Mendoza: Cornejo en Londres, y en la provincia se enciende San Jorge
- 30 de septiembre, 2024
Por Marcelo Torrez
“La política está haciendo su parte para que haya minería sustentable en Mendoza”, dijo en mayo pasado, en San Juan, Alfredo Cornejo, en medio de un discurso que ofrecía a una platea conformada por funcionarios de provincias mineras y representantes de empresas e inversores nacionales y extranjeros que se habían reunido para hablar del potencial minero argentino, con la mirada en el cobre particularmente.
Cornejo festejaba, de alguna manera, la inclusión de Mendoza en la denominada Mesa Minera del Cobre de la que forman parte las provincias con importantes reservas del mineral, como San Juan –considerada a esta altura de las circunstancias como la reina nacional del cobre–, Salta, Catamarca y Jujuy. A ese dicho de mayo pasado del gobernador mendocino, que por estas horas se encuentra en Londres participando de una de las tres ferias mineras más importantes del mundo, hoy se le agrega una sentencia inapelable que empuja como nada, ni nadie, a la definitiva realización de la minería en el país: la realidad que ha sacado a la luz los niveles de pobreza y marginación más denigrantes de los últimos tiempos.
Cornejo ha llegado a Londres junto a sus pares de San Juan, Catamarca, Salta, Jujuy y con el secretario de Minería de la nación, Luis Lucero, envuelto en el lastimoso y más que doloroso 52,9 por ciento de pobreza, tanto para el país como para Mendoza. La misión argentina tiene pegada en la frente la marca de los 25 millones de personas sumidas por debajo de la línea de la pobreza para todo el país y Cornejo, en proporción, con ese 1,1 millón de mendocinos en la misma situación.
Una triste realidad, con toda su crudeza, con la misma que hoy enmarca el número de la vergüenza mundial, indica que el 66 por ciento de los chicos de 0 a 14 años a duras penas están sobreviviendo en algunos de los conurbanos de todos los que circundan los alrededores de las capitales del país. Son pobres y además una muy escasa instrucción y educación de bajísimo nivel, condenados a un futuro negro por delante de mucha más marginalidad. Esa situación tan áspera, es la que ha obligado a la política, pareciera que ahora sí, a ir por la minería metalífera a gran escala. La licencia social para la minería está llegando de la mano de la decrepitud en todo sentido.
Este año, Londres, con su tradicional feria, la London Metal Exchange, intenta ganar un terreno que dominaba a su gusto hasta no mucho tiempo atrás: el del mercado de capitales del sector minero. Un espacio que parece haber perdido desde el 2018 hacia acá en manos de Australia, Canadá y Estados Unidos. El martes, Cornejo junto al resto de los argentinos, será parte de una cena, según se ha anunciado, de unos 1.500 comensales que representan a lo más top de la minería mundial. Varias publicaciones financieras, como estrictamente mineras, dan cuenta de la competencia entre Londres y el resto de las nuevas capitales globales en las que se nuclean las entidades interesadas en fondear las inversiones de un sector que cobra trascendencia por esas 50 millones de toneladas de cobre que se calcula necesitará el planeta en el 2035 para concretar la transición energética. El mismo mundo que hoy consume todo lo que produce: 35 millones de toneladas del mineral.
Al igual que como sucediera en San Juan en mayo, después en Canadá, en Australia y Chile, Mendoza se presenta en Londres con la carpeta del Distrito Minero Occidental Malargüe, ese amplio territorio en donde se han asentado cientos de permisos mineros (su número es incierto porque de 300 se pasó a 200, ahora se habla de unos 100, pero en concreto hay 34 individualizados y en camino de conseguir una suerte de Declaración de Impacto Ambiental colectiva, para todos) que esperan ser explorados para conocer con certeza la cantidad de mineral que puedan contar en sus entrañas.
Pero a diferencia de las presencias anteriores, ahora Cornejo estaría en condiciones de asegurarles a los interesados en Mendoza, y sin que se trate de un anuncio oficial, que antes de que termine el año presentaría su nueva DIA el único proyecto de cobre del país en condiciones de comenzar a operar de inmediato. Se trata de San Jorge, el viejo y famoso proyecto minero de cobre ubicado en Uspallata que hizo arder la campaña electoral del 2011, cuando Francisco Paco Pérez, el último de los gobernadores que dio el peronismo, alcanzara la gobernación haciendo campaña en contra de la actividad. Claro que no fue, ni ha sido, ni será el único de los políticos mendocinos que usó la minería a modo puramente especulativo para sacar provecho de las olas ambientalistas que impidieron el avance de los proyectos. Aquel clima de agitación verde parece que se ha desvanecido. Seguramente no tiene la fuerza que desarrollara tener entre el 2005 y 2019, ni tampoco recursos para montar un escenario anti minería al que se subieron para coparlo el fanatismo, la ignorancia, la desinformación y las malas intenciones, desde ya.
“No está en agenda San Jorge”, aclaran en la gobernación. Pero todo indica que la compañía que lo controla ha terminado ya de reconfigurar el proyecto, ahora adaptado ciento por ciento a la 7722, la Ley Antiminera, y se prepara para presentarlo entre noviembre y diciembre. La DIA, se sabe, tendría que recibir la aprobación política de la Legislatura para seguir adelante con el emprendimiento. La realidad, otra vez, más que todo lo que ha hecho la política para conseguir la licencia social para la actividad, debiese imponer su peso como para pasar el filtro político sin inconvenientes. Más cuando se supone que la misma Legislatura haya ya aprobado la DIA de los proyectos de exploración de Malargüe.
Mendoza está en la Mesa del Cobre precisamente por San Jorge. Los grandes proyectos se ubican en San Juan con Josemaría, Los Azules, Filo del Sol, El Pachón y Altar; en Catamarca con MARA y en Salta con Taca-Taca. Todos de una proporción y potencial mucho más grande que el mendocino San Jorge, pero por las mismas razones (volumen, ubicación geográfica, altura y demás), más atrasados en su evolución.
Los propietarios de San Jorge, Solway Investement, habrían garantizado contar con los 600 millones de dólares de inversión que requiere la puesta en marcha de San Jorge, incluso sin necesidad de contar con financiamiento proporcionado por terceros. La aparición y aprobación del RIGI en la Argentina y la adhesión de Mendoza, le dio al emprendimiento un impulso más de todos los que terminaron convenciendo a la firma, quince años atrás, de hacer la apuesta de inversión en Uspallata, luego de que se confirmara la existencia real del mineral.
La tecnología actual, como dijo Cornejo en aquella presentación en San Juan, le garantiza hoy a la compañía –y a las presentaciones que deberá realizar– llevar adelante la explotación sin riesgo de contaminación, de forma sustentable, agregan en el entorno de la firma de capitales estonios. Los plazos que se manejan le apuntan a un 2025 de discusión de la DIA, la construcción del yacimiento entre el 2026 y 2027 y un arranque de la producción con un horizonte previsto para el 2028. Se calcula que para la construcción del yacimiento la compañía tendría que emplear a unas 2 mil personas y unos 1.000 durante la operación de la mina, todos puestos de trabajo directos; los indirectos podrían triplicar esos números, de acuerdo con las proyecciones que se tienen.
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