La fascinante dinámica de nuestros ríos, por Ricardo Alonso
- 3 de mayo, 2022
El río erosiona su valle y luego el valle encajona y apresa a ese río. Paradoja y destino.
Desde sus nacientes hasta sus desembocaduras los ríos pueden fluir sin mayores contratiempos a lo largo de extensas llanuras hasta alcanzar finalmente el mar. Y formar allí, en su desembocadura, grandes deltas como ocurre con el Paraná. O con el Amazonas, Orinoco o Mississippi, por mencionar algunos casos. El océano constituye el nivel de base de los ríos. A partir de allí se regulan sus perfiles de equilibrio.
Pero hete aquí que ese nivel del mar es cambiante, no solamente a lo largo de millones de años, sino también en tiempos mucho más cortos. Por distintas razones los mares retroceden o avanzan hacia el interior de los continentes. Cuando ello ocurre se desplaza el nivel de base y los ríos acomodan su perfil de equilibrio sea erosionando hacia las cabeceras o depositando materiales más adentro de sus desembocaduras.
Entre 12 y 14 millones de años atrás el mar entró profundamente al interior de América del Sur a través de tres grandes brazos que ingresaron por el Caribe, el Amazonas y el Paraná. Los Andes ya estaban en formación con lo cual los protorríos debieron retroceder para acomodarse a ese nuevo nivel del mar. Se han encontrado restos de foraminíferos, unos microfósiles de origen marino, y también peces, plantas, huellas de aves y depósitos evaporíticos como yeso y sal productos de aquella ingresión marina a la que se ha dado en llamar Paranense.
Los ríos han tenido cambios increíbles en su historia geológica. Hubo un tiempo en que el Paraná no existía como tal. Hubo un tiempo en que el Amazonas corría al revés, o sea de este a oeste. Las distintas fases del levantamiento andino fueron desplazando y acomodando a los distintos ríos. Muchos de ellos tuvieron que sortear los obstáculos que se les iban presentando. Obstáculos que tenían que ver con la formación de bloques de montañas o una elevación regional por las fuerzas endógenas de la corteza. Regiones que alguna vez estuvieron hundidas comenzaron un proceso de inversión tectónica y se elevaron.
En otros casos fueron los bloques de montañas que se elevaron sucesivamente hacia el este de los Andes formando los valles de la Cordillera Oriental o las serranías subandinas. Y la elevación de la Puna. Pero en todos los casos los viejos ríos tuvieron que cortar esos obstáculos o bien esquivarlos.
El lago de Lerma
Uno de los científicos que estuvo interesado en estos temas fue el Dr. Ricardo Mon (1940-2022), prestigioso geólogo salteño que estudió en Buenos Aires y desempeñó su vida académica en Tucumán. Escribió más de un centenar de artículos sobre temas geológicos del norte argentino, entre ellos cómo los ríos tuvieron que acomodarse o desviarse de sus recorridos con el crecimiento progresivo de los frentes montañosos andinos.
Muchos ríos fueron cortando sus sierras hasta llegar a otras cuencas y capturar o ser capturados por otras vías fluviales. Este juego dinámico entre lo externo y erosivo motorizado por el clima y lo interno o endógeno motorizado por las fuerzas tectónicas ha ocurrido sin prisa pero sin pausa.
Los Andes se han estado levantando en la vertical, empujando en la horizontal y hundiéndose en la llanura Chaco - Paranense. Allí van a parar los depósitos de los grandes ríos como el Pilcomayo, Bermejo y Juramento que forman abanicos aluviales de hasta mil kilómetros en su arco distal. Son los llamados "mega fans".
El proto-Juramento, por ejemplo, cortó aguas arriba en el sistema de sierras andinas orientales hasta que alcanzó al Valle de Lerma. Ese corte fue labrando un estrecho cañón en rocas calcáreas y margosas del Cretácico. Pero ocurrió que cuando el río alcanzó el Valle de Lerma, este estaba ocupado por un gran lago que cubría el piso de la fosa tectónica, casi desde Talapampa por el sur hasta La Caldera por el norte. Ese lago se vaciaría catastróficamente por el cañón del Juramento. Precisamente en inmediaciones del actual puente carretero y a orillas de la ruta provincial 47 se conservan depósitos de bloques caóticos que registran aquel evento catastrófico.
