Catamarca: 20 gatos locos? más el Papa
- 24 de mayo, 2021
La profundidad de la polémica en torno a Agua Rica demandará bastante más que la intervención del Espíritu Santo para aquietarse.
Por las dudas las dificultades que acechan el desenvolvimiento de la minería fueran pocas, a la Iglesia Católica, cuya gravitación en la configuración de la opinión pública catamarqueña es incontrastable, se le ocurrió expresar sus reservas sobre las consecuencias ecológicas de la actividad.
Vaya a saberse. Capaz entiende que debe recuperar un poco de terreno entre el progresismo, tan a trasmano ha quedado con su cerril oposición a la legalización del aborto. La cuestión es que el ambientalismo le viene al pelo para tratar de congraciarse con un público tan voluminoso como refractario a sus dogmas. Astucia jesuítica, por algo Jorge Bergoglio es el primer Papa de esta congregación en los más de dos milenios de historia eclesiástica.
La Pastoral Social provinciana, en sintonía con las híbridas posturas que el obispo Luis Urbanc sostiene cuando su opinión puede incomodar al poder, aclaró que se limitaba a difundir un pronunciamiento. Pero la contundencia del documento de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, perteneciente al Episcopado Argentino, neutraliza tan tibia prescindencia. La Iglesia se define en la grieta minera a favor del ambientalismo radicalizado que rechaza las explotaciones, con mención explícita a Catamarca.
Convocó a un "abrazo simbólico" para expresar "su solidaridad y su cercanía con los pueblos de las queridas provincias argentinas de Chubut y Catamarca”, en el marco de las actividades mundiales organizadas por la "Semana Laudato Sí" para reflexionar sobre la situación ambiental, que se extenderán hasta el 25 de mayo y son promovidas por el Papa Francisco.
"Nos sumamos con este abrazo al clamor de las personas y de la naturaleza, que ven amenazados sus sistemas de vida y el cuidado de la Creación por proyectos de explotación minera a cielo abierto, con remoción de miles toneladas de roca y suelo y lixiviación del material pulverizado con enormes cantidades de agua con cianuro", explicó la Comisión.
"La minería es una actividad económica valiosa”, reconoció, pero “cuando se desarrolla cuidando el medio ambiente, la naturaleza y las personas, incluyendo la equitativa distribución de los riesgos y los beneficios".
"El sector minero que extrae mineral a cielo abierto debe dejarse inspirar por los principios éticos que emergen de Laudato Sí y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, y aplicar nuevas tecnologías compatibles con el cuidado de la Creación y de las personas, que la conviertan en una minería sustentable", recordó, y consideró que “los gobiernos deben presentar a los pueblos las nuevas tecnologías mediante plebiscitos vinculantes. Y confiar el control de la actividad a organismos públicos, científicos y organizaciones de las comunidades que viven en el territorio donde se llevará a cabo la explotación minera”.
Concluye: “Pidamos a Dios, Nuestro Señor, que nos envíe el Espíritu Santo para que ilumine los corazones y las voluntades, y nos oriente en el encuentro de caminos que transitemos todos juntos hacia una minería integralmente sustentable”.
No alcanza con el Espíritu Santo
La profundidad de la polémica en torno a Agua Rica demandará bastante más que la intervención del Espíritu Santo para aquietarse.
El documento eclesiástico se difunde a poco más de un mes del estallido detonado en Andalgalá por el reinicio de los trabajos de exploración en el yacimiento. Robustece objetivamente la posición de los sectores antimineros, en un contexto en el que el propio gobernador Raúl Jalil reconoció que es necesario avanzar en la construcción de un “consenso minero” todavía en veremos.
La declaración remite a la segunda Encíclica del Papa argentino, “Laudato Si”, firmada en el Pentecostés del 24 de mayo de 2015 y presentada el 18 de junio de 2015. En el subtítulo “Sobre el cuidado de la casa común”, critica el consumismo y el desarrollo irresponsable con un alegato en favor de una acción mundial rápida y unificada "para combatir la degradación ambiental y el cambio climático".
Esta definición es una rareza en la gestión del Papa, que más bien se caracteriza por intentar un equilibrio entre posiciones antagónicas sin laudar en favor de ninguna. Lo hizo en el conflicto árabe-israelí, que se reavivó dramáticamente por estos días. También en Venezuela. Meros gestos, carentes de consecuencias políticas relevantes.
Con la megaminería, en cambio, la Iglesia toma partido y deja en falsa escuadra a su delegación local, que luego del intenso episodio andalgalense, réplica del otro que se había producido en febrero de 2010, convocó a los litigantes a un diálogo sobre cuyo desarrollo no hubo mayores novedades. Idéntica reacción había tenido el obispo Urbanc en el anterior reventón, sin que las catarsis de los reunidos a su influjo alumbraran conclusión alguna.
Inquietudes ecológicas
La inquietud ecológica es el eje de la oposición a Agua Rica en esta instancia, y se suma a las razonables reservas que guarda la comunidad de Andalgalá respecto de los beneficios económicos que tendrá por el emprendimiento, luego de asistir a la malversación de los multimillonarios recursos que la explotación de Bajo La Alumbrera arrojó para el Estado.
Es una preocupación comprensible. Agua Rica trabajaría en la zona de la cuenca del río Andalgalá, de modo que se exigen garantías sobre la integridad de tal ecosistema.
Este reclamo fue subestimado por la empresa y el Gobierno hasta el último estallido con el argumento de que lo instigaban “20 gatos locos”. Tal evaluación omitía que la ordenanza que prohibía la minería a cielo abierto precisamente en el área donde está Agua Rica había sido aprobada por el Concejo Deliberante andalgalense por unanimidad y que los dos últimos intendentes consagrados en elecciones provienen de la militancia antiminera.
Variaciones del escenario que bajan eslabonadas desde el Vaticano.
En Andalgalá serán 20 gatos locos, pero ahora hay que agregar al Papa y el Episcopado. Por mucho que Urbanc persista en hacerse el sota.
El Ancasti