El litio, el oro y el cobre pueden cambiar la economía argentina
- 30 de mayo, 2025
Por Sergio Bustos

La minería argentina promete un papel clave en la transición energética global. El cobre, el oro y el litio emergen como los pilares de un crecimiento que podría modificar el perfil económico del país. Según el nuevo informe “Argentina Metales Preciosos y No Ferrosos 2025”, elaborado por la consultora internacional Vostok Capital, existe un consenso técnico y empresarial sobre el enorme potencial geológico nacional, aunque con advertencias claras sobre las barreras estructurales que limitan ese despegue.
El reporte está basado en una encuesta a actores centrales de la industria. Incluye directores generales, técnicos e ingenieros jefes, representantes de institutos de investigación, fabricantes y proveedores de tecnología aplicada a la metalurgia no ferrosa. La diversidad de las voces consultadas refuerza la credibilidad de las conclusiones, que colocan a Argentina como un “gigante dormido” en términos mineros, especialmente en la región andina, con proyectos de clase mundial en cartera.
El cobre destaca como un mineral estratégico por su papel en la electrificación. La demanda mundial lo convierte en un insumo esencial para la transición energética, con aplicaciones en energías renovables, infraestructura eléctrica, autos eléctricos y tecnología industrial. Argentina produce hoy unas 200.000 toneladas anuales, pero los expertos estiman que podría exportar 12.000 millones de dólares por año si se concretan los principales proyectos en curso.
Las provincias líderes en cobre son Catamarca, San Juan y Mendoza. Allí se concentran yacimientos en distintas etapas, desde la exploración hasta la fase constructiva. Entre los más avanzados se encuentra Josemaría, en San Juan, que cuenta con una inversión de capital de más de 4.000 millones de dólares y comenzaría a operar en 2026. Los proyectos Los Azules, Taca Taca y MARA también figuran como claves en la hoja de ruta del sector.
Río Negro aparece en el mapa con Cañadón del Moro y Esperanza II. El primero se encuentra en etapa de Evaluación Económica Preliminar con una inversión inicial de 10 millones de dólares. El segundo está en Exploración Avanzada con una proyección de 1.200 millones de dólares asignados. Ambos fueron señalados como promisorios por los encuestados, lo que expande la geografía del cobre más allá del NOA.
El oro conserva su valor como activo refugio en tiempos de incertidumbre. Las condiciones geopolíticas y financieras actuales lo mantienen como un bien demandado. Argentina produce entre 50 y 60 toneladas anuales, principalmente en San Juan, Santa Cruz y Jujuy. Las minas de Veladero y Cerro Vanguardia siguen siendo los principales polos de extracción, con aportes consistentes a las exportaciones.
El dinamismo aurífero quedó demostrado en las cifras de 2025. En febrero, las exportaciones mineras totalizaron 260 millones de dólares, de los cuales el oro explicó 208 millones, es decir, el 62%. En los primeros dos meses del año, el oro generó divisas por 548 millones, lo que implicó un aumento del 53,8% respecto al mismo período del año anterior. Esta tendencia consolida al oro como motor financiero del sector.
El litio se impone como el mineral del futuro inmediato. Su demanda se disparó con la revolución tecnológica, las energías limpias y la movilidad eléctrica. Argentina, parte clave del Triángulo del Litio junto con Bolivia y Chile, posee ventajas naturales y tecnológicas para consolidarse como proveedor internacional. La industria se expande a pasos acelerados, con proyectos que reciben inversiones sostenidas.
Entre los más relevantes figuran Olaroz y Cauchari-Olaroz. Ambas explotaciones fueron destacadas por su capacidad de producción, avances tecnológicos y cumplimiento ambiental. El litio argentino interesa a empresas multinacionales, que buscan abastecerse de este insumo clave para baterías y almacenamiento de energía en todo el mundo. Aunque el informe no estima una producción anual concreta, todos los indicadores muestran una curva ascendente.
