De la política al sueño de liderar una empresa. Un virus en expansión
- 6 de diciembre, 2022
La nueva especie minera
Los pioneros de la industria parecen quedados atrás. El país, tras 25 años de puesta en marcha de “La Nueva Minería”, aparecen especies antes no constituidas en la actividad, que de a poco, aunque de crecimiento constante, empezaron a instalarse dentro de la cuestión minera.
Si bien el primer exponente de esta “casta” fue sin duda el Dr. Manuel Benítez que resistió como funcionario nacional dentro de la estructura de las empresas minera, al ser una persona que llegó por decreto presidencial a presidir la catamarqueña Yacimiento Mineros Agua de Dionisio en los primeros años del siglo. El citado, dueño de interesantes dotes en el manejo de las relaciones y con sobrada calidad de cintura política, extendió su presencia en los principales umbrales de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, CAEM, hasta principio del año 2016, cuando por Decreto, nombraron como reemplazo en el cargo al personaje de turno llamado Santiago Albaracín, que, para bien de muchos, duro muy poco al frente de YMAD.
Esto podemos decir que fue el inicio de la nueva era de la industria en Argentina. La primera conclusión podría radicar que la “Nueva Minería” no pudo aniquilar las intenciones políticas de hacerse de parte del poder de las compañías de origen estatal. Así lo demostró en el tiempo la deficitaria, y con ADN de corrupción y muerte ubicada en Santa Cruz, Yacimientos Carbonífero Río Turbio, YCRT. La que sigue funcionando a costa de los impuestos y la deuda exterior que pagan los argentinos.
Con la proyección del desarrollo de inicio de siglo, tras los pasos de YMAD, se enroló FOMICRUZ, Fomento Minero de Santa Cruz, pero con perfiles diferentes a los que surgieron después. La clara idea era participar del negocio, asociándose a los verdaderos inversores que con sus capitales convertían en realidad el accionar productivo mediante fondos genuinos. A su vez, en este caso en particular, se exhibía la necesidad de sostener la licencia social, simulando esta con una clara y encubierta “licencia política”. Esa fue una premisa que instaló el ex gobernador y presidente, Néstor Kirchner, a la que se sumaron el ex gobernador Arnoldo Castillo y luego, tras años de aprendizaje, irrumpe José Luis Gioja quien mejoró el relacionamiento entre sociedad - minería y Estado para transformar, algo que San Juan hoy puede exhibir desde que asumió en diciembre del año 2003, y a la vez hizo sobrevivir a la clase dirigente actual.
La presencia política garantizó de esa forma, mediante empresas propias, no conformarse con las miserables regalías que se abonan por la extracción del mineral y tener un porcentaje concreto en el negocio.
Con el correr de los años comenzaron a gestarse empresas mineras que sin aportar dinero, se imponía un rol de agilización de trámites y una participación activa que contribuyera a mejorar una imagen pésima que a los argumentos de daño ambiental se lo acompañaba con el eslogan “se llevan todo”, una visión dañina pero sin sustento real sobre lo que significa el desarrollo minero.
Así aparecieron empresas mineras en Jujuy, Salta, Río Negro, Tierra del Fuego y otras que tomaron renovado rol como en Chubut a través de Petro Minera.
Ahora empresas Mineras estatales diferentes:
El modelo que se está pergeñando en algunas provincias en la de crear o remontar proyecto de la actividad a los efectos de poder dotar a la sociedad de potenciales ejes productivos.
Sucede que en un país donde no ingresan capitales de riesgo, cierta clase dirigente que se encuentra en el poder, pretende poner en marcha procesos productivos desde el gasto público y no desde capitales genuinos.
Obviamente encuentran cierta complicidad de algunos intermediarios que ven esta como una oportunidad única de permanecer conectados a los pulmones financieros de gente con dinero disponible, que desde el exterior, pretende hacer negocios en el país sin profundizar demasiado.
Los Estados proponen, caso de Potasio Río Colorado, financiar una estructura empresaria desde gastos generales de la provincia. La pregunta que cabe es la siguiente: ¿Si es tan buen negocio porque no aparecen los inversores para hacerlos? Respuesta sencilla, nadie invertiría donde es imposible hacerse de las ganancias que se obtienen, manejarse en un mercado con 15 valores diferentes de la moneda extranjera; someterse a alcanzar algún contacto “político” para obtener un precio de dólar conveniente y que te cambien las reglas de juego en forma permanente y sin posibilidad de retirar la inversión cuando en su gran mayoría está enterrada. Estas son algunas de las causas que se nos ocurren, pero seguramente, salvo los amantes y conectados a la trifásica del Estado, muchos conocedores del sector pueden agregar.
¿Entonces qué sucede? Esos amantes del Estado benefactor, que jamás estuvieron en una trinchera ni administraron fondos propios, aconsejan crear espacios desde donde los amigos del poder logren hacer negocios.
Lo que para muchos es “una oportunidad” disfrazada de productividad, nacionalidad y generación de trabajo genuino (aunque nunca lo alcancen) convencen al frágil gobernante (por no escribir que es parte necesaria de este revuelto) para atesorar una empresa provincial y popular, donde “mojen el pancito” aquellos allegados íntimos o socios inescrupulosos que venden espejitos, saben cómo obtener fondos para una “inminente” inversión, argumentando en el exterior que son complementados por políticos locales que están en la conducción de esas empresas.
Leyendo y escuchando lo que señala el abogado mendocino Ernesto Ferrer, quien en estas páginas hace un correlato más especifico, entendemos desde PGM que nace una nueva “casta” que abraza la política, no para ser gobernante, sino para tener acceso a una empresa minera provincial. Una nueva moda. Ser empresario de la nada. No tener jefes (los inversores) y que todo le sea indiferente. En criollo: Un viva la joda!
Esto se viene observando en varias provincias, tales los casos de Mendoza o Las Rioja, donde ex funcionarios o ex candidatos, desocupados, pujan por crear empresas, participar del negocio, obvio que sin poner dinero propio, pero manejando las riendas de un negocio para algunos pillos, que, sin producir ni comprometerse, les permite estar al frente de cuantiosas sumas que provienen de un Estado pobre, fácilmente corruptible y sin rumbo.
Prensa GeoMinera