Para Roberto Salvarezza el objetivo del gobierno "es dejar al país inerme frente a la tecnología extranjera"
- 25 de junio, 2025
Los científicos e investigadores advierten sobre el vaciamiento del CONICET y la pérdida de las capacidades estratégicas.

El gobierno nacional avanza con su plan de ajuste y la ciencia argentina vuelve a quedar en la mira. La fusión de organismos clave y el desfinanciamiento sistemático del sector forman parte de una política que, bajo el pretexto de la eficiencia, desmantela capacidades estratégicas del Estado. “Hoy estamos por debajo del 0,2% del PBI en inversión en ciencia y tecnología. Es un mínimo histórico”, advierte el exministro del área y expresidente del CONICET Roberto Salvarezza.
El desarme no es simbólico, sino concreto. Institutos con funciones técnicas específicas, como el INPRES (responsable del monitoreo sísmico del país), están siendo absorbidos por estructuras con escasa relación funcional, como el SEGEMAR. Por su parte, el Instituto Nacional del Agua pasó a depender del Ministerio de Obras Públicas, perdiendo así autonomía y jerarquía. "Son organismos fundamentales en un país con el 60% del territorio desértico, donde el manejo del recurso hídrico es clave", advierte Salvarezza en una entrevista con la 750.
Pero el problema no es solo presupuestario. Para el exministro, existe una concepción ideológica que concibe a la Argentina como un país sin necesidad de ciencia propia. “El objetivo es dejar al país inerme frente a la tecnología extranjera. Se desmantela lo que se construyó con años de esfuerzo, para convertirnos en compradores de desarrollos ajenos”, denuncia.
Desde el oficialismo, el argumento gira en torno a la “racionalización” del sistema y la supuesta “sobredimensión” de las estructuras. Sin embargo, los datos desmienten esa idea. Argentina alcanza apenas un 3% de investigadores cada mil personas activas, todavía lejos de los estándares de los países desarrollados. “Es una mentira que el sistema haya crecido de forma irracional”, sostiene Salvarezza. “En solo un año perdimos 3.000 investigadores”, agregó.
A esto se suma un ataque discursivo que estigmatiza a la comunidad científica como parte de una supuesta “casta”. Las consecuencias ya son visibles: becarios e investigadores que renuncian, emigran o se reinsertan en sectores donde su formación se desaprovecha. El silencio del actual presidente del CONICET, investigador de carrera, frente a esta situación genera aún más preocupación.
Mientras el gobierno celebra la motosierra como símbolo de eficiencia, el sistema de ciencia y tecnología, uno de los más prestigiosos de América Latina, se desarma. Lo que se pierde no es solo infraestructura o personal: se pierde la capacidad de un país de pensar, innovar y desarrollarse desde sus propios saberes.
Página 12