La desinversión de años impide a la Argentina aprovechar los precios máximos de oro

  • 10 de septiembre, 2025
La producción de oro en la Argentina cae 6% en un año, en una tendencia por falta de exploración e inversiones, a pesar del récord de precio de la onza.

Por Carolina Putelli

La producción cayó, entre 2024 y 2025, más de un 6% a pesar de que la onza vale más de 3.500 dólares. Las mineras venían alertando este escenario y pusieron el foco en la exploración que no se hizo en los últimos 10 años. Mientras tanto, el RIGI no puede alcanzar a estos proyectos.

En minería algunos problemas se ven venir con años de anticipación, aunque no siempre es posible evitarlos. En 2023, cuando el litio empezaba a posicionarse en la agenda pública, la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM) estima que podría haber un bache de 10 años sin que iniciara otro proyecto.

En 2024 insistieron con este escenario posible y en entrevistas recientes, Roberto Cacciola, el titular de la entidad, lo mencionó nuevamente aún en momentos en que gran parte de los ingresos por exportaciones mineras responden a los embarques de oro.

Los números sostienen esta posibilidad. Entre 2025 y 2024, según los datos a junio que publicó el Indec, la baja fue del 6.6%. Esto no solo ratifica una caída continua de los últimos años, sino que también, al menos en ese periodo, está acelerándose.

Todo esto sucede mientras el oro no deja de batir récords en su valor. El pasado 3 de septiembre logró otro valor nunca visto: u$s3.530 la onza. El máximo anterior fue en abril, con u$s3.500,05. Este commoditie parece no tener techo, pero la minería aurífera no está pudiendo aprovecharlo, con cada vez menos onzas saliendo del país.

El problema, coinciden desde el sector, es la falta de inversión. Según un reporte que hizo CAEM a principios de año es necesario triplicar la exploración actual para poder reemplazar la actual producción. Pero ya alertaron que ninguna de esas acciones será un salvataje inmediato. Durante la ventana del dólar a más de 3.500 dólares no iniciarán grandes producciones nuevas.

Argentina, tierra de minas de oro viejas

En el país hay en la actualidad hay 10 proyectos de oro en producción, según datos de la Secretaría de Minería de la Nación. El más importante es Veladero, en San Juan, que en julio de 2025 representó el 33% de la exportación nacional. Los números de este proyecto son similares a todas las ventas al exterior de las siete minas de oro y plata que hay en Santa Cruz, el primer productor nacional. El resto de la cartera está distribuida también en la provincia cuyana y en Salta, donde está lindero.

Lo que tienen en común todos los proyectos es que superan los 15 años desde su inicio de producción. Esas minas, ubicadas en distintas partes del país, tuvieron su impulso principal durante los primeros años de la Ley de Inversiones Mineras, una norma que comparte características con el RIGI, como la estabilidad de impuestos y tasas.

Con el tiempo, el incentivo que se dio a finales de los ’90 y a principios de los 2000 a la producción de metales preciosos fue perdiendo su brillo. La exploración intensiva se detuvo en buena parte del país. La razón que da el sector minero es que no se dieron las condiciones internas ni externas para mantener el ritmo de búsqueda.

La exploración es la llave a nuevos proyectos, ya que se encarga de encontrar otras zonas ricas para extraer minerales, pero también es la única alternativa para que la vida útil de algunas minas crezca. Es el caso de Veladero, que año a año destina parte de su presupuesto a seguir ampliando su producción.

También lo hizo Gualcamayo, el segundo proyecto de oro de San Juan, donde encontraron más mineral después de que empezaron la producción y extendieron la mina a una zona subterránea. Luego darían con un nuevo yacimiento, de mayor tamaño, pero para este no hubo fondos por parte de dos empresas distintas para iniciar la explotaciónde dueños en 2024.

En la Patagonia, la segunda región con mayores exportaciones de oro, la situación es compleja. Frente a la Comisión de Minería de Diputados, Cacciola dijo que "no tenemos a la vista ningún proyecto minero relevante que pueda sustituir a los que se van agotando". El grueso de los proyectos tiene una vida útil de 3 a 4 años en su mayoría, agregó el empresario.

El problema con estos tiempos es que sin nuevos yacimientos que tenga una exploración avanzada que puedan reemplazar la actual producción, el trabajo para poner uno en marcha puede demorar entre 8 a 10 años, según los números de CAEM.

Esto implicaría la pérdida de miles de puestos de trabajo, además de un fuerte impacto en las exportaciones. Es que a pesar de que en la discusión pública de la minería hoy brillan el litio y el cobre, con el potencial de los proyectos nuevos, el 80% de las divisas mineras provienen del oro y la plata.

Por eso, desde hace al menos 3 años, el sector empresario está pidiendo alivios para los productores de metales preciosos. El RIGI no es una herramienta que llegue a la mayoría, porque está pensado para proyectos e inversiones nuevas. La Ley de Inversiones Mineras cambió tanto a lo largo de los años que ya no tiene el mismo atractivo. Y los costos, aseguran, son asfixiantes para el sector, lo que les quita liquidez para invertir.

El precio del oro, una ayuda temporal

 

Que el oro supere su máximo histórico cada dos o tres meses implica un alivio para los productores de este metal. Esto se debe a que la ecuación económica mejora para los proyectos y les permite destinar más dinero para seguir buscando objetivos para explotar cercanos.

Esto es algo habitual en minería: cuando las minas están en funcionamiento ponen a operar equipos geológicos y con las ganancias buscan zonas mineralizadas cerca para poder extender la vida útil.

Pero esta herramienta es limitada, ya que el éxito no está asegurado y puede suceder como en el caso de Gualcamayo, que requiere una inversión de 600 millones de dólares para explotar el recurso encontrado. Por eso, la clave está en la búsqueda de lo que se conoce como proyectos greenfield: nuevos objetivos que sí logren ampliar la capacidad productiva del país, como para reemplazar los proyectos que van envejeciendo.

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