"Los Ceosaurios y los Ceosapiens", Por el Dr. Ricardo Rodríguez

  • 23 de septiembre, 2024
Detalles, referencias y contenidos de la segunda edición de "Relaciones Laborales Sustentables, un modelo antropológico para el SXXI"

En la segunda edición del libro de mi autoría, “Relaciones Laborales Sustentables, un modelo antropológico para el SXXI”, estamos incorporando dos nuevos capítulos: “CEOSAURIOS, una especie en extinción y el nacimiento de los CEOSAPIENS, una evolución natural en el mundo del trabajo”; y "De la Teoría a la Práctica: Encíclicas Sociales y su Impacto en el Mundo Laboral desde un Enfoque Antropológico"

Las encíclicas papales son cartas o documentos emitidos por el Papa, generalmente dirigidos a los obispos, y para toda la feligresía católica, como también para todas las personas interesadas. Estas encíclicas abordan temas de importancia social, moral, o doctrinal, y buscan guiar a la Iglesia y a los creyentes en cuestiones relevantes para la vida

Entre las encíclicas sociales se destacan, la Rerum Novarum (1891) de León XIII, que aborda la cuestión social y los derechos de los trabajadores, promoviendo la justicia social en respuesta a la Revolución Industrial, centrándose en la dignidad del trabajo y en la necesidad de una relación justa entre empleadores y empleados; la Quadragesimo Anno (1931), del Papa Pío XI, escrita en conmemoración del cuadragésimo aniversario de Rerum Novarum, que focaliza los problemas socioeconómicos de su tiempo, criticando tanto el capitalismo desenfrenado como el socialismo; enfatizando asimismo sobre la necesidad de poner por obra una economía basada en principios éticos con base en la justicia social.

La carta, Pacem in Terris (1963) de Juan XXIII, que trata sobre la paz y los derechos humanos; la Centesimus Annus (1991), publicada por el Papa Juan Pablo II, sobre los cambios acaecidos en el orbe, desde la primera encíclica social hasta su tiempo, que defiende el sistema de economía de mercado, siempre que esté orientado al bien común, a la dignidad humana, y a la trascendencia de la libertad.

La encíclica, Laborem Exercens, del Papa Juan Pablo II (1981) que se centra en la importancia y en la dignidad del trabajo humano, trabajo y capital, derechos de los trabajadores, problemas del desempleo, trabajo y familia, y espiritualidad del trabajo.

La carta papal, Laudato Sí (2015) de Francisco I, que se centra en el cuidado del medio ambiente, la ecología, la mayordomía de la casa común, el cambio

climático, la contaminación, la pérdida de biodiversidad, haciendo un

llamado a la responsabilidad de todos en el cuidado del planeta.

Su vinculación con las Ciencias Sociales

Las encíclicas exploran las problemáticas sociales a la luz de la fe cristiana, con el objetivo de informar a la razón humana y son reveladoras del modo en que vivimos y estructuramos las sociedades, planteando desafíos éticos conducentes a la construcción de mejores porvenires para la humanidad.

Tratan de manera vinculante, campos y objetos de estudio que revisten interés pleno para las Ciencias Sociales. Así, la Teoría del conflicto, economía y desarrollo, ética y moral, cambio social, relaciones internacionales, entre un sinnúmero de espacios curriculares con aplicación pragmática.

Estos documentos no solo ofrecen una perspectiva teológica, sino que también influyen en el análisis y la comprensión de fenómenos sociales, económicos y políticos desde una perspectiva antropológica iusnaturalista, aportando al campo de lo científico la mixtura perfecta entre justicia y ética, ofreciendo ese imprescindible espacio común y convergente en el que nadie se queda fuera.

Su vinculación con el Mundo del Trabajo desde un abordaje antropológico no mecanicista.

El trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia de la humanidad en la tierra. Así, también relevante es el trabajo como disciplina del conocimiento, por ello, el patrimonio de las diversas ciencias dedicadas al estudio de la persona humana: la antropología, la paleontología, la historia, la sociología, la psicología, etc. testifican en torno de la realidad del trabajo y de su universo relacional.

La teología, logos de Dios, cree en la humanidad, piensa en la criatura humana y se dirige a ella, no sólo a la luz de la experiencia histórica, no sólo con la ayuda de los múltiples métodos del conocimiento científico, sino ante todo a la luz de la palabra revelada del Dios vivo.

Al hacer referencia al hombre (genérico), ella trata de expresar los designios eternos y los destinos trascendentes que el Dios vivo, Creador y Redentor ha unido al hombre.

