El hierro de Unchimé y Zapla, por Ricardo Alonso
- 4 de enero, 2021
- ricaardo alonso
La historia geológica no nos legó hierro del mejor, pero los altos hornos, en Zapla y en Güemes, fueron locomotoras del desarrollo de nuestra región.
La República Argentina no es un país con importantes yacimientos de hierro y carbón, justamente dos minerales que fueron basales en la industria siderúrgica y artífices de la Revolución Industrial.
Por ello la búsqueda de nuestro carbón en el siglo XIX estuvo orientada a suplir las necesidades de los trenes a vapor.
El carbón venía de Inglaterra. Se buscó frenéticamente en el país sin resultados notables. Si bien se encontraron algunos depósitos menores, faltaban los grandes yacimientos como los que conforman la cuenca hullera europea, china, rusa o de América del Norte, donde los mantos de carbón están relacionados con la depositación de grandes masas de materia vegetal en ambientes pantanosos en ausencia de oxígeno.
Ello ocurrió mayormente en el periodo Carbonífero, que etimológicamente toma el nombre del carbón, entre unos 360 y 300 millones de años atrás. Finalmente, y tras muchas desventuras, se descubrió el yacimiento de Río Turbio, un depósito de carbón joven de solo 40 millones de años de antigüedad, en el confín de la provincia patagónica de Santa Cruz. Muy lejos de la calidad de las hullas y antracitas de otros lugares del mundo.
Historia del hierro
Lo mismo pasó con el hierro. Nuestro país no tiene la suerte de contar con rocas antiguas, proterozoicas, de 2.500 millones de años, momento en el cual se produjo una revolución biológica planetaria. Los organismos que vivían en ambientes reductores pasaron a generar y a consumir oxígeno, cambiando el ambiente reductor a un ambiente oxidante.
Ello llevó a la sedimentación de cientos de billones de toneladas de hierro en los viejos océanos precámbricos que dieron lugar a una mineralización que se conoce como “formación de hierros bandeados” y es designada internacionalmente como los BIF.
Grandes yacimientos de hierros bandeados de alta ley en hierro se encuentran especialmente en Australia (principal proveedor a las siderúrgicas del sudeste asiático), y también en América del Norte y en América del Sur, en este caso en Brasil con su “Cuadrilátero Ferrífero de Carajás”; en Venezuela en la región de Roraima, y un yacimiento inexplotado como es el Mutún en Bolivia.
La búsqueda de hierro en nuestro país no tuvo grandes resultados y se limitó a algunas vetas de magnetita o cuerpos formados en el contacto de granitos con calizas que dan lugar a yacimientos tipo skarns. Se intentó sin mayor éxito la explotación de las arenas negras titano - ferríferas de la costa atlántica bonaerense en la Bahía de Samborombón y comarcas vecinas. Solo dos regiones con depósitos de hierro se explotaron económicamente aun cuando se trataba de un hierro de baja calidad. Estas fueron Sierra Grande en Río Negro y los yacimientos salto - jujeños de Unchimé, Puesto Viejo y Zapla. Se trata de mantos de hierro sedimentario incluidos en formaciones de edad silúrica, especialmente la Formación Lipeón, que se encuentra en las serranías que flanquean por el oriente el Valle de Ciancas o Siancas. Los depósitos nacen un poco al sur de Torzalito, siguen hacia el norte por Unchimé, luego Puesto Viejo y Zapla, continuando en la Sierra de Santa Bárbara hasta traspasar la frontera con Bolivia.
Altos Hornos Zapla
La explotación más importante se dio en Zapla, en la mina 9 de octubre, donde se instalaron los altos hornos en 1951 que hicieron crecer a la ciudad de Palpalá y dieron vida a esa región.
Todo el hierro sedimentario del norte argentino tenía muchos problemas por su alto contenido en fósforo que afectaba las paredes de revestimiento de ladrillos refractarios de los hornos al formar un corrosivo ácido fosfórico. Sumado a la baja ley del mineral, entre 30 y 40% de óxido de hierro, cuando las menas de magnetita que se explotan en cualquier lugar del mundo están en el orden de 60%. A ello se debía agregar otras impurezas, especialmente sílice, la cual terminaba formando montañas de escorias.
Si bien los bancos de hematita llaman la atención por su color rojo sangre, al punto que un cauce de la sierra de Zapla lleva el nombre de “Arroyo Tomate” por el intenso color rojo de sus aguas, no se había caído en la cuenta sobre su valor real y potencial. Varios cateadores se atribuyen haber sido los descubridores del mineral en la década de 1930.
