¿Cuál es el principal problema de la economía argentina? Por Marcelo Zlotogwiazda

  • 9 de febrero, 2018
Infobae  
No es la inflación, ni el déficit fiscal, ni el endeudamiento. Tampoco la pobreza, la desigualdad, el desempleo o la informalidad, que no son dolorosas consecuencias de un sistema que no funciona como debería
El principal problema de que el sistema no funcione bien en la Argentina es su escasa capacidad exportadora, porque esa deficiencia es la principal limitante para el crecimiento y el progreso social. Un país como la Argentina no puede importar más de lo que exporta durante largo tiempo, y si la economía tiene restricciones para importar insumos y bienes de capital, su potencial productivo y de desarrollo humano está indefectiblemente acotado. Además, un país que tiene un mercado externo pequeño restringe el atractivo para la inversión. La Argentina no exporta poco. Exporta muy poco: en relación a su Producto Bruto Interno exporta nada más que el 12,8%. La información más actualizada del Banco Mundial correspondiente a 2016 muestra que es uno de los porcentajes más bajos del mundo. Las exportaciones de Chile representan el 28,5% de su economía, las de Italia, Grecia, España y Canadá entre el 30% y el 33%, las de México 38%, las de Corea del Sur el 42 y las de Alemania el 46%, por tomar algunos ejemplos. Excepciones en el mundo Uno de los pocos países en los que las exportaciones tienen menos incidencia que la Argentina es Estados Unidos, pero ellos pueden darse el lujo de importar sistemáticamente mucho más de lo que exportan por su casi ilimitada capacidad de endeudarse. Otra forma de comparar la relevancia de las exportaciones es considerándolas por habitante. Una planilla que circula por despachos oficiales muestra que la Argentina exporta alrededor de USD 1.300 per cápita; México algo más de USD 3.000, España USD 6.000, Australia cerca de USD 8.000 y Canadá casi USD 11.000 dólares per cápita. Brasil está por debajo de la Argentina con 900 dólares. La escasa capacidad exportadora del país es la causa principal de que la economía haya chocado recurrentemente con lo que en la jerga especializada se conoce como restricción externa, y que no es otra cosa que falta de divisas. En algunos casos ese faltante fue "resuelto" con limitaciones o "cepos" a la importación como en la segunda mitad del kirchnerismo, y en otros momentos históricos el agujero se tapa con endeudamiento externo, como durante la Convertibilidad o como ahora. Pero la represión de las importaciones afecta el crecimiento, y el endeudamiento no es sostenible por demasiado tiempo. La represión de las importaciones afecta el crecimiento La debilidad exportadora es causa central de que la economía haya registrado el año pasado el récord histórico de déficit comercial (medido en dólares). El cuadro externo es aún más complejo debido a que a eso se le suma el enorme saldo negativo de la cuenta turismo, viajes y gastos en el exterior, el gigantesco atesoramiento de divisas por parte de la ciudadanía en condiciones de ahorrar, y las divisas que se van por intereses de la deuda, utilidades de las multinacionales y pago de regalías y fletes. La lectura del Gobierno Desde el Gobierno minimizan lo que para muchos economistas ?ortodoxos, heterodoxos y de cualquier otro color- es preocupante. En la Carta de Jefatura de Gabinete que se difundió esta semana, hay un capítulo titulado "Una Observación sobre el Déficit Comercial" en la que reconocen "que los déficits externos deben ser tomados seriamente y que no pueden prolongarse por demasiado tiempo", aunque sostienen que "hacia adelante, somos muy optimistas". Para lo inmediato, basan ese optimismo en la recuperación de la economía brasileña (por lejos, principal destino de las exportaciones), y en que "para este año está prevista una fuerte suba de las exportaciones de vehículos". Efectivamente, según la proyección de la Asociación de Fabricantes de Automotores en 2018 se exportarán unos 85.000 autos más que el año pasado, lo que ?dicen- contribuiría a achicar el déficit comercial en algo menos de USD 2.000 millones. El sector automotriz podría achicar el déficit comercial en unos USD 2.000 millones Buena parte de ese incremento lo aportaría el Fiat Cronos, en cuyo lanzamiento estuvo Mauricio Macri el martes pasado. Tal vez el dato más positivo de ese anuncio es que ese auto va a tener más de la mitad de partes nacionales (medido por valor, no por cantidad de piezas), que es un grado de integración muy superior al promedio. Desarrollo de proveedores Hay algunos indicios de que después de muchos años de desintegración productiva en el sector, las terminales automotrices están apuntando a elevar la participación de proveedores locales. Eso se ve facilitado por el proceso de especialización de varias de ellas en un solo modelo, como el Fiat con Cronos, Toyota con la Hilux, y General Motors con el Cruze. Pero esos incipientes indicios auspiciosos en el sector automotriz no se observan en muchos otros sectores. Si bien el informe de la Jefatura de Gabinete afirma que "muchos sectores están recuperando su dinámica exportadora, como las carnes, la pesca, el acero, el aluminio, el trigo, el maíz, las frutas y verduras, los combustibles, los bienes de capital, el calzado, la minería y los servicios tecnológicos, entre otros", lo que se ve en el agregado es que las exportaciones están estancadas. Programas sectoriales para bajar costos El Gobierno dice estar confiado en que "en el mediano plazo" la economía será más competitiva como consecuencia de mejoras en la logística, de la baja de impuestos y de acuerdos sectoriales que están impulsando. El optimismo oficial también está apoyado en el potencial de Vaca Muerta, del litio y de la minería en general. Por el momento, son expresiones de deseo que ojalá se cumplan. Lo cierto ahora, es que las exportaciones están estancadas y constituyen el principal problema de la economía argentina.   La Carta relativiza el riesgo de que el déficit externo se prolongue en el tiempo con el argumento de que hay un régimen de tipo de cambio flotante: "Que el peso varíe libremente frente al resto de las monedas permite que, ante alguna situación externa, no hagan falta medidas macroeconómicas profundas, sino que haya margen de maniobra para que la depreciación o apreciación de la moneda absorba los cambios". En otras palabras, si el déficit externo se mantiene, la devaluación lo corregirá. En tal caso, el peligro latente es que la devaluación deba ser lo suficientemente pronunciada para que el principal problema estructural siga siendo la debilidad exportadora, pero que en lo inmediato el problema urgente sea la inflación y sus consabidas consecuencias.

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