Cómo es el sistema chileno que puede mirar San Juan para el agua de la minería

En Chile hay 22 minas que usan agua del Pacífico y la misma tecnología puede aplicarse en la provincia.

Por Carolina Putelli

Elevar agua desalinizada del Océano Pacífico a la Cordillera de los Andes para usarla en procesos mineros es una realidad extendida en Chile. Requiere de inversiones millonarias y tiene grandes desafíos técnicos, pero es ciertamente posible. Lo que impulsó este cambio fueron varios factores: necesidad de preservar el agua continental por sequías recurrentes, acceso a tecnología y ganancias o consumo de los proyectos que justifican la inversión. En el país vecino hoy este sistema es la norma en sus proyectos nuevos y hasta se pusieron un objetivo ambicioso: en 2040, el 95% de la producción minera debe hacerse así, ya que implica beneficios tanto para la industria como para el ambiente. Si en San Juan será la forma en la que producirán, tiene que ver también con que se cumpla estas condiciones.

La posibilidad está en análisis para explotaciones en San Juan. Lo confirmó Jack Lundin tras el anuncio de reservas de Vicuña, cuando dijo que para una etapa posterior del megaproyecto están estudiando usar agua de mar y traerla desde Chile. Era algo que se venía discutiendo en el sector, sobre todo al mirar al otro lado de la cordillera. Hasta el momento, en Argentina nunca se aplicó porque había pocas minas en marcha y en San Juan consumen cerca del 2% del agua. Pero, al pensar en un futuro con más proyectos activos y con más exigencias ambientales, la alternativa empezó a estar cerca.

El agua es una parte importante de los procesos mineros. Al ver qué métodos se usan y usarán en la minería metalífera de San Juan, está presente en todos. Se usa en la lixiviación como medio para que el cianuro o ácido sulfúrico pueda disolver los metales de la roca. En la flotación es el medio donde es posible hacer la separación física entre las partículas con minerales valiosos y otros no. Hay también otros usos, aunque menores, como el que le dan en los campamentos para limpieza o consumo humano. Se trata de un bien imprescindible para trabajar, pero también para vivir.

> LA EXPERIENCIA TRASANDINA

Chile ya se enfrentó a estos debates en 2017. Tras el Acuerdo de París, pero además atentos a que el régimen de nevadas en toda la cordillera lleva décadas disminuyendo, decidieron modificar su ley de aguas. En la nueva normativa cambiaron las prioridades de uso, siendo el humano el principal. A la vez, al sector minero le plantearon un objetivo particular: reemplazar el agua continental (de lluvias, ríos, acuíferos u otras fuentes de agua dulce) y usar agua de mar. Para 2040 solo el 5% del agua podrá ser del primer grupo y el resto debe ser desalinizada. Los avances fueron rápidos, ya que en la actualidad el 50% del consumo de Chile es agua del Pacífico y es el principal usuario de fuentes de agua alternativas del mundo.

Manuel Viera Flores, presidente de la Cámara de Minería de Chile, explicó a DIARIO DE CUYO que llegar a este punto requirió de aprendizajes de parte de los empresarios de su país. “Surgió de la necesidad, porque ya existía escasez de agua y esto implicó que haya que pensar en el mar”, recordó. Contó que la primera planta tuvo que enfrentar desafíos pero que “con el aprendizaje, el resto sale sin inconvenientes”. Esto, agregó el empresario chileno, es algo que puede servirles a los proyectos de Argentina: aprovechar el desarrollo que ya hubo y aprender de los aciertos y errores.

> SANJUANINO ESPECIALISTA

El proceso de extraer agua de mar y usarla en los proyectos mineros tiene una gran complejidad. La desalinización, es decir extraer la cantidad de sales disueltas, es necesaria en la mayoría de los casos para que sirva a su función. Luis de Benito es un ingeniero sanjuanino, especialista en ductos. Participó de la construcción de mineraloductos, de acueductos y también de sistemas de conducción de gas y petróleo, tanto en Argentina como en Chile, Brasil, Dubai y otros países. En la actualidad es asesor de grandes obras y explicó cómo funcionan las de los acueductos, que aseguró que son de una escala enorme

Si bien Viera Flores dijo que hay proyectos mineros en Chile que tienen plantas en la mina, el diseño más común es el de la desalinización junto al mar para después subir el agua. Para eso, el primer paso es construir la planta en la costa, que son las primeras grandes instalaciones vinculadas al proceso. El profesional sanjuanino contó que el primer gran desafío es instalar las tomas, que deben estar varios metros aguas adentro y con protecciones para no afectar la flora y fauna. Hay una tubería que ingresa agua y otra que la expulsa.

