Lola Mora, su hermano Romualdo y el petróleo salteño, por Ricardo Alonso
- 23 de septiembre, 2024
Lola Mora fue una artista plástica salteña de trascendencia universal.
Sus obras engalanan desde plazas, jardines, monumentos y parques argentinos, hasta palacios europeos. Sin olvidar esculturas en cementerios o en casas particulares, entre un sinfín de aportes al arte y a la cultura. A estos hay que sumar sus desvelos por el petróleo y la minería de Salta.
Lola soñaba con la explotación de petróleo no convencional a partir de la quema de esquistos bituminosos que se habían conservado en las capas cretácicas de la Formación Yacoraite, una caliza depositada en la época de los dinosaurios y de amplia distribución en el norte argentino. Así lo dejó escrito en un folleto que publicara en 1926. Tituló a su trabajo "Combustibles, problema resuelto" y lo firmó como L.M.H., iniciales que retrotraían a Lola Mora Hernández, aun cuando hacía años se había separado del tal Hernández, más joven que ella y que portaba el blasón de estar emparentado con el autor del Martín Fierro.
En minería todavía se recuerdan sus prospecciones de oro y cobre en la Quebrada del Toro y en la Puna, con sus tres fieles peones de Rosario de Lerma y su perro Bimbo, aprovechando los primeros rieles que iban escalando el edificio andino rumbo a la alta cordillera. Alguna fotografía, posando ella al lado de una locomotora a vapor del Huaytiquina, se conserva todavía en los registros históricos.
El incansable buceador en la biografía profunda de Lola Mora, el profesor e historiador Antonio David Sorich encontró otra prueba contundente de Salta como cuna de Lola Mora (1866-1936).
Recordemos que por una cuestión bautismal y de límites, entonces en desarrollo, surgió la teoría de que Lola Mora había nacido en Trancas, Tucumán. Cuando en realidad su lugar de nacimiento fue la finca El Dátil, en La Candelaria (Salta). Hoy se cuenta con información pétrea proveniente del Segundo Censo de la Nación Argentina que envió a realizar el presidente José Evaristo Uriburu el 10 de mayo de 1895. En aquellas actas de San Miguel de Tucumán, donde vivía entonces Lola Mora, en el folio 1270, aparece ella y declara que es nacida en Salta, al igual que el resto de su familia. Como toda mujer de su tiempo que se precie mintió la edad, declarándose seis años más joven. Lo mismo hizo Ascensión Isasmendi de Dávalos, en Molinos, que se sacó cuatro años cuando fue censada por Sarmiento en 1869.
La jardinería
Al comentar esta anécdota en una charla del Club de Jardinería N° 1 de Salta, una de las socias me dijo: íbien hecho! Y me reclamó que no era de caballeros andar recordando estas cosas de los pliegues de la historia. En su homenaje y de todas las mujeres que se dedican al noble arte de la jardinería dedico esta nota. Y hablando de jardinería, hay una anécdota, probablemente apócrifa, que escuché en un congreso en Alemania, referida al barón Alexander von Humboldt, el gran sabio de Europa. Según dicen cuando se lo presentaron a Napoleón éste le preguntó a qué se dedicaba. Humboldt para hacer la cosa sencilla le dijo: "a las plantas". A lo que Napoleón contestó: "íAh, igual que mi esposa!" Recordemos el interés de Josefina por las plantas y jardines en el palacio de Malmaison, donde contó con la ayuda de Aimé Bonpland.
Precisamente una de las facetas menos conocidas de Lola Mora es su interés en parques y jardines. Sus diseños de paseos durante su estadía en Jujuy fueron puestos en valor por el gobierno de esa provincia recreando en los últimos años la caminería de Río Chico. Jujuy, además, le dedicó un monumento y un complejo cultural rescatando la memoria de la gran salteña.
También en Salta se la homenajeó debidamente dando su nombre al magnífico Museo de Bellas Artes.
Visión petrolera
Un tema menos conocido es su visión petrolera en la cual la acompañó su hermano menor Romualdo Mora (¿?-1931). La historia reconoce a Francisco Tobar como uno de los pioneros del petróleo salteño por sus enormes esfuerzos en la "Mina República Argentina" que dio pie al establecimiento de YPF en el norte. En esos tiempos las concesiones de petróleo se pedían como minas. Menos conocido es el rol que tuvo don Carmelo Santerbó quién le vendió sus derechos a Tobar en la primera década del siglo XX. Santerbó y Romualdo Mora exploraron petróleo en cada quebrada de las Sierras Subandinas y fueron pidiendo propiedades mineras en Iquira, Capiazuti, Acambuco, Yariguarenda, Piquirenda y otras, en donde el aroma de la vegetación se confunde con el fuerte olor de los aceites minerales. En estas aventuras los acompañaba su amigo, el periodista español José Rodriguez Rebollar (1893-¿?), quien dejó algunos comentarios en sus recuerdos de prensa.
