Artículo de opinión de Claudio Martinez, Vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad de Santiago de Chile
Dos días después que el gigante chino Tianq anunció la adquisición de 24% de SQM en más de US$ 4.000 millones se publica la noticia que se instalará una empresa italiana de fabricación de baterías en Jujuy, Argentina. El litio es el negocio del futuro nadie lo niega, pero a diferencia de nuestro vecino que está haciendo goles, nosotros estamos jugando para el lado con poca capacidad ofensiva. Peor, le hicimos un pase a una empresa China para que ellos tengan el producto goleador, esencial para ser campeón mundial. Tenemos una de las reservas más grandes del mundo y qué hacemos; vendemos roca para comprar baterías. Algo está muy mal.
¿Qué nos diferencia de nuestros vecinos argentinos? Chile sigue sin una estrategia nacional que permita incorporar conocimiento al litio, tampoco tenemos la cultura e institucionalidad para hacerlo. Tenemos el primer paso dado; el recurso natural tiene condición de estratégico, por lo que en Chile no puede ser concesionado, solo el Estado lo puede explotar. ¿Qué hizo CORFO? Entregó una cuota de producción del Salar de Atacama a precio preferente a empresas que elaboren productos a partir de carbonato de litio.
Las empresas que aún continúan en competencia, luego de una promocionada licitación a nivel nacional e internacional, proyectan elaborar cátodos de batería, el primer eslabón de la cadena productiva en elctromovilidad. Más aún dos son empresas extranjeras que probablemente se llevarán los cátodos para hacer baterías en sus países. No hubo requisito para que el valor agregado -no solo el primer eslabón- se desarrollara acá o que se condicionara a establecer alianzas con empresas chilenas dispuestas a innovar e invertir. El modelo chileno no incorpora tampoco a las universidades, quiénes son hoy las que están realizando la investigación en el área.
En Argentina en cambio existe una cultura de trabajo en red e institucionalidad que permite la colaboración público-privada. Lo que Argentina ha logrado, muchos ven como imposible en Chile. Los equipos de investigación universitarios de La Plata y de Córdoba funcionan en conjunto con Y-TEC, sociedad entre la petrolera YPF y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) -equivalente al CONICYT chileno- que a su vez se relacionaron con el Instituto Politécnico de Torino, que trabaja con la empresa de batería Lithops, la que fue adquirida por el grupo italiano Seri. Esta relación desembocó en el anuncio de la construcción en Jujuy de una fábrica de baterías de litio para el transporte público de la provincia, la que comenzaría a funcionar este año.
"Nos juntamos cada tres o cuatro meses y hacemos un trabajo conjunto en núcleos paralelos. Somos científicos, pero trabajamos apuntando a desarrollos tecnológicos muy concretos" señalaba en prensa Daniel Barranco, doctor en física de la Universidad de Córdoba. El trabajo en red en Chile está aún en estado incipiente, las universidades del Estado están trabajando para generar investigación colaborativa pertinente a las necesidades del país. Necesitamos fortalecer esta red, hay mucho en juego en temas de electromovilidad a nivel mundial y Chile tiene el desafío de ser actor principal en la investigación, desarrollo e innovación en todo lo relacionado con la electromovilidad.
Por eso reitero una vez más que las universidades públicas (universidades del Estado) están en condiciones de proveer investigación científica en la materia, para ser transferida a la industria nacional, pero requieren de liderazgo, el que sí se ha dado en Argentina. Lo ideal es que ese liderazgo venga desde el Presidente de la República por la magnitud que significa el esfuerzo.
Dr. Claudio Martínez
Vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad de Santiago de Chile
Diario Estrategia (Chile)