Dos de ellos fueron los italianos Salvador Capra y Antonio Senes que dieron con los mantos minerales mientras cazaban en la serranía de Zapla. Al parecer y antes de ellos un obrajero de la región, José Montero, habría dado con los bancos ferríferos. Lo cierto es que uno de los que vino a estudiarlos fue el famoso geólogo argentino Luciano R. Catalano, invitado por el general Manuel Savio, y en su homenaje una calle de Palpalá lleva su nombre.
Interés académico
Luego vendrían otros estudiosos que buscaron aclarar la génesis de los mantos de hierro, su edad geológica, su contenido en óxidos, etcétera. Entre los geólogos que estudiaron distintos aspectos de los mantos de hierro se encuentran Otto Schlagintweit, Victorio Angelelli, M. Tabachi, H. Devito, A. Nienieswki, S. Wlekinski, S. Brada, Oscar Ruiz Huidobro, Beni de Franz Bloser, Enrique Mauri, César Pagés, Marcelo Figueroa Caprini, Enrique C. Rayces, Gerardo Bossi, José Viramonte, Miguel Bosso y César Monaldi, entre muchos otros. Los estudios sobre la metalurgia del hierro fueron llevados a cabo en el Instituto de Geología y Minería de Jujuy y en el Instituto de Beneficios de Minerales de Salta (Inbemi), estos últimos por los ingenieros Rolando Poppi y Horacio Flores, entre otros.
La secuencia sedimentaria portadora de los mantos de hierro es rica en invertebrados fósiles marinos como trilobites, graptolites, nautiloideos, corales, bivalvos, etcétera. La composición de los minerales presentes, especialmente arcillas chamosíticas que se transformaron en el óxido férrico hematita, indican una depositación del hierro en una playa marina del período Silúrico. Se corresponde con un mar somero, en un clima cálido post - glaciaciones, en la época del subcontinente de Gondwana, cuando la distribución de mares y continentes era radicalmente diferente a la actual.
El hierro se fue concentrando en los procesos de litificación de las rocas por fenómenos de diagénesis y otros eventos relacionados.
A diferencia de la magnetita que se forma en eventos hidrotermales y alcanza una alta ley en hierro, las capas del hierro sedimentario de Unchimé, Puesto Viejo y Zapla estaban lejos de ese ideal.
Altos Hornos Güemes
Así y todo, se avanzó no solo con los Altos Hornos de Zapla, sino que también una empresa de accionistas salteños, entre los que participó el Dr. Agustín Pérez Alsina, pusieron en marcha en 1958 Altos Hornos Güemes S.A.I.C. Los depósitos de Unchimé se encuentran en la Sierra del Gallo, en el flanco oriental del Valle de Siancas, a 1.000 m sobre el nivel del mar. Se extienden allí varios mantos de hierro que van desde algunos decímetros a varios metros de espesor. Hay dos horizontes principales (I y II) que suman unos 8 m de espesor.
El geólogo petrolero Enrique Mauri habría sido en 1943 el primero en señalar esos mantos ferríferos en sus estudios regionales para YPF. Entre los minerales identificados se encuentra chamosita, hematita, cuarzo, muscovita, biotita, apatita, siderita y feldespatos. En las campañas llevadas a cabo en la década de 1940 se reconocieron 329 frentes de muestreo a lo largo de 33 km de afloramientos. Se calculó un tonelaje potencial de 170 millones de toneladas de mineral con una ley de 35,7 % de óxido de hierro y 0,48 % de fósforo. Se reportaron leyes máximas entre 40 y 45 % de óxido férrico.
El mineral puede ser fácilmente enriquecido por molienda y separación electromagnética o directamente fundido para obtener arrabio. Originalmente Unchimé se explotó a partir de 1956 para proveer de hierro a Zapla. Posteriormente abasteció de hierro a la firma Minetti para la fabricación del cemento Portland. Otro uso de este tipo de hierro es para ocres y pinturas. Hasta fines de 1960 la producción alcanzó unas 50.000 toneladas.
El punto máximo de Altos Hornos Güemes se logró en 1958 cuando se fundió una colada de arrabio procedente de un alto horno alimentado con leña de campo. Luego la actividad no prosperó y quedó discontinuada hasta los últimos años en que el hierro de Unchimé volvió a tenerse en cuenta para su uso en la industria del cemento. El hierro de Unchimé fue y es uno de los recursos mineros más importantes del departamento de General Güemes en la provincia de Salta.
El Tribuno Salta