Europeos a la caza del litio: el 'oro blanco', clave para la transición verde
- 7 de agosto, 2023
Este metal es clave para la producción de ordenadores, teléfonos móviles y todo tipo de baterías. En los próximos años, el 60% irá destinado a la fabricación de coches eléctricos
Por María Zornoza
Si el petróleo es el oro negro de nuestro tiempo, el litio es el oro blanco. Este metal es clave para la producción de ordenadores, teléfonos móviles y todo tipo de baterías de dispositivos portátiles. Pero su boom actual radica en su utilidad para la fabricación de las baterías de los coches eléctricos, uno de los pilares de la agenda verde europea. De hecho, y tras sortear in extremis el veto de Alemania, los Veintisiete dieron luz verde en marzo a la prohibición de los vehículos de combustión —incluidos los de diésel, gasolina e híbridos— a partir de 2035. Los expertos calculan que, en los próximos años, el 60% del litio irá destinado a los automóviles eléctricos. Uno de los cambios tectónicos que ha dejado la guerra de Ucrania sobre el tablero global es el reequilibrio de alianzas mundiales y, con él, la búsqueda desesperada por las escasas materias primas. Y una de las lecciones que la contienda deja en suelo europeo es la necesidad de diversificar los recursos con socios de confianza. Bajo esta coyuntura, Bruselas se ha puesto las pilas para fortalecer las relaciones comerciales con América Latina. Uno de los primeros resultados que deja esta reactivación política es el acuerdo de exportación de litio con Chile.
El triángulo andino que conforman Argentina, Chile y Bolivia condensa más de la mitad del litio global. Chile es el segundo productor de litio más importante del mundo, solo por detrás de Australia, que le desbancó hace unos años. Bajo esta coyuntura, Bruselas y Santiago firmaron hace unas semanas, en los márgenes de la cumbre UE-CELAC celebrada en la capital comunitaria, un memorándum sobre materias primas. La idea es mercadear estos recursos críticos para la industria comunitaria por inversiones europeas que impulsen la economía del país. En el marco de su estrategia Global Gateway, Bruselas se ha comprometido a destinar 45.000 millones de euros a América Latina para desarrollar inversiones "inteligentes" y "sostenibles". "Chile es uno de los principales productores de materias primas fundamentales, como el cobre y el litio, que son esenciales para las transiciones ecológica y digital de Europa y para preservar la competitividad mundial de este continente. Este acuerdo también refleja la ambición de Europa por diversificar y garantizar el suministro de materias primas fundamentales", celebró por entonces Thierry Breton, comisario de Mercado Interior. El chileno se une a los muchos acuerdos sobre materias primas ratificados por Bruselas desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania. Le precedieron Canadá, Kazajistán, Namibia y Argentina. Según defiende la Comisión Europea, estas asociaciones "permiten a ambas partes impulsar el comercio y la inversión en cadenas de valor seguras, sostenibles y resilientes de materias primas, que son clave para lograr la transición hacia unas economías climáticamente neutras y digitalizadas".
En medio de esta fiebre del litio, el Gobierno chileno comandado por el progresista Gabriel Boric presentó en abril un plan nacional para la explotación de litio que pretende que el Estado, en cooperación con el sector privado, tenga un rol más activo en la producción de este metal. Una especie de nacionalización minera con entrada de capital privado. Las principales empresas de explotación de litio del país, Soquimich y Albemarle, están estudiando la propuesta. Y Argentina y Bolivia también buscan fórmulas para maximizar el boom de la caza de litio.
Soltar la mano de Rusia y China
La pandemia del coronavirus puso a los europeos contra las cuerdas de su modelo de producción. Por sí solos, no eran capaces de desarrollar un solo gramo de ibuprofeno. Poco después, la batalla en Ucrania los confrontó con la que durante estos meses se ha convertido en su china en el zapato: la energía. La guerra en Ucrania se tradujo en la UE en una guerra energética. Antes del 24 de febrero de 2022, la mitad de la energía consumida en el bloque comunitario procedía de un solo destinatario: el Kremlin.
La anexión ilegal de la península de Crimea por parte de Rusia no hizo saltar las alarmas de los peligros de esta dependencia, que los bálticos llevaban tiempo advirtiendo. El gasoducto del Nord Stream I no solo no paralizó su rendimiento, Alemania lo amplificó con el Nord Stream II. El resto es historia. Vladímir Putin intentó durante los primeros compases de la guerra chantajear a la UE con interrupciones de suministro que derivaron en precios récord de la electricidad y en un progresivo desacoplamiento del petróleo, gas y carbón ruso, que es mínima a día de hoy.
"Nuestra prosperidad estaba basada en la energía barata de Rusia y las oportunidades de negocio con China", reconoció el propio Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, transcurridos los primeros ocho meses de contienda. Aprendida esta lección, Bruselas se puso manos a la obra para encontrar mercados alternativos de suministro de materias críticas, sobre las que China tiene hegemonía global. De las 30 materias que la UE considera "críticas", 19 proceden del gigante asiático.
La UE importa casi el 100% de los metales que necesita para su producción industrial. Para cubrir este vacío, uno de sus mercados estrellas es el latinoamericano, un territorio muy rico en minerales y materias primas indispensables para todo tipo de industrias. Desde la tecnológica hasta la militar o aeroespacial. "Dado que se prevé que la demanda de materias primas fundamentales se dispare, Europa sigue dependiendo en gran medida de las importaciones, a menudo procedentes de proveedores de terceros países en regímenes cuasi monopolísticos", reconoce el Ejecutivo comunitario.
La cara B
La UE tiene que hacer frente a la paradoja de que necesita los recursos naturales latinoamericanos para promover su transición verde y culminar, así, su misión de ser climáticamente neutral en 2050. Pero, al otro lado, deja una huella de carbono y deforestación asociados a la extracción de muchos de estos metales. El bloque comunitario fue responsable del 16% de la deforestación asociada al comercio internacional en 2017, según el informe Deforestación desplazada: el comercio de materias primas de riesgo forestal y las perspectivas de una transición forestal mundial. El documento revela que el consumo europeo es el segundo mayor impulsor de la deforestación y de la degradación forestal a escala mundial, solo superado por China. En paralelo, una investigación reciente de World Wildlife Fund señala que la biodiversidad en América Latina y el Caribe ha disminuido un 94% en los últimos 50 años.
Otro de los dilemas que plantean este tipo de acuerdos es el cómo garantizar que los beneficios y riqueza generados por la producción y la exportación de las materias primas tengan un impacto en la que es la región con más desigualdad del mundo. América Latina arrastra un pasado de explotación de recursos naturales en el que grandes corporaciones internacionales han inundado sus bolsillos. En los márgenes de la cumbre de UE-CELAC, los grupos de Los Verdes y la Izquierda del Parlamento Europeo denunciaron que "acuerdos como Mercosur y los pactos comerciales con Chile y México forman parte de un modelo de comercio que daña a las personas y al planeta, sirven a los intereses corporativos a expensas de los límites planetarios, de condiciones laborales dignas, del empleo y del bienestar animal, e impulsan desigualdades sociales"
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