La antiminería de la Pastoral Social cumple 20 años, por Eddy Lavandaio

  • 28 de enero, 2025
La consecuencia de predicar desde la ignorancia, pero con el poder y la influencia de la Iglesia, tuvo sus efectos.

La ignorancia no es un pecado. Tampoco es un delito. Los seres humanos nos pasamos la vida aprendiendo cosas, pero a medida que vamos aprendiendo también nos damos cuenta de que cada vez hay más cosas que seguimos ignorando.

Tal vez por eso existen las universidades que forman profesionales idóneos en diferentes campos del saber, para que sean ellos los que solucionen nuestras ignorancias. Si queremos hacer una casa llamamos a un arquitecto y si pescamos una neumonía llamamos al médico. Pero, cuidado. No tenemos que equivocarnos llamando al arquitecto para que nos cure la neumonía y al médico para construir la casa.

Cada profesional posee los conocimientos necesarios para hablarnos y hacernos recomendaciones sobre los temas de su incumbencia. Así funcionan las cosas cuando se hacen con seriedad.

Hoy tenemos que ocuparnos de un tema muy doloroso para las familias de los mineros católicos directamente relacionado con las consecuencias de "hablar sin saber" y negarse a consultar a los profesionales idóneos.

En el año 2004, casi diez años después que la Argentina decidiera poner en primer plano la protección ambiental como uno de los requisitos imprescindibles para llevar a cabo cualquier actividad minera (Ley 24.585, y reglamentos posteriores) y en una llamativa coincidencia con campañas desarrolladas por la multinacional Greenpeace, la Pastoral Social de Bariloche se dedicó a elaborar y repartir parroquia por parroquia panfletos y extensos documentos destinados a desacreditar a la minería.

En la práctica comenzaron a inculcarle a los feligreses el "miedo a la minería".

En el año 2005 la Pastoral Social de la Iglesia de San Carlos, Mendoza, hizo público un documento de cuatro páginas, distribuido a través de las Parroquias Inmaculada Concepción, de La Consulta, y San Juan Bosco, de Eugenio Bustos, y difundido por el Sr. Daniel Rubén Núñez, titulado "Lo que nos preocupa en el Valle de Uco" y con un subtítulo que textualmente decía "En defensa de la VIDA y por AGUA PURA le decimos NO a la minería contaminante".

Si se oponían al trabajo de los mineros y eso era defender la vida, daban a entender que la minería era la muerte. Así se inculcó el miedo como forma práctica y eficaz para inducir a que el pueblo, por temor, niegue licencia social a cualquier emprendimiento minero.

En todos los casos, los llamados "documentos" estaban plagados de errores, verdades distorsionadas y datos falsos que en el libro "Minería: Perón y después" (Lavandaio E., Edit. Dunken, 2021) nos encargamos de explicar con muchísimo detalle.

Y en ese mismo libro mostramos el contraste entre las diatribas de la Pastoral Social y las opiniones y comentarios favorables de los sacerdotes de San Juan que, como buenos cristianos que conocen de cerca a los mineros y a sus familias, explicaban los beneficios que les trajo la actividad minera a los sanjuaninos.

Así quedó evidenciada la ignorancia de los responsables de la Pastoral Social de la Iglesia Católica que no tuvo ni quiso tener ningún asesoramiento de profesionales idóneos en minería.

Lo decimos así porque el autor de esta nota, junto con otros tres colegas, mantuvimos una entrevista con el Sr. Arzobispo de Mendoza, Monseñor José María Arancibia, el 1 de julio de 2005. Le comentamos sobre la información sesgada que activistas de la Pastoral Social estaban distribuyendo entre la población, le hicimos conocer nuestras inquietudes y ofrecimos colaboración, asesoramiento, dictar conferencias, y proporcionar material e información sobre nuestra profesión y nuestra participación en la actividad.

