La historia de la población y de la producción minera de Sierras Bayas se remonta a las últimas décadas del siglo XIX, por el que se establece a 1879 como el año de fundación de la localidad.
El comienzo de la historia minera en Sierras Bayas podría situarse en la década de 1870. Por esos años, inmigrantes italianos en su mayoría comenzaron a extraer piedras para uso ornamental.
En 1879, el gobierno de la provincia de Buenos Aires declara a Sierras Bayas como Reserva Minera Fiscal. El decreto del 30 de septiembre de 1879 creaba una reserva que sería parcelada y entregada a los canteristas que lo solicitaran en arrendamiento. La reserva se convirtió en fuente de renta para el estado provincial. Los canteristas debían solicitar las parcelas bajo expediente, el Gobierno las concedía a través de escrituras de concesión y a cambio los adjudicatarios pagaban un canon anual por la explotación.
Por ese año se encontraban trabajando en canteras y hornos los señores Brizzio, Rizzi, Calegari, Morglia y Anizan. En su paso por esta zona, el mismo año Estanislao Zeballos describe que la cantera visitada había llegado a 8 metros de profundidad.
Los primeros ensayos en la calcinación de piedra caliza dan buenos resultados y comienza la construcción de hornos de cal. La cal producida durante los primeros años es transportada a la ciudad de Azul, y de allí en ferrocarril hasta "la Gran Ciudad", por eso su denominación en Buenos Aires como "Cal del Azul". Con la llegada del ferrocarril a Hinojo en 1883 se reducen las distancias, se mejoran los costos del flete y las entregas de piedra y cal son más seguras y rápidas.
Como consecuencia del desarrollo de las caleras, la población de Sierras Bayas crece. La presencia de familias con niños determina la creación de la primera escuela primaria en 1889 en Boca Sierra y asentamientos poblacionales en torno a las canteras y los hornos. Las casas eran de piedra, algunas con paredes de hasta 50 centímetros de espesor. El decreto anteriormente nombrado en su artículo 11 indicaba que las casas no podían construirse a menos de 20 metros de las bocas de los pozos. Los primeros grupos de peones venían de Azul o Hinojo y se establecían durante la semana para trabajar en las canteras.
Para 1895, el pueblo muestra la forma actual en cuanto al trazado de senderos y calles. Ya se diagrama las que serán más tarde las principales arterias como la calle Roca y la calle Rivadavia. Se proyectan las primeras 12 cuadras de lo que será más adelante el barrio Pueblo Nuevo. Se conforman dos espacios bien marcados en cuanto a construcciones de casas: en la zona de Boca Sierra y en lo que es hoy la calle Roca y proximidades. Y también existen zonas de alfalfares, de pastoreo, sectores de quintas y corrales, almacenes y reservas de sectores para plaza y edificios públicos, y las reservas para canteras de piedra calcárea.
Entre los empresarios precursores de la industria minera sierrabayense de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX se encuentran Ambrosio Colombo, los hermanos David y Juan Spinetto, los hermanos Mauricio y Alfonso Aust, Juan Ginocchio y su esposa María Litra de Ginocchio, Manuel Mouriño, Luis Toffoletti y sus hijos Julio Luis y Angel Ernesto Toffoletti, Camilo Campagnale y sus descendientes Pablo y Luis Campagnale, y familia Veyrand y su socio Lettieri.
Los hermanos Aust impulsaron activamente la extensión del ramal desde "el desvío Gregorini" a Sierras Bayas y le cedieron al Ferrocarril del Sud parte de la chacra de su propiedad para la construcción de la nueva estación. Con fecha 20 de noviembre de 1896, el Ferrocarril del Sud solicita autorización al Poder Ejecutivo, para prolongar el ramal hasta las canteras existentes en Sierras Bayas (9,629 kilómetros). Este concede la autorización por resolución del 26 de Febrero de 1897. Se realiza la construcción del ramal y, por decreto del Gobierno de fecha 21 de julio de 1898, se autoriza a librar el servicio de la prolongación a partir del 23 de julio de 1898.
La llegada del ferrocarril marcaría un hito importantísimo en la historia de Sierras Bayas. A partir de entonces comenzaría el desarrollo de la minería a otra escala.
Durante las primeras dos décadas de existencia del ferrocarril, saldría a través de él la producción minera local a las grandes ciudades: cal, toda clase de piedras labradas para veredas, adoquines de granito para pavimento, bloques calcáreos y graníticos para construcciones y revestimientos de muros. Por tren también llegaría el carbón para las caleras.
La actividad en las caleras y canteras conformarán la principal demanda laboral del pueblo. Trabajan en ellas carreros, horneros, ayudantes de horneros, peones, marroneros, caballerizos y barrenistas, entre otros, muchos de los cuales se radican con sus familias.
Allá por 1910, en el marco del centenario de la Patria, Sierras Bayas continuaba su expansión. Además de contar con numerosos hornos de cal, existían la estación de ferrocarril, hotel, almacén, panadería, el destacamento de policía, zona de quintas y alfalfares. Ya se indica el terreno para la plaza central de la localidad. Los caleros habían instalado cientos de metros de vías de trocha angosta desde las caleras a las canteras para sacar los calcáreos en vagonetas tiradas a caballo.
Comenzada la Primera Guerra Mundial, si bien se vivían momentos difíciles, una firme decisión individual y altruista cambiaría para siempre la Sierras Bayas conocida hasta ese entonces y comenzaría una nueva historia.
(Cecilia Alves / Calera 1888 de Sierras Bayas)
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