Artículo de opinión de Rosendo Rodríguez Labat publicado en El Chubut
Para quienes tenemos en claro que el Chubut tiene en su territorio la mayoría de los recursos naturales que en el mundo están diseminados, y donde son explotados desde hacen muchos años, no tenemos ninguna duda que aquí debe hacerse lo mismo.
Pero no mañana sino hoy. No se puede seguir haciendo lo del «perro del hortelano». Si la Naturaleza puso en la tierra semejante riqueza, no fue para que la pisemos, sino que la saquemos a la superficie y sea puesta al servicio de los habitantes. De esos habitantes que no quieren seguir siendo humillados por inescrupulosos políticos que se han enriquecido a costas de sus necesidades. Que quieren que ese pan que llevan a sus hijos sea el fruto de un trabajo digno, y no de dádivas cuyo objetivo es mantenerlos esclavos de sus repugnantes ambiciones personales. La experiencia que se está viviendo en estos momentos, donde muchos devotos del populismo ya están entre rejas, otros procesados y los no aún convocados por la Justicia, apuestan a la mala memoria del pueblo y sueñan con volver. Seguramente para llevarse lo poco que dejó el matrimonio santacruceño y sus fieles imitadores dispersados en «ismos» de pésimo recuerdo cuando se escriba la historia chubutense.
Las manifestaciones ya ocurridas, y la de ayer frente al Club Huracán de esta ciudad, debería hacer reflexionar a los que se oponen. Esos hombres y mujeres de todas las edades, modestamente vestidas que ocupaban varias cuadras frente a la mencionada entidad, no reclamaban bolsas de alimentos. Reclamaban trabajo.
Y habían llegado desde distintos lugares por sus propios medios en camiones ó en vetustos colectivos pagados entre todos. No llegaban en lujosos automoviles ó en 4 x 4 de alta gama, como llegan quienes son convocados para oponerse. Y al regreso a sus hogares lo espera una mesa bien servida y donde al vino es pecado ponerle hielo o soda. Mientras que aquellos volvieron a sus modestos hogares pensando que ha quedado del día anterior para llevar a la mesa.
Esto ocurre, en un país internacionalmente reconocido como rico por sus recursos naturales. Esto ocurre en una provincia que muchos estadistas de prestigio mundial, han coincidido en señalar que en otras manos, sería por sí sola una República rica. Una sutil ofensa de la que no acusamos recibo
El Chubut