Lunes 15 de diciembre de 2025

Minas abandonadas en Argentina: El tesoro oculto para metales críticos

  • 11 de diciembre, 2025
¿Argentina puede quintuplicar su producción de metales críticos reactivando minas olvidadas? Un informe privado hace foco en las más de 200 minas abandonadas del pais.

Por Carla Barbuto

cbarbuto@lmneuquen.com.ar

La reactivación del yacimiento Bajo de la Alumbrera, ubicado en Catamarca, después de 7 años de inactividad -anunciado por Glencore hace unos días- puso sobre la mesa una pregunta que abre un debate interesante: ¿Cuánto pueden producir las minas abandonadas de Argentina?

Nuestro país cuenta con más de 220 minas inactivas distribuidas en provincias como Catamarca, San Juan, Jujuy, Salta, Mendoza, Córdoba, Río Negro y Santa Cruz. Estas no cerraron por agotamiento de recursos, sino por factores históricos: leyes bajas en su época, precios internacionales deprimidos en los 90 y 2000, falta de tecnología, costos elevados de energía y logística, escasez de financiamiento y ausencia de políticas de continuidad.

Hoy, el panorama difiere radicalmente. La demanda global de metales críticos para energía, tecnología y defensa impulsa precios al alza. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), el mundo requiere 30% más de cobre y 600% más de minerales críticos al 2040. China, EE.UU. y Europa compiten por suministros seguros, posicionando a Argentina como actor clave al reactivar sitios con infraestructura existente y mineral remanente.

En este contexto, José Luis Dalla Gassa, autor del informe, afirma: “Lo que Argentina llama ‘minas abandonadas’ en realidad son reservorios estratégicos de metales críticos. El mundo los necesita hoy más que nunca”.

Ventajas económicas de la reactivación brownfield

Desarrollar una mina nueva (greenfield) demanda US$ 250-3.000 millones y 8-14 años. En contraste, reactivar una inactiva (brownfield) cuesta US$ 5-50 millones y produce en 6-12 meses. Los beneficios incluyen caminos, líneas eléctricas, campamentos y permisos preexistentes; botaderos con mineral recuperable; ensayos históricos; mano de obra local capacitada; convenios comunitarios y menor impacto ambiental, acelerando aprobaciones.

El ROI estimado en brownfield alcanza 18-36 meses. Dalla Gassa destaca: “Reactivar estas minas no es nostalgia. Es estrategia. Es soberanía. Y es negocio”.

Minerales críticos con potencial

Argentina alberga depósitos clave para la transición energética.

Cobre: Esencial, con duplicación de producción global al 2035. Minas inactivas en San Juan, Mendoza y Córdoba poseen botaderos con 0,30-0,70% Cu, viables con flotación moderna.

Litio: Salares secundarios en Salta, Jujuy y Catamarca, abandonados desde los 80, reactivables con evaporación forzada y DLE.

Tungsteno (W): Minas históricas en San Luis y Córdoba. Precios subieron +56% desde 2020, ante dependencia de China (>80%).

Molibdeno (Mo): Asociado en pórfidos, antes descartado, ahora valioso para aleaciones y nuclear.

Manganeso y Vanadio: Para baterías VRFB, con demanda duplicada al 2030. Sitios inactivos en San Juan, La Rioja y Catamarca.

Tierras Raras (REE): Proyectos pequeños en Córdoba, Mendoza y Río Negro, demandados fuera de China.

Sílice de alta pureza: En San Juan y Catamarca, impulsada por industria solar.

La mina Los Cóndores se encuentra a diez kilómetros de Concarán y a cincuenta de Merlo, en San Luis. Foto: villamerlo.com

La mina Los Cóndores se encuentra a diez kilómetros de Concarán y a cincuenta de Merlo, en San Luis. Foto: villamerlo.com

Inversiones requeridas y tipos de reactivación

Según el análisis de Dalla Gassa, la reactivación de minas abandonadas o inactivas se divide en tres categorías claras que minimizan el riesgo y maximizan la velocidad de retorno:

La reactivación light, también conocida como “Oro en botaderos”, consiste en limpieza de accesos, muestreo intensivo y alquiler o instalación de una planta móvil de procesamiento. Su inversión oscila entre US$ 500.000 y 3 millones y permite iniciar producción en solo 3 a 12 meses. Este esquema resulta ideal para recuperar tungsteno, sílice de alta pureza, baritina, fluorita y cobre oxidado que en el pasado quedó en botaderos por no ser rentable con la tecnología de entonces.

Le sigue la reactivación media, orientada a minas subterráneas o a cielo abierto de escala intermedia. Implica reparación de accesos, galerías, sistemas de ventilación, molienda y circuitos de flotación. El desembolso necesario se ubica entre US$ 5 y 15 millones y la puesta en marcha demora entre 12 y 18 meses. Es el modelo más frecuente para proyectos polimetálicos o de cobre con infraestructura parcialmente conservada.

Finalmente, la reactivación full aborda yacimientos complejos o polimetálicos de mayor envergadura. Requiere reparación total de instalaciones, compra de equipos pesados, construcción o ampliación de planta concentradora y manejo integral de relaves. El rango de inversión va de US$ 15 a 50 millones y el tiempo hasta la primera producción se extiende entre 18 y 36 meses.

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Reactivando 20% de minas, Argentina quintuplica producción no litífera. Potencial 2030: +150.000 ton/año cobre; +500-4.000 ton/año tungsteno; +1.500 ton/año molibdeno; +300.000 ton/año sílice; +5.000 ton/año manganeso; litio adicional en 3-4 salares.

Ejemplos exitosos: Chile, Perú, Bolivia y México reactivaron similares. Dalla Gassa advierte: “La ventana de oportunidad va de 2025 a 2030. Después será tarde”.

En este punto, el informe detalla yacimientos:

Buenos Aires: Sílice en Las Armas y Miramar para solar.

San Juan: Casposo (oro-plata) en standby; El Pachón (cobre).

San Luis: Los Cóndores (tungsteno), cerrado desde 80.

Río Negro: Sierra Grande (hierro); Arroyo Ventana (uranio).

Chubut: Mina Huemules (uranio); Mina Angela (polimetálica).

Córdoba: Cerro Áspero (tungsteno legendario).

Mendoza: Paramillos (Zn-Pb-Ag-Au); San Jorge (cobre).

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Paso a paso: Obtén datos de SEGEMAR; analiza producción histórica; realiza muestreos geoquímicos; ensayos metalúrgicos; estima CAPEX light; verifica regulatorio; evalúa logística; construye modelo económico; prepara pitch para inversores.

Dalla Gassa concluye: “Una mina abandonada no es una ruina: es un activo dormido que puede volver a producir con inversión moderada y estrategia sólida”.

El informe concluye que la reactivación de minas abandonadas pone en marcha al entramado pyme local. Esta reactivación no solo genera empleo y exportaciones, sino soberanía en metales críticos. Argentina despierta su potencial industrial bajo tierra, alineado con demandas globales.

Mase.lmneuquen.com

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