Por una minería sustentable

  • 3 de abril, 2018
Editorial del Diario La NaciónMuchas veces con razón y

Editorial del Diario La Nación


Muchas veces con razón y otras tantas veces sin motivos fundados, la industria minera ha sido objeto de fuertes críticas en la Argentina. Por tal motivo debe destacarse el compromiso de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) con un programa internacional de control y transparencia, al que ya han adherido las principales empresas del sector.

Se trata del programa Hacia una Minería Sustentable (HMS), que fue creado por la Asociación Minera de Canadá y que no es otra cosa que un sistema de monitoreo moderno y fiable que posibilita el acceso ciudadano.

Los ejes del HMS son seis: las relaciones con la comunidad, la conservación de la biodiversidad, el uso energético y las emisiones de gases de efecto invernadero, la gestión de relaves (desechos tóxicos de procesos mineros), la seguridad y salud de los trabajadores, y el manejo de crisis y la comunicación. A estos aspectos, que hacen a la responsabilidad social empresaria, se suma la necesidad de las empresas mineras de dejar un desarrollo sostenible para los pueblos que, en algún momento, dejarán de vivir de la minería por el agotamiento de los yacimientos que son explotados.

El sector minero ha vivido en los últimos años diferentes crisis asociadas con accidentes que generaron problemas tales como derrames de cianuro. Uno de los más conocidos fue el producido en 2015 en una mina de oro de Veladero, San Juan, explotada por la compañía Barrick Gold, que provocó movilizaciones para la suspensión de las operaciones. Si bien pudo tratarse de un hecho aislado, está visto que cualquier incidente en una empresa de un sector como el minero termina afectando a toda la industria. Y muchas veces, en la resistencia de grupos ambientalistas al desarrollo de la minería, los tonos emotivos superan a las fundamentaciones técnicas.

La actividad minera no puede ser descalificada absolutamente por determinados accidentes, del mismo modo que nadie podría impugnar a cualquier otra industria, como la de la construcción, por un derrumbe en un edificio. De lo que se trata es de hacer el mayor esfuerzo por el control y el cumplimiento estricto de las normas.

Enormes son las inversiones que demandan los emprendimientos mineros. Muchas de ellas derivan de riesgos que solo pueden asumir empresas que operan en gran escala. Es claro también que ninguno de estos grupos empresarios puede arriesgar su capital en proyectos que produzcan impactos ambientales descalificantes o se expongan a sentencias judiciales condenatorias.

Responsabilidad social, credibilidad y transparencia son, en consecuencia, el mayor capital que las empresas mineras deben apostar a poseer. Por eso, el compromiso con el programa Hacia una Minería Sustentable debe ser bien recibido, con la esperanza de que muy pronto se conozcan resultados tangibles.

La Nación