Empresarios argentinos irrumpen en la minería: del litio al oro, la nueva apuesta millonaria
- 13 de junio, 2025
Con inversiones millonarias, riesgo alto y horizontes de largo plazo, la minería argentina sigue dominada por multinacionales.

Sin embargo, empresas nacionales comienzan a posicionarse en un sector que muestra señales de maduración.
Argentina está atravesando una importante expansión en su sector minero, con un foco especial en la exploración y producción de litio, cobre y oro. Se estima que para alcanzar todo su potencial, el país necesitará inversiones cercanas a los U$S 33.300 millones, con un total de 62 proyectos activos que abarcan diversos minerales, entre los que destacan 32 proyectos de litio, 18 de cobre y 5 de oro.
Hoy el sector constituye un pilar fundamental para la economía argentina, representando el 5,8% del total de las exportaciones nacionales y generando más de 100.000 puestos de trabajo.
En 2024, más de 40.000 personas trabajaron directamente en la industria, destacándose el crecimiento en provincias como Salta, que registró un aumento del 19% en el empleo. Se prevé que la producción de litio crezca un 77% para 2025, impulsando aún más el desarrollo del sector.
Más allá del desembarco de empresas multinacionales, hoy grupos empresariales argentinos están profundizando su presencia en el sector minero, apostando por recursos estratégicos como el litio, el uranio y el oro.
Así lo plantea el economista Nadav Rajzman, actual jefe de Economía de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM), quien ofrece una radiografía completa del panorama minero nacional: desde las limitaciones estructurales que explican el protagonismo de las multinacionales, hasta el creciente interés del empresariado local por insertarse en la actividad.
"El sector está dominado por empresas internacionales porque los proyectos mineros, como los de cobre, requieren inversiones que rondan los U$S 4.000 a U$S 6.000 millones. Son montos muy difíciles de afrontar para una firma sin respaldo financiero global", explica Rajzman, y aclara que en el caso del litio, con inversiones promedio de U$S 800 millones, ha sido más factible la participación de capitales nacionales", advierte.
Pero no se trata sólo de dinero. Y agrega que "el conocimiento específico también es clave. Argentina no tiene una trayectoria minera. Y hoy la minería requiere saber hacer, experiencia operativa, acceso a mercados financieros y tolerancia al riesgo"
Empresas anotadas
Aunque muchos proyectos se encuentran aún en etapa de exploración o desarrollo, las inversiones proyectadas son significativas y muestran un renovado interés local en una industria históricamente dominada por capitales extranjeros.
Por un lado, compañías vinculadas al negocio del oro y la plata, como el Grupo Bemberg, IRSA y otras, participan en proyectos en Santa Cruz, Río Negro y San Juan, en su mayoría asociados con capitales extranjeros (canadienses o australianos) y apalancados en el financiamiento que ofrece la Bolsa de Toronto.
En paralelo, las principales petroleras argentinas, YPF, Pan American Energy y Pluspetrol, también han incursionado en el litio, aprovechando su know-how técnico. Sin embargo, el atractivo económico del negocio en Vaca Muerta, junto con la baja de los precios internacionales del litio, ha ralentizado su avance. Aun así, algunas firmas siguen desarrollando estudios de factibilidad, aunque a ritmo más lento.
El Grupo Eurnekian, por ejemplo, adquirió el 80% del proyecto de uranio Ivana, en Río Negro, con una inversión de U$S 160 millones, buscando diversificar su portafolio energético. Por su parte, Minas Argentinas, del Grupo Exxel, planea una inversión de U$S 1.000 millones en San Juan para desarrollar una nueva mina subterránea en Gualcamayo, con una proyección de producción anual de 120.000 onzas de oro durante al menos 17 años.
Así en el norte del país, IRSA y el Grupo Bemberg avanzan con inversiones en proyectos de litio en Salta y Jujuy, apuntando a posicionarse en el mercado global de baterías, clave para la transición energética.
En cuanto al cobre, el Grupo Alberdi tomó participación en el Proyecto San Jorge, en Mendoza. A diferencia de los grandes proyectos de cobre en el país, San Jorge es de menor escala, pero está avanzado y podría entrar en producción antes que otros desarrollos más ambiciosos, donde son socios con la empresa suiza Zonda Metals. También están involucrados en la exploración del yacimiento Cerro Amarillo en Malargüe.
El grupo Techint también está ingresando al sector del litio, lo que indica un creciente interés de empresas argentinas en este mercado.
También la familia Braun ha realizado una inversión significativa en el sector minero argentino con una inversión de U$S 9 millones en Mogote Metals, una empresa que controla el proyecto de cobre Filo Sur en la provincia de San Juan.
Esta inversión demuestra un creciente interés en la minería del cobre en Argentina, donde existen importantes yacimientos como Filo del Sol y Josemaría. El proyecto Filo Sur se encuentra en el Distrito Vicuña, una región rica en minerales con potencial para la extracción de cobre, oro y plata.
Al ritmo del RIGI
Este renovado impulso inversor se da en un contexto favorable tras la aprobación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), que ofrece beneficios fiscales y cambiarios para proyectos que superen los US$ 200 millones, y que está comenzando a atraer tanto capital nacional como internacional al sector minero argentino.
El RIGI aparece como un punto de inflexión para el sector minero. Este nuevo marco busca recuperar la confianza perdida tras incumplimientos de la Ley de Inversiones Mineras, afectada por el cepo cambiario, retenciones y dificultades para acceder a beneficios fiscales como la devolución del IVA.
No obstante, aún hay desafíos: los proyectos más antiguos, especialmente en oro, plata y litio, no pueden acceder a estos beneficios para inversiones de mantenimiento o reposición, ya que el RIGI está diseñado para ampliaciones productivas. Esto genera una desventaja competitiva frente a nuevos proyectos, lo que podría impactar en la sostenibilidad de operaciones en curso.
Incertidumbre estructural
Uno de los principales obstáculos es el riesgo exploratorio. De cada 100 proyectos iniciados en fase de exploración, apenas uno termina en mina en producción. A eso se suma el hecho de que los retornos suelen demorar décadas.
Rajzman menciona el caso del proyecto Josémaría (hoy Vicuña), que lleva más de 15 años en desarrollo y aún no comienza su etapa constructiva.
"Los plazos de maduración son enormes. Por eso el ingreso de actores locales, que recién ahora se animan, es muy positivo: indica que hay confianza en que las cosas están por concretarse", remarca.
En este marco, Rajzman destaca el desembarco de grupos empresariales nacionales como IRSA, o Eurnekian, entre otras, que están apostando a proyectos de litio, uranio o cobre, a menudo asociados a capitales internacionales.
"Las empresas locales aportan territorialidad, conocimiento del entorno económico, político y social. Eso le suma valor a los proyectos", destaca.
También observa un horizonte favorable en el desarrollo de proveedores nacionales de bienes y servicios: "Estas firmas traen experiencia desde otras industrias y pueden adaptarla a las necesidades mineras, lo que densifica la cadena de valor local".
Desde la CAEM, Rajzman lidera el programa "Conectando Proyectos", que busca articular oportunidades de inversión, negocios, infraestructura y recursos humanos con actores productivos de todo el país.
"Queremos generar sinergias entre la minería y el entramado productivo local. Hay lugar para todos si el desarrollo se hace de manera planificada y con visión de largo plazo", concluye
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