Argentinos, ¡a las cosas!, Por Marcelo Bellini
- 5 de mayo, 2025
Me pareció oportuno titular este artículo con aquella célebre frase expresada por José Ortega y Gaset hace más de 85 años...

...pues, creo que la situación actual del país, el contexto mundial y la esperanza que siempre abre el desarrollo minero, así lo amerita.
Desde diciembre de 2015, las condiciones macro económicas en la Argentina cambiaron de manera importante y abrieron grandes expectativas para el sector minero.
Proyectos que esperábamos iniciaran su producción en 2013/2014 (Pachón, Pascua Lama, Potasio Río Colorado, proyectos de litio) volvieron a generar esperanza en el mundo de los mineros: profesionales, empresarios, proveedores, prestadores de servicio, funcionarios de gobierno, entre otros.
Cerca de 28.000 millones de dólares en probables inversiones abrían un panorama por demás alentador. Sin embargo, casi 10 años después de estos anuncios, de escuchar con esperanza el Desafío CAEM para el 2021, haber superado un trasnochado intento de volver a implantar las retenciones a las exportaciones mineras, de haber aprobado un nuevo Acuerdo Federal Minero y de haber apostado fuertemente a mostrar, reiteradamente, las posibilidades de inversión en minería en Argentina a inversores en el PDAC, seguimos esperando el despegue de la actividad, seguimos con (casi) la misma cantidad de minas en producción que en ese momento.
La continuidad de las etapas de exploración, construcción, desarrollo y producción, para que, al iniciarse el cierre de una mina otras se encuentren en pleno desarrollo, y así garantizar que la cadena de producción y de trabajo no se interrumpa, son esenciales para que nuestro país continúe su rumbo a convertirse algún día en un país donde la minería represente, al igual que nuestro vecino Chile, un porcentaje importante del PBI.
Tras el reciente acuerdo con el FMI, el presidente Milei ha manifestado que los minerales críticos como el litio y el cobre, representan una oportunidad para que la Argentina pueda consolidarse como proveedor clave en un mundo atravesado por tensiones geopolíticas y transformación tecnológica.
Si bien no soy un experto en economía, sólo un simple conocedor de aspectos claves para desarrollar la actividad minera, este escenario anticipa posibles vientos favorables para que, lo que hoy son simplemente proyectos, se conviertan en breve en minas de cobre, aun sabiendo que desarrollar una mina no es poner un almacén.
Ante este tremendo desafío no debemos ser simples espectadores y participar todos juntos, con acuerdos y diferencias, pero siempre buscando consensos, para que todos los actores seamos responsables y protagonistas del ansiado desarrollo. Esto implica alentar responsablemente las políticas y decisiones gubernamentales que tiendan a atraer inversiones, ser permanentes observadores del desarrollo de las actividades productivas para señalar aquellos aspectos que representen un riesgo potencial para personas, ambiente y profesión, como por ejemplo denunciar cuando profesionales extranjeros hacen ejercicio ilegal de la ingeniería de minas, por carecer de título como tal o por no revalidar su formación y matricularse como mandan las leyes de nuestro país, y alertar a los empresarios que contratan a estos colegas que lo están haciendo de manera irregular e irresponsable, ya que ante cualquier incidente o accidente (recordar Veladero) las responsabilidades recaen sobre aquellos profesionales argentinos que están ejerciendo legalmente su profesión, mientras que los extranjeros, como dice un colega, son “eyectados” desde sus sillones hacia otros destinos.
Este último aspecto debe ser fuertemente defendido por las autoridades nacionales y provinciales, especialmente quienes ejercen el poder de policía laboral y control ambiental, ya que, si pretendemos hacer minería seriamente, debemos empezar por poner en práctica estos preceptos como lo hacen nuestros vecinos, Chile y Perú, a quienes debemos mirar para que las futuras generaciones, algún día, hablen de los más de 100 años de gran minería en Argentina.
Otro punto a destacar es que los recursos naturales son los bienes que se encuentran en la naturaleza y que utiliza la humanidad para subsistencia y para satisfacer sus necesidades. La corteza terrestre nos ofrece numerosas rocas y minerales que se usan en la construcción de edificios y caminos, ornamentación, la elaboración de nuestros utensilios y artículos o artefactos de uso diario, y con fines energéticos se aprovechan el carbón, petróleo, gas natural y minerales radiactivos, así como el sol y el viento.
Como lo indica la Constitución Nacional, la “utilización racional de los recursos naturales” es nuestra tarea.
En la actualidad no existe una normativa u organismo que ejerza el poder de controlar o supervisar la explotación racional de los minerales, poniendo en riesgo, de esa manera, la vida útil de las minas.
En Latinoamérica existen algunos ejemplos en Colombia, Perú y Ecuador, donde oficinas estatales regulan y controlan la explotación racional de los recursos naturales, sean estos renovables o no, con el propósito de garantizar la sustentabilidad en el tiempo del negocio, los ingresos y el trabajo de las comunidades en donde están insertos los emprendimientos.
En virtud de lo anterior, es importante promover el desarrollo sostenible mediante la articulación de la dimensión ambiental con el entorno económico y social e incorporación en el ordenamiento territorial y en la planificación sectorial, priorizando la gestión del riesgo en la prevención.
No menos importante es el rol que tiene la formación de nuestros ciudadanos y dirigentes políticos en cuanto al conocimiento de la actividad. Es así que entiendo debemos asumir un rol protagónico para poder mantener encuentros con dirigentes políticos: senadores y diputados nacionales y provinciales, intendentes y concejales, autoridades de minería, ambiente, industria y producción para poder interiorizar a quienes no poseen acabado conocimiento de la industria minera, acerca de las operaciones involucradas, el proceso de transformar un depósito mineral en mina, la comercialización, el efecto multiplicador y en particular, los cuidados ambientales que deben tenerse.
En todas las comunidades donde exista, o pueda existir desarrollo minero, se debe trabajar responsablemente con la educación, tanto primaria como secundaria, dictando cursos, charlas o conferencias para maestros, profesores, alumnos y padres, a efectos que no consuman falsa información respecto de la actividad.
Un buen ejemplo lo dio Mendoza hace tiempo. A pesar de tener la actividad minera prohibida por ley, constituyó una mesa de diálogo intersectorial que debiera ser imitada por todos, particularmente por aquellas jurisdicciones que, sin mediar informes técnicos, solamente basándose en mezquindades políticas que no advirtieron el daño social ante la falta de trabajo y recursos económicos de sus pobladores, prohibieron la minería, considerando a ésta como la única actividad industrial capaz de dañar o generar potencial peligro para el ambiente, ignorando que países como Canadá, Australia y Estado Unidos, por citar algunos de los más desarrollados, tienen en la minería una fuente de trabajo, desarrollo e ingresos que ocupa un lugar preponderante en su balanza comercial.
La tarea no es sencilla. No será sencilla. El desafío está en marcha.
Por Marcelo Bellini
Dr. Ingeniero en Minas. Académico Universidad Nacional de San Juan
Prensa GeoMinera