Cinco años después, el 25 de noviembre de 2010, con el mismo grupo de profesionales, mantuvimos una entrevista con el Obispo Monseñor Sergio Buenanueva. En esta oportunidad volvimos a expresar nuestras inquietudes y a ratificar nuestro ofrecimiento de colaboración y asesoramiento. Sin embargo, nunca nos llamaron ni preguntaron nada. La consecuencia de predicar desde la ignorancia, pero con el poder y la influencia de la Iglesia, tuvo sus efectos.

Lo vimos en Uspallata, en el año 2010, cuando se quiso abrir una mina para producir y dar trabajo a mucha gente. En ese escenario, el Cura Párroco, junto con otros ecologistas, se encargaron de transmitirles el miedo a los pobladores y muchos de ellos se rebelaron contra el proyecto minero, provocando una lógica división entre ellos.

Por un lado, los pobres, los desocupados, los indigentes esperanzados en conseguir un empleo que les permitiera un sostén digno para sus familias, y por el otro lado los pudientes del pueblo convencidos por el temor inducido para negar la licencia social al nuevo emprendimiento.

En el mes de octubre, unos días antes de la audiencia pública que debía realizarse en Uspallata a raíz del proyecto minero, el arzobispo José María Arancibia y el obispo auxiliar Sergio Buenanueva se reunieron con el Ejecutivo provincial para presentar el documento de la Pastoral Social en el que .... "le comunicaban al Gobierno Provincial que" ..."Observaban con preocupación el progresivo deterioro de la convivencia ciudadana en Uspallata y la alteración de la paz social".

Sin dejar de lado la circunstancia de que la división del pueblo fue provocada por ellos, vale la pena reproducir el último párrafo de ese comunicado para entender sus intenciones ..."invitamos a Uspallata a seguir luchando. No se trata de ideologías o dogmatismos, sino de peligros ciertos para la vida, la convivencia social y el desarrollo integral de Mendoza."

Nuevamente se insistió con la mención de los peligros para la vida repitiendo implícitamente que los mineros representaban a la muerte.

A pesar del tiempo transcurrido, hay una pregunta inserta en el libro citado que aún no nos hemos podido contestar ......"Si el Gobierno Argentino tomó medidas destinadas a promover una actividad productiva para bien del país y paralelamente le impuso normas de seguridad y de protección ambiental ... ¿¿Cuál es el motivo que impulsó a la Pastoral Social de la Iglesia Católica a oponerse a la promoción de inversiones, a la creación de fuentes de trabajo digno y a combatir la noble tarea de los trabajadores mineros que producen los minerales que todos usamos, con argumentos que no tienen nada que ver con la fe religiosa?".

Hoy en día el Arzobispo de Mendoza es Monseñor Marcelo Colombo, un reconocido antiminero (diario Los Andes, 27/05/18) que sigue en la misma línea que sus antecesores. Tal vez por eso ha repetido que la Ley 7.722 se hizo para cuidar el agua cuando todos sabemos que no es así. Se sancionó para impedir la apertura de las minas Don Sixto, Sierra Pintada y San Jorge, que ya estaban en condiciones de empezar a producir, y a poner trabas a proyectos posteriores.

Pero lo más insólito es que después de veinte años de inducir el "miedo a la minería" para que la población niegue la licencia social la siga mencionando como un requisito para aprobar un proyecto. Primero habría que informar a la población sin engaños y recién después hablar de la licencia social.

Lo ocurrido en Uspallata pocos días atrás, cuando un grupo de manifestantes antimineros llevaron adelante un peligroso acto de vandalismo incendiario contra la inauguración de una Cámara de Proveedores Mineros, lamentablemente debe considerarse como una más de las consecuencias del temor inducido durante tanto tiempo.

¡Qué lindo sería que los sacerdotes de la Iglesia Católica se acerquen a las minas, a los mineros y a sus familias! Que haya una iglesia en cada mina de cierta importancia para que sus párrocos convivan con ellos y puedan informar a sus superiores que la actividad "no es la muerte" sino una oportunidad de empleo digno para que más familias argentinas puedan lograr el desarrollo familiar que se merecen.

Eddy Lavandaio

Geólogo. Matrícula COPIG 2774A. Miembro de la Asociación Geológica de Mendoza.

Memo