Eran los tiempos en que el geólogo italiano Guido de Bonarelli llevaba adelante los estudios que sentarían la base del conocimiento científico de la región. Entre 1917 y 1918 Lola Mora vino en varias oportunidades desde Buenos Aires a Salta para realizar la compra de propiedades petroleras en el norte. Gastó en ello una gran suma de dinero. según se desprende de las escrituras públicas en las cuales participaron reconocidos escribanos salteños como Tomás Zapata y Waldino Riarte.
Las escrituras demuestran que adquirió 16 propiedades y pagó sumas de varios miles de pesos moneda nacional, abonando entre 3.000 y 6.800 pesos por cada concesión. Muchas de las propiedades habían sido mensuradas por el reconocido Ing. Vicente Arquati. Este Arquati es quien mencionó en 1890 que en Ipaguazú dio con una toldería de indios matacos que se iluminaban con el betún que ponían en cañas secas utilizando petróleo de un manadero cercano.
Entre los propietarios que le vendieron a Lola Mora, según investigué en las escrituras públicas, se encuentran el Dr. José María Solá (abogado), Juan Mariano Solá, el relojero italiano César Cimino, el agrimensor austríaco Teodoro Jovanovich, Luis Busignani, el Dr. Arturo Figueroa (abogado), Walter Donson Campbell y el escribano Waldino Riarte.
Entre las propiedades petroleras adquiridas figuran Illapi, El Destierro, Quebrada de Ticuariyuti, quebradas de Tuyuti, Iquira, Zuncán y Capiazuti, San Lorencito (con aguas termales), Don Marino (Zanja Honda), Río Piquirenda y Tres Quebradas. También compró el 50 % de la mina "Milagro" en la Quebrada de Galarza, cuya otra mitad quedó en manos de Tristán Garnica. Entre los colindantes se menciona a su hermano Romualdo Mora dueño de "La Panteonera", a Carmelo Santerbó, Pedro Tarr, Liberato Gerona y Guillermo Olivera. Como testigos en las actas de compra figuran Roberto del Carril, Adolfo Bravo Zabaleta, Pablo L. Didier, el Dr. Antonio Ortelli, Enrique J. Rauch, Ernesto M. Soria y Carlos M. Rauch.
Pioneros
En el Boletín Oficial de Salta del 29 de marzo de 1918 salió el decreto del gobernador Abraham Cornejo (1874-1940) y su ministro Manuel Ramón Alvarado (1882-1953) donde se reconoce a la señora Dolores Mora de Hernández Otero como propietaria de todos los derechos mineros mencionados en las escrituras públicas de referencia.
El mencionado periodista Rodríguez Rebollar escribió una interesante nota sobre Lola Mora el 14 de noviembre de 1948 en el diario El Intransigente (Salta). Allí afirma, y cito, que: "Carmelo Santerbó y Romualdo Mora, hermano este de la gran artista, fueron los descubridores de la riqueza petrolífera de Salta. Verdad histórica poco divulgada con respecto al último. Ambos vivieron pobres. Posteriormente a la viuda del primero la Legislatura de Salta le acordó una pequeña pensión para ayudarla en su angustiosa subsistencia". Y luego remarca: "¡Hay que ver los millones de oro negro que siguen brotando de ese subsuelo que aquellos exploraron, escudriñando las montañas y la selva a costa de sufrimientos y peligros!".
Téngase en cuenta que aún no se había descubierto Campo Durán. El artículo de Rodriguez Rebollar, amigo de Romualdo y Lola, habla de la vida de la artista durante su estadía en Salta mientras vivía en el Hotel Plaza y cuando ya su fortuna había declinado. El empresario hotelero era el español Francisco Bun, bondadoso y quijotesco, que le había abierto una cuenta corriente a Lola para que saldara como pudiera sus cuentas. No le quería cobrar y Lola se ofuscaba si se lo decían. Estaba segura de poder negociar alguna de sus minas y cubrir sus gastos. Agregaba el español: "Esto de las minas es una ilusión de su talento artístico y ni siquiera intento contradecirla".
Recuerda también Rodriguez Rebollar la amistad de Lola con la propietaria del edificio del hotel, la señorita Benjamina Ortiz Viola y la maestra Laura Alvarado, hermana del ministro Manuel R. Alvarado. Las tres solían departir alegremente en los salones del hotel y ocupar un palco en el aristocrático cine Güemes. La recuerda ya entrada en años, como "una dama menuda, vivaz, movediza, cabellos blancos, de ojos vivísimos, de frente despejada y de facciones y aptitudes delicadas".
En pocas palabras se refiere a Lola así: "Rindamos el homenaje que merece su alcurnia artística, su talento, su sensibilidad, su nobleza de sentimientos, su altivez espartana, su tesón y su constancia". Lola Mora y su hermano Romualdo merecen un destacado lugar en la historia desconocida del petróleo salteño.
El Tribuno