Mendoza busca reactivar una industria abandonada hace más de 20 años
- 4 de junio, 2024
La provincia identificó una vasta región en la cordillera de los Andes que cuenta con yacimientos de cobre.
Las autoridades intentan aprovechar un mercado en auge necesario para la transición mundial a la electrificación.
Si bien la principal fuente económica de Mendoza son su viñedos de Malbec, reconocidos mundialmente por su calidad, también cuenta con otros recursos que permitirían incrementar las arcas provinciales y nacionales. En estos días, el gobierno provincial está tomando tomando medidas para estimular la exploración de sus yacimientos de cobre, industria que durante mucho tiempo había sido rechazada como consecuencia de las restricciones y la burocracia.
El cambio de disposición se se debe al interés en aprovechar un mercado en auge necesario para la transición mundial a la electrificación. De hecho, las autoridades ya identificaron una vasta región en la cordillera de los Andes, cuyo tamaño es similar al de Nueva Jersey, que podría comenzar a explotarse en el corto tiempo. Incluso, el nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, intenta desregular la economía del país para impulsar el crecimiento.
“Tenemos más de 300 propiedades mineras en el limbo debido a obstáculos ambientales”, señaló en una entrevista a Bloomberg Línea, Emilio Guiñazú, titular de la agencia provincial de promoción minera Impulsa Mendoza. “Eso es lo que estamos abordando con esta medida, para que los mineros concreten su deseo de ponerse a trabajar a Mendoza”.
El impulso de la provincia por el cobre se produce en un momento clave para el metal industrial. El temor a la escasez provocó una suba récord en los precios y llevó a los productores de metales a recorrer todo el mundo en busca de oportunidades para explotar nuevos yacimientos o adquirir rivales.
Cabe señalar que, aunque en la década de 1980 se detectaron yacimientos de cobre en la provincia, las autoridades nunca abrieron las puertas a la minería y hace 20 años que no se realizan prospecciones serias. Además, se instaló un sentimiento antiminero que culminó en 2019 cuando el entonces gobernador, poniéndose del lado de los ecologistas, vetó una ley que habría permitido a los mineros utilizar productos químicos como cianuro y ácido sulfúrico.
Malargüe, la tierra prometida
Los proyectos a los que Mendoza apunta ahora en su región de Malargüe, al sureste de El Teniente en Chile, una de las mayores minas de cobre del mundo propiedad de Codelco, producirían el metal sin esos químicos prohibidos. “Tenemos que dejar de llorar por lo que no podemos hacer y concentrarnos en lo que sí podemos hacer”, dijo Guiñazú.
Fortescue Ltd., First Quantum Minerals Ltd. y otras mineras menores canadienses ya manifestaron su interés en los yacimientos, comentó Guiñazú. Hasta el momento, ni Fortescue, con sede en Perth, y First Quantum, de Vancouver, no respondieron a solicitudes de comentarios.
Además de la autorización ambiental general en Malargüe, que podría llegar en septiembre, los legisladores modificaron recientemente el código minero de Mendoza para reducir la burocracia y establecer condiciones más claras para hacer negocios.
Malargüe está lista para el desarrollo, ya que las comunidades están interesadas en la inversión y los puestos de trabajo que la minería puede generar, con concesiones por debajo de la altitud de los glaciares protegidos y lo suficientemente lejos de los viñedos como para que la competencia por el agua no sea un problema, explicó Guiñazú. Los proyectos de cobre en la provincia de San Juan, que limita al norte con Mendoza, enfrentan estos problemas medioambientales y sociales.
Entre los actuales propietarios en Malargüe se encuentra el magnate local de la energía Marcelo Mindlin —uno de los varios petroleros argentinos que están dando un giro hacia los metales— y el grupo chino Hanaq, según Guiñazú.
RM
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