Artículo de opinión escrito por Alieto Aldo Guadagni
A partir de la Revolución Industrial el mundo comenzó a demandar de una manera creciente más materias primas, particularmente minerales. Es así como en el último siglo la utilización de minerales se multiplicó 10 veces y todo indica que, particularmente en las naciones en desarrollo, año a año crecerán la demanda y también las importaciones de minerales. Las tendencias productivas hoy vigentes indican que se acentuará una creciente utilización de los metales requeridos por los sectores de alta tecnología, tanto en los países industrializados, pero también en las grandes naciones emergentes en el Asia que hoy lideran el crecimiento económico mundial.
La explotación de la minería tiene una particularidad política muy importante, ya que esta actividad productiva requiere la aceptación de la sociedad, se trata de una condición necesaria y previa para el desarrollo de cualquier actividad económica. Pero en el caso de la minería, este consenso de la opinión publica es aun más importante para movilizar las grandes inversiones requeridas para esta actividad extractiva. El amplio acceso a la información sobre los costos (incluidos los ambientales) y los beneficios de la actividad minera es útil y esencial; esto exige asumir las responsabilidades corporativas de carácter social, que comienzan por ofrecer a la opinión pública información amplia y veraz sobre las ventajas del desarrollo productivo de este recurso natural, pero preservando el medio ambiente.
No es raro que la opinión pública este fuertemente influida por prejuicios que, en muchos casos, impiden tener una clara idea de las ventajas netas que las industrias extractivas pueden aportar a un país no solo por el mayor crecimiento económico y del empleo, sino también por el fortalecimiento de la balanza de pagos. Este aporte de las industrias extractivas es muy importante en el caso de nuestro país, que viene desde hace décadas padeciendo crisis recurrentes estrechamente vinculadas a su incapacidad de generar divisas con sus propias exportaciones.
Cabe aquí la comparación con nuestro vecino Chile, con el cual compartimos nada menos que 5100 kilómetros de la cordillera de los Andes. Del gran potencial minero andino a nuestro país le corresponde bastante más que a Chile (alrededor del doble), sin embargo son considerables las diferencias en cuanto al grado de aprovechamiento de los recursos mineros localizados en esta extensa región andina. Baste señalar que las exportaciones mineras chilenas son 9 veces mayores a las nuestras, algo parecido ocurre cuando comparamos con Perú, cuyas exportaciones mineras son ya 7 veces mayores que las nuestras. El potencial minero argentino esta claramente subexplotado, una importante oportunidad lo ofrece el litio, ya que participamos del denominado "Triángulo del Litio" junto a Chile y Bolivia; nuestras reservas de este crecientemente demandado mineral, por los avances tecnológicos en la producción industrial, nos ubican en el tercer lugar en el mundo. Es positivo constatar que en la parte argentina de este Triángulo ya se registran 39 proyectos de inversión
Estamos desaprovechando recursos abundantes localizados en extensas áreas de nuestro territorio, que podrían contribuir a un desarrollo regional más equilibrado que el actual, que esta concentrado en el Área Metropolitana y en la Pampa Húmeda. Nada menos que 11 provincias, ubicadas en nuestra región andina, ofrecen buenas perspectivas para un proceso inversor de envergadura capaz de generar empleo genuino y fortalecer nuestra comprometida balance de pagos con el exterior con el aporte de nuevas exportaciones. Además, la renta tributaria generada por el aumento de nuestra producción minera puede contribuir a nuestras débiles finanzas públicas, como hoy ocurre en varios países sudamericanos. Si aumenta la producción minera es previsible que aumenten los recursos fiscales, lo cual es importante en momentos como estos en los cuales tenemos un considerable déficit fiscal.
No son muchos los países que tienen la dotación de recursos naturales mineros como nosotros, por esta razón es hora de encarar una política minera que apunte a incrementar la producción, como hacen todos los países latinoamericanos. Preservar y cuidar el medio ambiente es un mandato universal, pero no debe ser distorsionado y convertirse en un bloqueo productivo que impida crear genuinas fuentes de trabajo, fortalecer nuestra débil balanza de pagos con el exterior y generar más recursos fiscales, gracias a una equitativa captación de las rentas generadas por las explotaciones mineras.
Ámbito Financiero