Mendoza: Girando en el óvalo, sin solución: agua, vino, minería y las sospechas eternas, por Marcelo Torrez

  • 26 de julio, 2024
Momento clave para el futuro de la provincia

A los habituales enfrentamientos de temporada con los gremios estatales –particulares durante el período de discusiones salariales en paritarias–, que trastocan los servicios de Salud y de Justicia específicamente, el gobierno de Alfredo Cornejo le ha sumado la apertura de otros frentes de conflicto, ahora con buena parte de la fuerza económica tradicional de la provincia compuesta por los históricos viñateros, pequeños productores, pymes de diferente laya, comerciantes y emprendedores varios del sector. Con lo que, desde hace varios meses, casi el mismo tiempo de vigencia en el poder de las administraciones provincial y nacional, el clima social y de convivencia no ha dejado de ser inestable, pesado, algo amargo y pesimista.

El gobierno provincial se debate entre la incertidumbre y molestia que causan los cambios, las modificaciones y transformaciones impulsadas, las que han venido a desordenar en gran medida aquel acostumbrado desmadre en el que se vivía hasta la llegada al poder del liberalismo en la Argentina, y aquella alegoría dialéctica de que lo mejor está por venir. El que quiera creer que crea.

Con una mezcla de convencimiento propio más lo que viene impuesto por las circunstancias y el nuevo orden inaugurado por el mileísmo, Cornejo se abrió camino con un paquete de reformas al estado de las cosas, algunas de ellas dejadas incompletas de su primer paso por la gobernación. El convoy de leyes en Salud, las nuevas normas en Seguridad y el mayor torniquete al gasto que obligó a aumentos de sueldos públicos más que contenidos desatando una mini crisis, por caso, en el servicio de Justicia sofocada pocas horas atrás, han marcado el ritmo y el tenor de los primeros meses de gestión.

Los tradicionales adversarios al desarrollo en la provincia, también reconocidos como aquellos sectores poseedores de una capacidad envidiable para hacer mucho ruido y batifondo con el fin de evitar que el estatus quo de las cosas sufra modificación alguna en definitiva, y se mantenga inalterable, advirtieron de entrada nomás que se sumergirían a una atmósfera algo maloliente para sí cuando el gobierno transparentó la intención de crear el Distrito Minero Malargüe, que contiene más 300 permisos de cateo y prospección los que, por estas horas, se encuentran a las puertas de la aprobación de la declaración de impacto ambiental. Si entre estos sectores sólo se computara al ambientalismo y a los que manifiestan una cerrada defensa de lo que consideran el agua pura en Mendoza, se estaría cometiendo una clara injusticia, además de contraerse una deuda con los datos que descubre la realidad. Aquí también hay que sumar a la vastísima agricultura, con sus múltiples caras y que como en política se dice del peronismo, contiene a la izquierda, la derecha, al rico, al pobre, al crédulo, al inadvertido, al especulador y manipulador, a la biblia y el calefón.

Hoy, cuando la marcha de transformaciones que ha vuelto a emprender Cornejo, como lo hiciera en su primera gestión detrás de los “bolsones de ineficiencia” descabezando ahora instituciones como el Instituto de Desarrollo Rural (IDR), el instituto de Desarrollo Comercial (IDC) y el programa de lucha activa contra el granizo, un coro de voces adversas apareció con algo de potencia. Allí hay un poco de todo y mucho de especulación y aprovechamiento político del malestar. Se adiciona la oposición a un nuevo código de aguas que el gobierno ha puesto en consideración y que pretende sea discutido y aprobado en la Legislatura para el mes de setiembre.

Los críticos están convencidos de que el mentado código no es otra cosa que un Caballo de Troya que transporta a los abanderados de la minería metalífera que dejaría sin agua a la industria madre tradicional. Sostienen, entre otras cosas, que el nuevo régimen esconde un cambio en las actuales prioridades que tiene el uso del agua en la provincia, que arrancan con el consumo humano, sigue con el arbolado público, el riego agrícola, las industrias, el turismo y la minería. Ese nuevo sistema también prevé analizar la entrega de agua por volumen y por demanda, en vez de la asignación por hectárea; posibilitaría transferir el derecho de agua cuando no se use a otra propiedad y una revisión integral del uso y distribución en época de cambio climático y escasez.

En verdad y en términos amplios, la provincia no sólo tiene que debatir qué hacer con su matriz económica, asunto en el que está sumida sin resolución concreta desde varios años atrás, sino también atender el incierto momento por el que pasan los eslabones más pequeños y vulnerables de la otrora poderosa industria vitivinícola mendocina, cada año que pasa más concentrada en las manos de los grandes, dejando a la deriva a decenas y decenas de minifundistas.

Ahora que se ha puesto en discusión la eliminación de la lucha antigranizo, escala a niveles cada vez más visible la distribución de la pirámide, donde los mayores perjudicados terminan siendo los pequeños sin espalda para sostener años de malaria. Sobre el tema, ha sido el mismo gobierno el que ha advertido la situación en un documento extra oficial que circuló horas atrás, en medio de las discusiones sobre el sistema de lucha antigranizo: “Se observa claramente –dice el escrito– una merma de productores pequeños, que dejan de producir sus tierras, abandonan la actividad y sus propiedades, pasan a ser compradas por otros actores, provocando un proceso constante y progresivo de concentración de la tierra. Sin dudas el abandono es multicausal, hay razones de la macroeconomía, y las hay también familiares. Pero el dato objetivo, es que el daño por contingencias climáticas graves requiere capacidad económica para sobreponerse. El abandono de la finca por la imposibilidad de contar con los recursos necesarios, se traduce en familias de productores que terminan migrando a los centros urbanos, en condiciones precarias a nivel laboral o social, y acentuando el desarraigo de nuestra ruralidad.  Esto lo vemos todos en toda la provincia, y estamos trabajando para modificar esta tendencia“.

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