Al desaparecer el "lago de Lerma" toda la red fluvial debió reorganizarse. Los fenómenos de capturas entre ríos y cuencas fueron una constante. A veces en forma natural por el simple retroceso de las cabeceras de un cauce y otras por la intervención humana, o sea capturas antrópicas.
Es lo que pasó en El Encón cuando un español en el siglo XVIII hizo un corte en la sierra y desvió el río Arenales -Potrero -Usuri, cauces que formaban el río Ancho, quedando este último reducido a la mínima expresión. Hoy de ancho solo le queda el nombre.
Otro fenómeno de captura antrópica tuvo lugar en la zona de Orán en la década de 1860. Ello llevó a una erosión retrocedente con la profundización del cañón del Iruya y una división de cauces del Bermejo aguas abajo. Además este río incrementó grandemente su carga de sedimentos que ya de por sí era alta y de allí tomaba su nombre.
El gran Calchaquí
En el marco de las capturas regionales es interesante mencionar que el río Calchaquí y sus afluentes corrían hacia el sur con destino a Catamarca y más allá. Durante los reacondicionamientos hidrológicos en el período Cuaternario hubo una captura que derivó el río de las Conchas hacia el Valle de Lerma y eso trajo aparejado que el río Santa María dejara de fluir al sur y comenzara a fluir hacia el norte.
Con esa captura se formó el río más largo que corre íntegramente en territorio argentino, desde las cumbres del Nevado de Acay hasta el río Paraná a la altura de la ciudad de Carcarañá en Santa Fe, formando el curso Calchaquí -Las Conchas Guachipas Juramento Pasaje - Salado.
El tema no es solamente las viejas capturas, que son muchas, sino otros lugares donde las cabeceras de los ríos están retrocediendo y acercándose a cuencas hidrográficas a las que en algún momento alcanzarán, capturarán y vaciarán de acuerdo a cuál sea el cauce dominante versus el cauce dominado. O el captor y el capturado.
Las imágenes satelitales permiten comprender mejor esta fenomenología que tiene que ver con los relieves y el clima. Sin ir más lejos, las nacientes del río Vaqueros- Castellanos- Lesser están retrocediendo y se acercan lentamente al río Yacones. En algún momento, no muy lejano desde el punto de vista geológico, se va a producir la captura y se va a generar un tremendo reordenamiento hidrológico.
Algo parecido está pasando entre Tumbaya y Purmamarca. Y pasó también cuando el río Grande de Humahuaca fue capturado y desviado para formar parte de la cuenca del San Francisco - Bermejo.
En general la región de la Puna es una cuenca endorreica o sea con drenaje interno. Salvo en su extremo septentrional donde el río San Juan de Oro logró escalar y hoy forma parte de la cuenca del río Pilcomayo. Por su parte los ríos que tratan de drenar la cara oriental de la Puna se encuentran con dos problemas.
Una es la composición dura de sus rocas graníticas y metamórficas como las que forman los Nevados de Cachi - Palermo y su continuación austral y la otra es el ascenso que siguió empujando las montañas hacia arriba. Ello generó una barrera al avance de los ríos que en el retroceso de sus cabeceras no pudieron llegar hasta la Puna.
Una persona que estuvo muy interesada e involucrada con los temas de los ríos y sus capturas fue el Dr. Alfredo Castellanos (1893-1975). Si bien nació en Buenos Aires se crió y estudió en Córdoba y desarrolló su actividad académica en Santa Fe ocupándose de cuestiones relacionadas con el origen del hombre americano y los mamíferos fósiles, en todos los casos fuertemente influenciado por la obra de Florentino Ameghino.
Castellanos es autor de trabajos disruptivos sobre los ríos argentinos y especialmente con los del norte del país. En octubre de 1963 se realizó en Salta la XXV Semana de la Geografía y allí el doctor Castellanos expuso su trabajo sobre las curiosas capturas de los ríos del norte argentino. Si bien son fenómenos naturales, en algunos casos con intervención antrópica, lo cierto es que las capturas por erosión retrocedente han ocurrido en el pasado y van a volver a ocurrir en el futuro.
El Tribuno