El potencial argentino es innegable, pero no está libre de obstáculos. La inestabilidad legal y política fue señalada como la principal barrera por el 53% de los encuestados. La falta de infraestructura adecuada aparece como segundo factor (40%), seguida por la dificultad para lograr licencia social (33%). La macroeconomía, con restricciones cambiarias y problemas inflacionarios, completa el cuadro con un 26% de menciones negativas.
Los referentes del sector insisten en la necesidad de previsibilidad. Las inversiones millonarias que requieren los grandes proyectos mineros no pueden concretarse sin reglas claras, estabilidad fiscal y apoyo institucional. Además, la aprobación social y el respeto por el medioambiente son condiciones crecientes que definen el rumbo de cada proyecto, especialmente en territorios con población rural o comunidades originarias.
La infraestructura es otro cuello de botella a resolver. Muchas zonas con alto potencial geológico carecen de rutas, energía eléctrica o conectividad digital. La articulación entre el Estado nacional, los gobiernos provinciales y el capital privado es fundamental para avanzar en obras que garanticen la viabilidad operativa a largo plazo. Sin caminos, sin energía, no hay minería sustentable.
El marco normativo también requiere modernización. La legislación minera, tributaria y ambiental debe adaptarse a estándares globales sin perder de vista la soberanía sobre los recursos. Los expertos consultados coinciden en que hay un rezago institucional que impide atraer nuevos actores o ampliar las operaciones existentes.
El caso del litio impone una agenda urgente. La competencia internacional es feroz y el reloj corre. Australia y China avanzan con una política agresiva de inversiones y acuerdos comerciales. Argentina no puede quedarse atrás si quiere ocupar un lugar relevante en la cadena de suministros de las baterías del futuro.
La licencia social es otro eje clave para el desarrollo. La resistencia de comunidades locales a la instalación de proyectos mineros refleja errores de comunicación, falta de participación y desconfianza histórica. La minería sustentable requiere un vínculo activo y transparente con las poblaciones cercanas a los yacimientos.
Los conflictos sociales y ambientales son evitables. Requieren diálogo previo, consulta informada y beneficios tangibles para los vecinos. Los encuestados coinciden en que las empresas deben invertir más en legitimidad que en marketing. La aceptación social no se impone: se construye.
Los recursos están, los proyectos avanzan y la demanda crece. Pero sin políticas de Estado firmes y sostenidas, la oportunidad puede diluirse. Argentina necesita una estrategia minera integral, con planificación a largo plazo y coordinación entre todas las jurisdicciones involucradas.
Las provincias tienen un rol decisivo en ese proceso. En muchos casos, son las encargadas de autorizar proyectos, recaudar regalías y controlar el impacto. La armonización de criterios entre Nación y provincias es imprescindible para evitar bloqueos, superposiciones o judicialización.
La minería puede convertirse en un eje de crecimiento. No solo por las exportaciones o los ingresos fiscales, sino por la generación de empleo calificado, infraestructura y transferencia tecnológica. También puede impulsar otros sectores, como la industria metalmecánica, la logística o la investigación científica.
El informe de Vostok Capital lo deja en claro. La Argentina tiene la oportunidad de transformarse en proveedor estratégico de minerales críticos a nivel global. Pero esa transformación no será automática ni inevitable. Dependerá de las decisiones políticas, económicas y sociales que se tomen en los próximos años.
El oro seguirá cumpliendo su rol como refugio financiero. En un contexto de inflación mundial y conflictos geopolíticos, su demanda no decae. Argentina puede aprovechar esa coyuntura si asegura continuidad operativa y apertura comercial.
El cobre representa el puente hacia un futuro eléctrico. Cada nuevo proyecto aprobado implica más oportunidades para ingresar divisas, crear empleo y posicionarse internacionalmente. El país tiene con qué competir si apuesta a largo plazo.
El litio es, sin dudas, la joya de la década. Pero no será eterno. Si no se avanza rápido, otros países ganarán participación de mercado. Las señales deben ser claras, tanto para los inversores como para los ciudadanos.
La minería necesita reglas claras, diálogo real y visión compartida. Si esos tres elementos se combinan, el oro, el cobre y el litio no serán solo minerales estratégicos: serán impulsores de un nuevo modelo productivo.
Lu17.com