La Argentina y su política exterior: una crisis, ¿una oportunidad?
- 20 de abril, 2020
La pandemia del nuevo tipo de coronavirus Covid-19 es un fenómeno mundial, y como tal, debe tener un tratamiento y una perspectiva desde la política internacional de nuestro país. Son pocas e insuficientes las señales que en este sentido ha dado el gobierno. Facundo Suárez Lastra Vivimos en un mundo con liderazgos atomizados, con falta de coordinación entre los países más influyentes, con fuertes tendencias al nacionalismo
La pandemia del nuevo tipo de coronavirus Covid-19 es un fenómeno mundial, y como tal, debe tener un tratamiento y una perspectiva desde la política internacional de nuestro país. Son pocas e insuficientes las señales que en este sentido ha dado el gobierno.
Facundo Suárez Lastra
Vivimos en un mundo con liderazgos atomizados, con falta de coordinación entre los países más influyentes, con fuertes tendencias al nacionalismo y al encierro. Esta situación reclama de nuestro país una mirada más atenta y un papel más activo en el ámbito internacional.
En el mundo académico, en la política y en el mismo servicio exterior argentino hay una amplia reflexión acerca de las debilidades y deficiencias de los organismos multilaterales. Una convocatoria amplia del gobierno a quienes tienen mucho que aportar en la generación de un consenso acerca de la política internacional y del perfil de nuestra inserción en el mundo, sabemos que siempre es importante. Sin embargo, ahora es imprescindible.
Sorprendentemente en la región es muy poco lo realizado en trabajo conjunto entre presidentes, cancilleres o ministros de salud. Se necesitan más que nunca instituciones públicas fuertes, capaces de tomar decisiones basadas en la evidencia disponible y con dirigentes responsables que puedan observar la complejidad de los distintos factores involucrados. Nunca el camino es uno solo. Mucho menos frente a lo nuevo y desconocido. Sólo la amplitud de criterios y la convocatoria a los mejores saberes, sin discriminar por identidades partidarias o ideológicas, permitirá ir encontrando las respuestas y las mejores soluciones.
Pensando en una senda de recuperación que pueda encauzar los esfuerzos para superar esta profunda crisis económica, es imperioso hacer frente a las regresiones aislacionistas que algunos pretenden volver a imponer y en cambio abrazar la idea de que la prosperidad está, sin lugar a dudas, asociada a la cooperación y a la integración al mundo.
La Argentina ya debe estar pensando hacia dónde, con quiénes y qué papel desempeñará. ¿Solo acompañaremos la mirada de los grandes jugadores? ¿Volveremos a la senda de los proyectos exóticos de algunos países de América Latina a los que la fuerza política que hoy nos gobierna apoyó con ímpetu hasta hace muy poco? ¿O acaso nos vemos como una Nación que tiene mucho por aportar frente a la oportunidad de una creciente demanda de seguridad alimentaria y cuidado ambiental?
Tener una posición correcta en esta particular situación del mundo puede generar que nuestro país gane un espacio en el juego de las naciones como jamás lo ha tenido la globalización debido a su desconexión de las cadenas globales de valor.
Durante años tuvimos problemas de demanda, no había compradores para lo que producimos. Hoy el problema es de oferta. ¿Cómo ampliamos y hacemos crecer en integración, calidad, complejidad y valor nuestra producción para tener un papel creciente en las cadenas de valor global?
Sabemos que es importante sostener el consumo interno como parte central de la demanda agregada, sobre todo por estar íntimamente relacionado con el nivel de vida de la mayoría de la población, sin embargo no puede ser el único motor del crecimiento. La Argentina no puede ni debe seguir funcionando con un solo motor cuando tiene dos motores poderosos sobre los que asentar su despegue: el consumo interno y el comercio exterior.
Lo que necesita el país es un Estado inteligente, creativo e innovador que sea capaz de poner en marcha el motor que nos permitirá superar la pandemia y hará progresar nuestra economía: la sociedad y sus estructuras productivas. Las empresas en todos sus tamaños, los trabajadores, los profesionales y los cuentapropistas. Son ellos, los que día a día ponen su esfuerzo, a quienes hay que apoyar y ayudar.
En este contexto particular, la Argentina debe aprovechar la posibilidad de obtener mejores condiciones de refinanciamiento de su deuda, dando claras señales de que el tiempo que se gane y el ahorro que se obtenga, se aplicarán a la ampliación de sus capacidades productivas para satisfacer las necesidades de su población y agregar bienes transables en el mercado mundial.
Los organismos multilaterales de crédito están recibiendo aportes extraordinarios, fundamentalmente destinados a los países de economías más débiles. Esta mayor disponibilidad de fondos corre el riesgo de ser mal utilizada ante la ausencia de coordinación global para hacer frente al Covid-19.
Tanto la Organización Mundial del Comercio (OMC), como la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (Ocde) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) han sostenido la necesidad de no adoptar medidas restrictivas para el comercio sobre todo en los mercados de productos agroalimentarios.
De esta manera, evitando la tentación proteccionista y el encierro, se abrirá una ventana de oportunidad al potencial económico de nuestro país con la consecuente generación de los empleos que hace décadas no podemos crear.
Los complejos exportadores: agroindustria, minería, energía (una vez superada la actual caída de los precios de los hidrocarburos) y la industria del conocimiento, son la base desde la que se puede dar un salto en nuestra participación en el mercado global. Ahí tienen que estar puestas la mirada, la creatividad y el apoyo. Ellos serán el motor de la recuperación y la posibilidad de reposicionamiento.
Este desafío requerirá del compromiso, la comprensión y el protagonismo de la dirigencia política, en el marco de un debate plural con los representantes de todos los sectores productivos, que permita forjar los acuerdos y alianzas necesarias para dotar de fuerza y viabilidad a una política internacional argentina consistente con un modelo de desarrollo.
Hace 75 años no nos sumamos al proceso de desarrollo que muchos países del mundo protagonizaron en la posguerra. No pensamos una salida estratégica de la crisis financiera mundial de los años 2008/2009. Siempre nos encerramos en nosotros, mientras vimos crecer a distintos países en los cinco continentes. Esta vez tiene que ser distinto. Estamos frente a una nueva oportunidad. Solo depende de nosotros desplegar a fondo todo nuestro potencial.
Diputado nacional de Cambiemos
La Nación