada por las Naciones Unidas en 1975. Hoy desde estas páginas esa lucha la hacemos extensiva a cada trabajadora minera argentina que despliega su labor en los miles de yacimientos de las distintas categorías que posee esta actividad.
La paquetería propia de los embellecedores de una realidad paralela, inventada y hasta podría ser ficticia, quiere, o pretende, envolver en un bello y colorido embalaje a cuanta mujer deambule por las inmediaciones de una empresa minera. No es un prejuicio. Hablar de una minera necesita saber de astucia, valentía, sacrificio y convicción.
Nuestra minera sabe de renunciamientos sociales y familiares. Al instante en considerar la opción de convertirse en empleada de esta actividad industrial sabe, en el menor de los casos, que debe ausentarse por catorce días o siete, ya que someterse a un régimen como el que poseen en esta industria decíamos que es de renunciamientos. Tal el caso podría ser cocinarles todos los días del año a sus hijos; cuidarlos, acompañarlos y compartir el hogar en forma diaria. Verlos crecer día a día. A esto, sumarle de que debe someter a sus afectos inmediatos a nuevas formas de relacionamiento. Horarios y ausencias.
Tras recorrer varios yacimientos a lo largo de más de dos décadas por nuestra labor periodística, supimos encontrar diferentes historias. Similares motivos, con coincidencias o diferencias, pero que nunca le quitaban valor y autenticidad a esa mujer que, al ingresar a la labor minera, sabía y comprendía que significaba la llegada de muchos cambios.
Hubo maestras que dejaron el aula para someterse a nuevas situaciones laborales. Madres de diferentes condiciones que se sumaron a la exigencia de riesgos extremos, otras, deseosas de apostar a un futuro diferente, ese que no se les presentó en otras variables lucrativas. Ser minera tiene en sí mismo un alto significado.
Los desafíos no eran solo emocionales, esos que pesan y condicionan temporalmente; hubo que hacerse fuerte para abrazar esa intención de mostrar y demostrarse que eran capaces de igualar en diferentes fajinas a los hombres. Sin perder su condición, había que igualarlos en la función. Así, se convirtieron en una realidad creciente, en una fuerza laboral ascendente y superadora. Manejan camiones y maquinarias de gran porte. Reparan maquinarias impensadas. Asimilaron cualidades que sólo eran mitos de que era exclusividad el temple masculino.
En su inclusión sufrió bromas, destrato, acosos, indiferencia y disímiles exigencias para sólo comprobar si aguantaban o complicarles la permanencia en sus puestos. Pero, se debe destacar que uno de los grandes logros es que la mujer humanizó la industria, aportó algo impensado para un mundo laboral de hombres. Trajeron consigo el sentido común y supo hacer una simbiosis, de menor a mayor, con el otro género. No fue fácil. Costó, pero la convicción y la fuerza pudieron más. Echaron por tierra aquella subestimación de cocinar y lavar platos. Demolieron las presunciones que hablaban acerca de la afectación que la amplitud térmica las debilitaría o que el polvo les afectaría con mayor dureza sus pulmones. Nada de eso las detuvo.
Esto no sólo sucedió en los yacimientos mineros metalíferos. Esa garra comenzó a imponerse en diferentes ramas y categorías de la minería. Es común verlas complementar tarea en cementeras, caleras o en las piedreras o areneras. Falta mucho aún, pero hubo contundentes y ejemplares sucesos que permiten especular que estemos en los inicios.
A fines de la primera década del siglo XXI fue el sindicato minero, nucleado en la Asociación Obrera Minera Argentina, quienes batallaron ante legisladores y gobernantes a los efectos de lograr y así fue, que la mujer sea aceptada en el socavón. Se dejaron atrás las viejas historias y mitos de que la mujer no podía estar en una mina (salvo el 4 de diciembre en el festejo de Santa Bárbara) así fue que esa cuestión quedo desechada. La racionalidad y maduración de los tiempos, puso fin a esos impedimentos culturales-supersticiosos que, con la llegada de la “Nueva Minería”, a fines de los años noventa, y a pocos años de ello, se obtuvo este significativo y enorme logro.
Si bien hoy, cuando se quiere cuantificar la presencia femenina dentro de todo el sector se suman hasta las mujeres que pasan por la puerta de las oficinas y son consideradas “mineras”, en este “Día Internacional de la Mujer”, preferimos rendir homenaje a las que consideramos las verdaderas representantes de la industria.
Las que renunciaron a las exigencias de una sociedad que condiciona o subyuga el perfil de una mujer. Aquí no hay chances de pretender errarle a la definición. No son más o mejores, son distancialmente diferentes. No hacen trabajos de hombres, se complementan; no pueden distraerse frente al espejo o utilizar a cualquier momento su celular. Se privan de cumpleaños, aniversarios, fiestas familiares, y por eso sentenciamos que optan. No cumplen horarios específicos y acomodados. Pero son muy eficientes y altamente calificadas, así se desprende de los dichos de sus empleadores.
La mujer minera de estos días, recorre los caminos del país esgrimiendo cualidades únicas y sorprendentes. No se miden por la calidad de sus comidas o quehaceres domésticos, trascienden por la exactitud de las labores en rutas; utilizando motoniveladoras o interpretando lineamientos de nuevas tareas. Saben graduar lo que ganan y lo que se pierden, sus corazones entienden que un bien mayor, a veces, sacrifica lo menor. Y las familias acompañan, entienden y reconocen esta decisión.
Nuestra minera sabe de polvo, de casco, de maniobras delicadas o bruscas. Comprenden y asimilan comportamientos y se fortalecen al ver que otras mujeres ocupan cargos significativos o jerárquicos y eso las hace sentir que no están solas.
Por eso nos reconforta saber que la mujer minera de cada yacimiento gana igual que su compañero. Conjugan a la perfección aquel principio de las leyes laborales que exigen “a igual trabajo igual remuneración”. Ese es otro gran logro grupal que obtuvo AOMA.
Desde esta redacción le deseamos un reivindicativo Día de la Mujer a cada miembro de esta industria. Pero, especialmente, a cada minera, que aun son pocas, las que surcan valles, montañas, cerros y mesetas para cumplir su labor. Las que cumplen y despliegan su exigente oficio con hidalguía, fortaleza, sacrificio y amor.
Nuestro reconocimiento y deseo de un futuro mejor e innovador.
Feliz Día Internacional de la Mujer. “Feliz Día Mineras”.
La redacción de Prensa GeoMinera.
Prensa GeoMinera