Demanda de mano de obra para la industria minera: ¿son suficientes en cantidad y calidad?, por Marcelo Bellini

  • 8 de enero, 2025
Hablar de recursos humanos preparados en minería en la Argentina significa hacer un recorrido por tres aspectos esenciales de la educación: capacitación, escuela media y universidad.

La primera tiene relación con aquellas personas que se han desempeñado en la actividad a lo largo de muchos años y que han adquirido experiencia por “contacto”, porque lo heredaron de sus padres o abuelos o, sencillamente porque nacieron y crecieron al lado de una mina o una calera. Estos “expertos manuales” carecen de fundamentos teóricos, desconocen muchas veces los por qué de ciertas cosas, pero saben hacer el trabajo. Solamente hay que brindarles capacitación en higiene y seguridad, ajustándolos a las normas del “hacer las cosas bien y con seguridad” explicándoles que, el hacer bien las cosas, también resulta en una mejor y mayor producción, aprovechando al máximo los recursos que dispone, y también darles el fundamento técnico de por qué hacer de una manera u otra, ciertas actividades rutinarias que realizan cotidianamente.

Allí es donde debe intervenir el empresario, invirtiendo en capacitación para mejorar su producción. Este tipo de operario yo diría que es el que próximamente va a ser demandado por las empresas en las diferentes etapas de un proyecto minero.

Hoy en día, la actividad ha progresado enormemente, se ha mecanizado, se ha informatizado, es decir, la tecnología ha superado a la fuerza de los brazos, del martillo y el cincel, del golpe con la maza, incluso la denominada Minería 4.0 ya es una realidad.

Es aquí donde aparecen, muy interrelacionados entre sí, la escuela media y la universidad.

La minería de hoy exige un grado de capacitación importante que, “por imperio de la ley”, ha desaparecido en muchas provincias. Aquellos mandos medios que ejercían la tarea de capataz, jefe de sección o jefe de turno, contaban con ciertas herramientas que le permitían un cierto grado de capacidad y de manejo de personas. Debemos recuperar ese “mando medio” con tecnicaturas o títulos intermedios. En efecto, casi no hay Técnicos Mineros y son pocos los Técnicos Universitarios con orientación en alguna de las operaciones mineras que hoy egresan. Algunas provincias, como San Juan, han comenzado a apostar por formar Técnicos Superiores, además de los Universitarios que ya se forman desde hace más de 2 décadas.

La universidad merece un párrafo especial. Las universidades donde se enseña Ingeniería de Minas, han realizado importantes transformaciones, muy positivas, a partir de la actualización de sus planes de estudio. Los han homogeneizado, han acreditado sus capacidades para enseñar y han incorporado la tecnología y el conocimiento que demandan las empresas que hoy se desempeñan en nuestro país.

En mis épocas de estudiante, los casos testigo para enseñar minería eran Mina Aguilar, Farallón Negro, Sierra Grande y Río Turbio. Hoy, algunos de ellos lo siguen siendo, pero también se han agregado Cerro Vanguardia, Bajo La Alumbrera, Veladero, Gualcamayo, Cerro Moro, Lindero, Pirquitas, entre otras.

Hoy debemos preparar también a nuestros futuros ingenieros para cuando los proyectos de cobre se conviertan en minas de cobre, particularmente en los procesos de beneficio de ese metal, lo mismo que viene sucediendo con el litio.

Sin embargo, no todo es gran minería. No todo es metalífero. No todo es oro. También se sigue formando a los futuros ingenieros haciéndoles saber que las caleras existen, están en producción, y son y serán necesarias para la minería del oro y el cobre, y que las rocas de aplicación y minerales industriales también son minería.

LOS NUEVOS DESAFÍOS, LA NUEVA ENSEÑANZA.

El cambio más significativo en la metodología de enseñanza ha sido la incorporación de la computadora y, más precisamente, de la enseñanza de los softwares aplicados a la exploración, cubicación, diseño de la mina, planificación, entre muchos otros que hoy se aplican en la actividad.

Este es uno de los ejes centrales hoy en día de la preparación y capacitación que reciben los futuros profesionales universitarios.

No obstante, no se han descuidado otros aspectos no menos esenciales como son: el cuidado del ambiente, el uso de tecnologías limpias, los nuevos desarrollos tecnológicos en equipos y maquinaria, el manejo y administración de recursos humanos y el dominio del idioma inglés. Todas estas cualidades son parte de la formación de los ingenieros de hoy.

¿QUÉ INGENIERO NECESITAMOS?

