Desde Salta apuntan al presidente: ¿De verdad creyó Milei que poniendo a Royón en el gobierno iba a comprar el voto de los diputados salteños?
- 14 de febrero, 2024
Contundente defensa a la ex Secretaria de Minería
La salida del gobierno de Flavia Royón, decidida de forma arrebatada por el Presidente de la Nación, nos retrotrae a un tiempo remoto en el que las decisiones políticas más importantes dependían más del humor del gobernante de turno que de los desafíos objetivos que enfrentaba el país.
Probablemente porque ejerció durante el gobierno de Alberto Fernández el cargo de Secretaria de Energía (entre el 17 de agosto de 2022 y el 10 de diciembre de 2023), Flavia Royón fue arbitrariamente etiquetada por el entorno de Javier Milei como una «kirchnerista de buenos modales».
Pero Royón nunca fue kirchnerista, que se sepa. Casi todo el mundo sabe o puede saber de dónde venían sus simpatías por Sergio Massa. Por tanto, no son precisamente sus «buenos modales» los que la llevaron a permanecer en el gobierno nacional, aun después de un cambio tectónico como el que supuso el paso de Fernández a Milei.
Si -como dicen Gustavo Sáenz y la propia Royón- nunca ha existido un «acuerdo político» para su designación como Secretaria de Minería de la Nación el pasado 27 de diciembre de 2023, este nombramiento solo puede ser interpretado en dos direcciones:
1) Como reconocimiento a las cualidades personales y profesionales de Royón (que las tiene y de sobra), o
2) Como un guiño del presidente Milei hacia el Gobernador de Salta, hecho con la expectativa (o segunda intención) de que el mandatario salteño «devuelva el favor» y haga que los diputados nacionales por Salta voten a libro cerrado lo que el Presidente les ponga por delante.
Pero esta última posibilidad es absolutamente inmoral, indigna de un presidente democrático.
El desplazamiento de Royón del cargo solo se podría explicar -democráticamente- por algún error en su gestión, por algún apartamiento de la línea política señalada por el gobierno. Pero Royón no ha cometido ningún error, ni ha sacado los pies del tiesto. Al menos el gobierno no se lo ha reprochado públicamente (y, por lo que se sabe, tampoco en privado).
Si uno se detiene analizar el discurso del portavoz del gobierno Manuel Adorni, solo puede concluir en alguna de estas cosas:
1) Que Royón no estaba comprometida con la modernización del Estado.
2) Que Royón, en lugar de simplificar, complicaba las cosas.
3) Que Royón, en vez de desburocratizar (la minería, nada menos), se inventó más trámites, más sellos y procedimientos.
4) Que Royón defiende privilegios a costa del hambre del pueblo.
Ninguna de estas cosas es cierta, por supuesto. Royón es todo lo contrario al arbitrario retrato esbozado por Adorni.
La otra explicación alternativa al cese de Royón es el «castigo» del Presidente al Gobernador de Salta, un chas chas en la colita de Milei a Sáenz.
Pero esto tampoco es serio. Los presidentes no existen para castigar a los gobernadores, ni viceversa. A Sáenz no lo ha nombrado Milei sino que lo han elegido los salteños y por un abrumador porcentaje de votos. Su legitimidad es cuanto menos igual a la del Presidente de la Nación y debe ser respetada, dentro y fuera de Salta. Milei no manda sobre Sáenz.
Con lo cual, lo único que nos queda en pie es la hipótesis de la «reserva mental» de un Presidente que pudo haber creído que nombrando en su gobierno a la mano derecha de un Gobernador influyente podría conseguir fácilmente los votos de los diputados nacionales de su Provincia.
Es decir que la «segunda intención» era endulzar a Sáenz con el «caramelo Royón» para que los diputados nacionales más próximos al Gobernador renunciaran a su mandato representativo (que, como se sabe, les coloca en completa libertad para votar según a ellos les parezca) para «acompañar» acríticamente las iniciativas del Presidente, cualquiera sea el daño que pudieran hacer a los representados.
Si esto realmente fue así, estaríamos ante una falta de respeto mayúscula a Royón, por no hablar de la burla que supone a los ciudadanos que eligieron a Sáenz y a los diputados nacionales.
¿Inexperiencia? ¿Soberbia? ¿Precipitación? ¿Enojo?
Puede que haya habido un poco de todo esto. De lo que no se puede hablar, bajo ningún punto de vista, es de acierto. Aquí ha fallado Milei y más tarde o más temprano deberá reconocerlo.
Noticias.iruya.com