El hombre es la imagen de Dios, entre otros motivos por el mandato recibido de su Creador de someter y dominar la tierra. En la realización de este mandato, el hombre, todo ser humano, refleja la acción misma del Creador del universo.

El trabajo entendido como una actividad transitiva, es decir, de tal naturaleza que, empezando en el sujeto humano, está dirigida hacia un objeto externo, supone un dominio específico del hombre sobre la tierra y a la vez confirma y desarrolla este dominio. Está claro que con el término «tierra», del que habla el texto bíblico, se debe entender ante todo la parte del universo visible en el que habita el hombre; por extensión, sin embargo, se puede entender todo el mundo visible, dado que se encuentra en el radio de influencia del hombre y de su búsqueda por satisfacer las propias necesidades.

La expresión “someter la tierra”, utilizada en el libro de Génesis de las Escrituras Sagradas tiene un amplio alcance. Implica todos los recursos que la tierra (e indirectamente el mundo visible) encierra en sí y que, mediante la actividad consciente del hombre, pueden ser descubiertos y oportunamente usados. De esta manera, aquellas palabras, puestas al principio de la Biblia, no dejan de ser actuales. Abarcan todas las épocas pasadas de la civilización y de la economía, así como toda la realidad contemporánea y las fases futuras del desarrollo, las cuales, en alguna medida, quizás se están delineando ya, aunque en gran parte permanecen todavía casi desconocidas o escondidas para el hombre.

Si a veces se habla de período de aceleración en la vida económica y en la civilización de la humanidad o de las naciones, uniendo estas aceleraciones al progreso de la ciencia y de la técnica, y especialmente a los descubrimientos decisivos para la vida socio-económica, se puede decir al mismo tiempo que ninguna de estas «aceleraciones» supera el contenido esencial de lo indicado en ese antiquísimo texto bíblico. Haciéndose — mediante su trabajo— cada vez más dueño de la tierra y confirmando todavía su dominio sobre el mundo visible, el hombre en cada caso y en cada fase de este proceso se coloca en la línea del plan original del Creador; lo cual está necesaria e indisolublemente unido al hecho de que el hombre ha sido creado, varón y hembra, «a imagen de Dios». Este proceso es, al mismo tiempo, universal: abarca a todos los hombres, a cada generación, a cada fase del desarrollo económico y cultural, y a la vez es un proceso que se actúa en cada hombre, en cada sujeto humano consciente. Todos y cada uno están comprendidos en él con temporáneamente. Todos y cada uno, en una justa medida y en un número incalculable de formas, toman parte en este gigantesco proceso, mediante el cual el hombre «somete la tierra» con su trabajo.

Por ello, las encíclicas han tenido un impacto significativo en el mundo del trabajo, influyendo en la manera en que se abordan temas laborales y sociales, reafirmando la importancia de los derechos laborales: salario justo, condiciones de trabajo dignas, protección contra el abuso laboral.

El trabajo, por tanto, no es solo una actividad económica, sino una expresión de la dignidad humana llevando a un mayor reconocimiento de la importancia de crear entornos laborales que respeten la dignidad de los trabajadores y promuevan su bienestar, auspiciando la idea de que las empresas tienen una responsabilidad social más allá de la maximización de beneficios, que consideran el impacto social y ambiental de las actividades empresariales.

Lo propio ha inspirado iniciativas de economía colaborativa y modelos de trabajo que enfatizan quehacer conjunto y el apoyo mutuo, fomentando una reflexión ética sobre el trabajo.

La ética (ethos) amparo, sustento y cobijo involucra lo colaborativo e interdependiente y dialógico.

En dicho marco, el de la común unidad, a la que nos interpela el Evangelio de Cristo, la idea de la sustentabilidad se hace plausible y apropiable.

En la Argentina, las verdades teológicas han permeado el universo del trabajo toda vez que se enfatiza la promoción de derechos laborales, la negociación colectiva, las políticas de inclusión social, de igualdad salarial y la eliminación de la violencia en el ámbito laboral y el compromiso con el medioambiente mediante el ejercicio activo y efectivo de la responsabilidad social empresaria.

Finalmente, el corpus de encíclicas mencionado, ha ampliado la mirada antropológica del libro que nos ocupa, impulsándonos éste a transitar por procesos de introspección organizacional, a desarrollar una filosofía deempresa que involucre acciones desde el ser, la identidad y la cultura: centro y el motor del desarrollo organizacional, eslabón fundacional, apto para alcanzar los desafíos, metas, plan de negocio y objetivos operacionales, liderados por CEOSAPIENS.

Prensa GeoMinera.