Ya en octubre de 1998, en las conclusiones del IV Congreso Argentino de la Ingeniería, realizado en Buenos Aires, se decía que “el Ingeniero debería lograr por la acción de su formación académica y la progresiva adquisición de experiencia, que el ejercicio de la profesión le per¬mita adquirir el siguiente perfil profesional”, resaltando entre otros aspectos:

             Capaz de desenvolverse en el contexto de la sociedad democrática y de mercados globalizados, solidario con el bien común y respetuo¬so de los mejores valores del espíritu humano.

             Tener conocimientos sólidos de las Ciencias Básicas, para darle rigor lógico a sus juicios y capacidad para abordar las Ciencias de la ingeniería, eslabón necesario entre las Ciencias Básicas y las tecnologías.

             Analizar los fenómenos naturales com¬prendidos en su especialidad, como así también los aspectos económicos, jurídicos y sociales inheren¬tes a su profesión, de forma de proponer, desarrollar y dirigir las transformaciones tecnológicas correspon¬dientes a sus proyectos.

             Concebir proyectos, apli¬cando criterios de diseño, cálculo, medición, cons¬trucción, operación y mantenimiento de sistemas pro¬pios de su especialidad.

             Desarrollar un enfoque sistémico en el tratamiento de un problema, para comprender plena¬mente la interacción de todos los elementos involucrados en él, aplicando un enfoque integral éti¬co, social, técnico, económico y ecológico.

             Participar o dirigir inves¬tigaciones en los campos de la ciencia aplicada y de las Ciencias puras.

             Poseer sólidos conocimientos sobre Administración de la Gestión Empresaria, lo que involucra poder dominar la previsión, el planeamiento, la organización, la conducción y el control de las or¬ganizaciones puestas bajo su dirección.

             Poseer conocimientos adecuados sobre la administración de recursos escasos, para evaluar económicamente las solucio¬nes técnicas propuestas.

             Desarrollar un elevado nivel de creati¬vidad, racionalidad e iniciativa en la aplicación de los recursos humanos, naturales, físicos, técnicos, finan¬cieros y de información puestos bajo su responsabi¬lidad, de forma de lograr los mejores resultados es¬perados de los mismos.

             Utilizar sus conocimientos para de¬sarrollar enfoques creativos frente a los problemas, que le permitan lograr soluciones específicas adap¬tadas a cada circunstancia.

             Integrarse a grupos interdisciplinarios de trabajo, teniendo en claro el rol que como ingeniero le competerá en los mismos.

             Buena capacidad de análisis y síntesis y una actitud de comprobación siste¬mática de la validez de los supuestos sobre los cua¬les se basan sus afirmaciones.

             Vocación para comprometerse en un proceso de aprendizaje por vida, teniendo la mente abierta y receptiva a nuevos conocimientos y a nuevas formas de hacer.

Luego de este breve recorrido por las diferentes capacidades que deben reunir hoy los profesionales ingenieros en la Argentina para desempeñarse en la actividad minera, nos obligamos a hacer la siguiente pregunta: ¿Son y serán suficientes los ingenieros y técnicos para cubrir las necesidades actuales y futuras?

La respuesta que surge inmediata es NO. La nueva pregunta es ¿POR QUÉ?

Según un ejercicio mental realizado con otros colegas, si hoy se pusieran en marcha 3 de los proyectos de cobre que se encuentran en la provincia de San Juan, serían necesarios aproximadamente 300 a 350 ingenieros en diferentes especialidades, correspondiendo a los ingenieros de minas o metalurgistas, un 20-25%, número que no está actualmente disponible en forma inmediata. Eso nos plantea un desafío mayúsculo a la hora de promocionar nuestras carreras, pero también de incorporar en las asignaturas que tenemos a cargo, los contenidos que en la actualidad se requieren para entregar a la industria un profesional preparado para afrontar los desafíos tecnológicos actuales.

Este análisis previo se refiere a la cantidad, ¿y la calidad?

Nuestro compromiso es no dejar de brindar a nuestros alumnos capacitación y actualización permanente. Buscar sinergias entre la universidad y las empresas. Buscar una “sociedad” que permita al alumno tener dominio de los conocimientos y habilidades requeridas por la empresa de hoy y a la empresa entregarle un producto que satisfaga plenamente sus necesidades. Igualmente, los profesionales activos deben volver a la universidad para capacitarse en forma frecuente y los docentes debemos ir hacia la producción para nutrirnos de los avances actuales.

La participación de la industria es clave. Sin su interés y colaboración, difícilmente se obtendrá alguna mejora. Experiencias cercanas (Chile), así lo demuestran. Las asociaciones mineras (Colegio, Cámaras Empresarias) también deben participar. Son el vínculo ideal entre las universidades, el gobierno y la industria. Asumamos este compromiso.

Dr. Ing. Marcelo Bellini

Director Instituto de Investigaciones Mineras

Fac. de Ingeniería - UNSJ

Prensa GeoMinera