Esto se debe a que el proceso que se utiliza para retirar las sales del agua tiene como subproducto un 50% del líquido, pero este con concentraciones mucho más altas de minerales. En la planta primero se filtra dos veces lo extraído del mar y luego se hace la desalinización propiamente dicha. Esto, agregó De Benito, es un proceso que insume mucha energía eléctrica, lo que también es un desafío técnico. Una vez terminada la separación, se almacena en una zona cercana a la planta.

Tanto si la desalinización se hace junto al mar o en cordillera, otro paso clave es bombear hasta las minas el agua. De Benito contó que se utilizan al menos cuatro grandes estaciones de bombeo para llevar agua en cañerías que tienen en promedio 46 pulgadas de diámetro, que es alrededor de 1,20 metros. Primero las empresas deben crear el ducto, que se hace con piezas de acero que importan, que se colocan por 200 a 300 km. Estas o son recubiertas con pinturas especiales para evitar la corrosión o las hacen con paredes más gruesas, para compensar el desgaste. Las tuberías van enterradas en muchos casos, aunque hay empresas que usan túneles, según qué plan convenga más. En todos los casos, quedan cubiertas y deben contar con los permisos para atravesar grandes extensiones de tierra.

Pero no se trata de una instalación normal: la pendiente que hay que superar es muy grande y muchas veces deben instalar las piezas de cañería que pesan varias toneladas con grúas que están atadas a la parte superior de las montañas. Este tipo de desafíos técnicos, explicó el ingeniero, son comunes en Chile debido a que deben ir, en pocos kilómetros, desde el nivel del mar a los proyectos que están a más de 3.000 msnm, en algunos casos por encima de los 4.000 msnm. Además, contó, hacia el norte del país en la misma costa deben superar una precordillera que se encuentra cerca del mar.

Para el chileno Viera Flores, los proyectos mineros sanjuaninos tendrán una serie de ventajas para aplicar ese sistema. Por un lado, los dos países cuentan con un tratado minero de colaboración, en el que se puede hacer normativas únicas. Con el mismo, por ejemplo, puede haber una venta de agua de alguna empresa, sea minera o que sólo se dedique a la desalinización, a los proyectos argentinos. También dijo que con el aprendizaje que ya hubo en Chile, puede ser un proceso más fácil aplicar la tecnología en Argentina, por ejemplo, haciendo que un acueducto alimente más de un proyecto desde el inicio. Todo esto requerirá de una fuerte planificación, agregó.

Para el empresario, el mayor aporte que tendrá este proceso tiene que ver con el impacto ambiental y la economía circular. Permitirá a Argentina y San Juan avanzar con más proyectos de cobre a la vez, incluso si las nevadas en cordillera siguen escaseando. “Es un modelo de negocio que tiene que ver con darle dignidad al planeta, a la sociedad y a las personas, cuidando el bien común”, cerró.

* Cuánto cuesta hacerlo

De Benito contó que una planta desalinizadora, con toda la infraestructura que incluye planta, ducto y mantenimiento del mismo, puede costar alrededor de 2.000 millones de dólares. Esto es un costo extra, en el caso de los proyectos nuevos, que se suma a lo que vale la construcción de la mina. También explicó que técnicamente es muy complejo aprovechar las instalaciones actuales para enviar agua a las minas de este lado de la cordillera. “Es muy difícil que una empresa haya hecho un acueducto que sea mucho mayor a lo que necesitan, que alcance para dos proyectos, justamente por el costo”, explicó

 

Además de la inversión inicial, el costo de funcionamiento también es alto. Viera Flores dijo que puede llegar a 10 ó 12 dólares el litro, por lo que para que se justifique debe ser un gran proyecto con ganancias altas. Aun así, dijo que ven muy probable que Argentina pueda aprovechar este sistema, también obteniendo agua del Pacífico. Confirmó que hay empresas que están en San Juan que han discutido en la Cámara Minera de Chile la posibilidad de implementarlo. También agregó que desde el empresariado trasandino, hay buena predisposición para llegar a acuerdos de uso de agua desalinizada.

Diario de Cuyo